Thandaren se encontraba solo en su habitación, con la luz de la luna filtrándose por la ventana. Mientras miraba hacia el cielo estrellado, un recuerdo de su infancia llenó su mente, como un destello de luz en medio de la oscuridad.
—¿Recuerdas, Thandaren? —dijo su madre, Clara, con una sonrisa cálida mientras sostenía su mano pequeña.
—Sí, mamá. ¿Cuándo podré hacerlo yo también? —preguntó el joven Thandaren, con los ojos llenos de admiración.
—Pronto, cariño. Debes aprender a respetar y comprender el Flujo Universal. Es una fuerza poderosa que fluye a través de todo lo que nos rodea —respondió Clara mientras dejaba que las llamas azules danzaran en sus manos.
El joven Thandaren observó maravillado cómo su madre manipulaba el flujo para crear llamas azules que danzaban en el aire. Era un espectáculo de belleza y poder que dejaba una impresión indeleble en su mente.
—¿Y papá? ¿Dónde está? —preguntó Thandaren, con curiosidad en sus ojos.
Clara suspiró con un toque de melancolía en su mirada.
—Tu padre, Lucían, está en la guerra, protegiendo nuestro hogar y a las personas que amamos. Pero algún día, cuando seas lo suficientemente mayor, él te enseñará todo lo que necesita saber sobre el Flujo Universal.
Thandaren miró a su madre con ojos inquisitivos mientras seguía observando las llamas azules que ella manipulaba con gracia en sus manos. Finalmente, reunió el coraje para hacer la pregunta que había estado rondando en su mente.
—Mamá, ¿por qué no vas a la guerra si eres tan fuerte? Papá está luchando allí afuera para protegernos, ¿por qué no lo haces también?
Clara dejó que las llamas se extinguieran lentamente y se arrodilló frente a su hijo, mirándolo con ternura.
—Thandaren, cariño, la fuerza no lo es todo en la guerra. Tu padre está allí porque es su deber como General de las Tropas StormKirin. Él lidera a nuestros soldados y toma decisiones difíciles para proteger a nuestro pueblo. Pero yo también tengo un deber, cuidar de ti y prepararte para el futuro. Además, recuerda que hay muchas formas de luchar, no todas involucran la batalla directa.
Thandaren asintió, tratando de entender las palabras de su madre.
—Entiendo, mamá. Pero prométeme que si llega el momento en que debas ir a la guerra, estarás a salvo y volverás a casa.
Clara abrazó a su hijo con fuerza.
—Te lo prometo, Thandaren. Si llega el momento, estaré a tu lado, protegiéndote. Pero por ahora, concentremos nuestros esfuerzos en aprender y crecer juntos.
El joven Thandaren sonrió y abrazó a su madre con gratitud. Aunque la guerra continuaba en el exterior, en ese momento, madre e hijo encontraron consuelo y fortaleza en el amor y el compromiso que compartían.
Thandaren se sumió en sus recuerdos durante un momento, pero luego sacudió la cabeza para volver al presente. Miró alrededor de su habitación, donde la luz de la luna todavía se filtraba por la ventana, y suspiró profundamente.
—Mamá, papá, están en el frente de batalla en este momento, luchando con valentía. Les prometí que los haría orgullosos y protegería nuestro hogar. Hoy es otro día en que mantengo esa promesa.
Con determinación en sus ojos, Thandaren se preparó mentalmente para enfrentar otro día en medio de la guerra que asolaba el continente de Aldarath. Sabía que sus padres estaban en la línea del frente, liderando con valentía a las Tropas StormKirin. Cada momento de su vida estaba entrelazado con la esperanza de que algún día, la paz regresaría a su tierra y podría reunirse con ellos una vez más.
Mientras Thandaren se perdía en sus pensamientos, unos pasos resonaron en el pasillo y luego un suave golpe en la puerta de su habitación. Antes de que tuviera tiempo de responder, la puerta se abrió y el mayordomo Hans, un hombre de confianza de la familia, apareció en el umbral.
—Joven Thandaren, lamento interrumpir, pero hay noticias urgentes del frente de batalla. Creo que debería escuchar lo que tienen que decir.
Thandaren asintió y se puso de pie, sintiendo una punzada de preocupación. La guerra había estado en curso durante demasiado tiempo, y cada mensaje del frente de batalla traía consigo la posibilidad de noticias buenas o malas sobre sus padres y las Tropas StormKirin. Con pasos decididos, siguió al mayordomo Hans fuera de su habitación, listo para enfrentar lo que fuera que el futuro tuviera reservado para él y su familia.