Una noche después de una discusión con mis padres salí de mi casa, no recuerdo exactamente por qué discutimos, qué más da, pero caminar en esta oscuridad es relajante sin ninguna luz a excepción de la que la luna nos otorga ¿Luna? Es cierto hoy había luna roja, entre tanta discusión ya se me había olvidado, tenia planeado verla con mis padres en la azotea, me detuve un momento para verla, era realmente bella, brillaba como un rubí en el cielo nocturno, quedé perdida ante tal grandeza, me senté un momento, cerré los ojos y deseé que todos mis problemas desaparecieran, no quería volver a casa, deseé desaparecer de este mundo…Cuando abrí mis ojos quedé ciega un momento, una gran luz roja cubría todo mi campo de visión y de la nada comencé a escuchar ruidos. Esos pasos… ¿Qué son? ¿Caballos? ¿En medio de la noche? ¿En la ciudad? Aparte de eso, escuchaba gritos y sonidos de metal chocando y de repente todo se aclaró, yo estaba ensordecida, aparecí en medio de lo que parecía un campo de batalla, un sujeto qué parecía un soldado me agarró del cuello de mi camisa y gritando me dijo.
-"¡¿Qué haces aquí?! ¡Mocosa! ¡Respóndeme!"
Me quedé pálida y callada del miedo, no entendía lo que pasaba, había cientos de caballos corriendo alrededor mío, todos yendo a la misma dirección y este señor… No vi muy bien su cara pero llevaba una armadura de hierro que incluso en la oscura noche brillaba de una forma segadora.
-"¡Niña! ¡Les dijimos que evacuarán, esto se ha convertido en zona de guerra! ¡Corre en dirección opuesta a nosotros o serás víctima de nuestros invasores!"
Después de decirme eso subió en su caballo blanco portando una lanza y se fue, yo aún seguía en trance pero tenía que hacer lo que me dijo o de otra manera moriría, así que empecé a correr de frente a los caballos, no sé cómo ninguno chocó conmigo, había decenas de cadáveres en el suelo probablemente más de un centenar, tropecé con uno, rápidamente intente levantarme pero antes de poder hacerlo un metal cayó en mi cabeza dejándome inconsciente…