-Gracias, abuelo- dijo Viggo
En estos momentos estaban en la orilla de un acantilado que bordeaba el volcán donde estaba el templo de Tyr, en Muspelheim. El reino de fuego se mantenía caluroso, las nubes de colores rojizos y naranjas cargadas de gases peligrosos. La piedra derritiéndose y la lava fluyendo en caudales de ríos inagotables.
Rosewisse estaba vestida con su armadura dorada de valkiria. Su largo cabello de plata caía hasta alcanzar la parte posterior de sus rodillas. Ella miraba asombrada el espectáculo de Muspelheim.
Al mismo tiempo, Viggo y Xiao estaban a dos metros de ella conversando.
-Está bien, muchacho- dijo Xiao -para empezar, todo esto fue idea mía, así que no hay inconveniente. Sin embargo, sobre lo que hablamos-
Viggo miró la espalda de Rosewisse, sus largas alas blancas estaban recubiertas por la aparatosa armadura mientras su largo cabello de plata caía entre ellas. Viggo miró a Xiao y asintió -no te preocupes, ya lo conversamos y de ser necesario, intervendré-
-Eso me parece bien- dijo Xiao con una sonrisa sabia -una vez que completen el desafío de Surtr, tomen lo que quieran de los cofres que hay en la cima. Sobre todo, asegúrate de tomar las manzanas de Idun. A ti y esa niña Rosewisse les hará muy bien-
-Entiendo, abuelo, de nuevo, muchas gracias por todo y sobre todo por el collar. Eso nos facilita mucho las cosas si el desafío se pone difícil-
-¿Difícil?- preguntó Xiao con una sonrisa burlona. Viggo sonrió y negó con la cabeza. Xiao lo apuntó con el dedo índice y le dijo -a pesar de que no eres tan bueno como tu padre, debo reconocer que tienes tus propios métodos. Debes estar orgulloso Viggo, ahí donde otros fracasaron, tú tuviste éxito. Solo sigue mejorando y no te canses-
-Gracias abuelo- respondió Viggo sosteniendo su varita de oro en su mano derecha que con ayuda de su padre, le realizo rápidas modificaciones y añadió lo que Rosewisse y él llamaron "la piedra de la memoria".
Xiao asintió, se acercó a Rosewisse, una muchacha encantadora igual que su abuela y le dijo -bueno, Rosewisse, me voy. Te deseo la mejor de las suertes-
Rosewisse dejo de mirar la vastedad de Muspelheim y se dio la vuelta. Entonces ella sonrió al ver al anciano de aspecto amigable, grandes entradas y una cola de cabello ceniciento elevada en la parte alta posterior de la cabeza -muchas gracias por todo, abuelo- dijo ella mientras se ruborizaba -su ayuda es muy valiosa, no olvidare esto-
Xiao soltó una risita sabia y le dijo -no es nada, solo cuídate y te deseo lo mejor-
-Muchas gracias-
Xiao asintió, se dio la vuelta, asintió a Viggo y se desvaneció en el aire.
Rosewisse miró a Viggo, quien solo iba vestido con su túnica roja y unas botas de cuero. No le gustaba que anduviera sin armadura, mucho menos al pensar que iban a luchar contra monstruos, pero él había dicho que ninguna armadura le sería de ayuda. Con él touki y la bendición del sol era más que suficiente.
-¿Vamos?- preguntó Viggo con una sonrisa rebosante de confianza
-Vamos- respondió Rosewisse
Viggo se giró a la derecha y vio un camino hecho de roca derretida ennegrecida por el hollín. Camino en esa dirección y Rosewisse lo siguió de cerca. Rosewisse miraba a la distancia los grandes volcanes y como no paraban de arrojar lava en caudales inagotables que se unían a ríos de lava. Ella tosió al sentir el aire un poco espeso, como si hubiera tierra, pero en realidad eran los gases que manaban desde la lava.
Ellos subieron una empinada cuesta durante media hora hasta que encontraron el camino cortado por un rio de lava que corría con la velocidad del agua. Rosewisse y Viggo miraron la lava bajar en un caudal de derecha a izquierda y dirigirse a una cascada de lava.
-¿Saltamos?- preguntó Viggo
-Saltemos- respondió Rosewisse con una sonrisa -no te vayas a caer, no te salvare-
-Lo mismo digo- respondió Viggo con una sonrisa burlona
El rio de lava solo tenía tres metros de ancho así que no represento un reto. Después continuaron caminando por la cuesta hasta llegar a un portón hecho con dos enormes pilares de cinco metros de altura. Rosewisse y Viggo se detuvieron en medio y vieron una hendidura en el suelo.
Viggo se agacho, tomo su varita de oro con la mano izquierda y llevó su dedo índice de la mano derecha a la hendidura -aquí hay una reja- dijo, después apuntó al campo de entrenamiento que empezaba después del portal. En el centro del campo hecho de roca fundida y ennegrecido por el hollín, había una enorme espada con un mango y guardamanos de oro. Resaltaba bastante, ya que lo que se veía de la espada debía medir cuatro metros de altura. Viggo continuo -esta reja se elevará para cerrar la vía de escape una vez que toquemos la espada y gritemos "Te desafío Surtr"-
-"¿Te desafio Surtr?"- preguntó Rosewisse divertida
-Así lo hice cuando tenía diez años. No me preguntes, yo no puse las reglas. Bueno, tampoco sé si esa es la regla. El abuelo me trajo y dijo que gritara esa frase. Ahora, lo importante es ¿Quieres intentarlo? El abuelo me dijo que son seis espadas, así que yo puedo esperar para probar mi habilidad con la magia-
-Por supuesto que quiero intentarlo- dijo Rosewisse con una gran sonrisa y se colocó su casco de valkiria con los dos cuernos en la frente y dos alas hacia atrás con las plumas de color rojo ígneo. Después materializo su katana y continuo -todavía no se mucho, pero si me dices que es posible entrenar aquí, será bueno-
-Es posible entrenar, solo no bajes la guardia- respondió Viggo poniéndose de pie.
Rosewisse desenfundo la katana y le paso la funda a Viggo. Él la recibió y la guardo en la bolsa de cuero amarrada a su cintura. Viggo avanzo por el portal, Rosewisse lo siguió y caminaron hasta la gran espada en el centro del campo de entrenamiento. Toda el área estaba rodeada por grandes murallas de cinco metros oscurecidas por el hollín del humo. Había tres cuevas por delante. Una cueva al frente y una a cada lado. Cada cueva estaba sellada por una reja formada por gruesos pilares de fierro cruzados en diagonal.
Viggo señalo las cuevas y dijo -una vez que coloques tus manos en la espada, grites "te desafío, Surtr". La espada desaparecerá y las rejas bajaran. Tus enemigos saldrán del interior de esas cuevas. Vigila su distribución, no dejes que te rodeen y mantente en constante movimiento-
-Sé luchar, Viggo- dijo Rosewisse cruzándose de brazo mientras sostenía la katana con la hoja de color azul.
-Sé que sabes luchar, pero tú luchas a distancia. Ahora vas a luchar cuerpo a cuerpo y no será lo mismo- dijo Viggo -así que cállate y escúchame. Yo te escucho cuando es sobre magia, tú escúchame cuando te hable del combate cuerpo a cuerpo-
-Está bien, deja de ser tan mandón-
-No empieces o te diré lo mismo cuando toque tu turno de explicar sobre la magia-
Rosewisse asintió y frunció el ceño, pero siguió escuchando la explicación de Viggo. Una vez que Viggo termino su explicación, retrocedió hasta el fondo, donde estaba el acantilado con vistas a Muspleheim.
Rosewisse siguió sosteniendo su katana y puso ambas manos en el centro de la gran espada enterrada en el suelo. Ella miró hacia atrás, vio a Viggo con su cabello rojo y torso desnudo, de pie, a treinta metros de distancia. El cielo de Muspelheim cubierto de nubes rojas y naranjas estaba detrás de él. Viggo asintió y ella asintió en respuesta.
-Surtr- grito Rosewisse con las manos puestas en la gran espada con la empuñadura y guardamanos de oro -yo te desafío-
Al instante siguiente la gran espada de cuatro metros desapareció y se bajaron las rejas de las cuevas por delante de ella. Al mismo tiempo, los volcanes estallaron lanzando lava y sedimentos. Rosewisse miró hacia atrás, algo asustada por la repentina explosión de los volcanes solo para ver a Viggo con una mirada severa. Él apunto con su varita en la mano derecha hacia adelante. Rosewisse asintió, miró hacia adelante y escucho rugidos bestiales. Ella tomo su katana con ambas manos y se preparó para el ataque, pero cuando vio que salieron draugrs en grupos de las tres cuevas, se asustó y comenzó a retroceder. Sin embargo, pronto recobro su valor y tomo una profunda respiración solo para oler el aroma a azufre en el aire, similar a huevo podrido.
Los draugrs con sus cuerpos cadavéricos, espadas y escudos, se abalanzaron sobre Rosewisse y ella respondió lanzando algunos cortes torpes con su katana. Ella notó sus errores y los fue corrigiendo a medida que retrocedía. Rosewisse bloqueo con la katana un espadazo y después lo desvío. Después lanzó un corte al pecho y le abrió la caja torácica. Sin embargo, ese nivel de herida no fue suficiente para matar al draugrs. Así que además de los cortes, comenzó a lanzar patadas y empujar hacia atrás a los Draugrs. No estante, nada de eso estaba teniendo resultados y solo se estaban acumulando la cantidad de Draugrs en el campo de entrenamiento.
-Ocupa el mana para fortalecer la hoja de la katana- grito Viggo desde su espalda.
Rosewisse entendió que había retrocedido varios metros como para que Viggo solo se escuche a un par de metros de su espalda. Ella entendió que era lo mejor y canalizo su mana a la katana. La hoja paso de ser azul a un verde acuoso con brillos blancos como si alguien hubiera atrapado las estrellas en su interior.
Rosewisse empezó a lanzar un corte detrás de otro y ahora cortaba a la mitad a los draugrs sin darles la oportunidad de responder. Incluso si los Draugrs levantaron sus espadas o escudos para protegerse, la katana igual los cortó junto con sus armas.
Diez minutos después, Rosewisse traspiraba por cada parte de su cuerpo y se sentía más cansada que cuando lanzaba magia. A lo mejor era por el consumo de mana de la katana. A lo mejor por su poca eficiencia en el uso de la katana. No importaba, pero estaba segura de que estaba mejorando a un gran ritmo. Sin embargo, un rugido poderoso y bestial la apartó de sus pensamientos.
Rosewisse miró hacia adelante y vio como un enorme ogro rojo salía de la cueva del frente. Era el más grande que hubiera visto en su vida. Con facilidad podía medir entre cinco o seis metros de altura. Rosewisse retrocedió de forma involuntaria, pero al instante recupero su conciencia y apretó el agarre sobre la katana. Al mismo tiempo, el ogro corrió hasta Rosewisse, se detuvo delante de ella y saltó levantando sus brazos para descargarlos como poderosos martillos. Rosewisse ocupo sus alas para alejarse de él. Después se elevó en el aire y se lanzó en picada para lanzar un corte con la katana en la garganta. Ella paso por al lado del ogro, aterrizo en el suelo y se volteó para ver como reaccionaba el ogro. Este último se llevó las manos a la garganta para evitar desangrarse, pero fue inútil. La sangre se escurría entre sus dedos y a los pocos segundos, cayó al suelo.