Estaba a punto de hacer la misma pregunta que había hecho cuando la conoció por primera vez, la pregunta que había tenido en mente desde que llegó.
Una pregunta a la que desesperadamente quería una respuesta, sin embargo, por mucho que intentara obtenerla, parecía que nadie podía dársela.
Parecía ser el secreto más grande que todos guardaban, al menos aquellos que lo sabían, porque estaba claro que muchos ignoraban la verdad.
Aiden no sabía por qué, pero a través de su interacción con el sistema, sabía que había algo profundamente mal con él.
Estaba seguro de que no era una máquina o un algoritmo.
—Sí, adelante, pregúntame lo que quieras —respondió Melinda, mirándolo algo molesta porque quería saber sobre su clase, ya que parecía ser un tema bastante importante.
Aiden, al oír eso, dejó aparecer una pequeña sonrisa en la esquina de su boca. Le gustaron las palabras que ella había utilizado.
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