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Un delicado balance 1.37

Viggo siguió avanzando por el camino de tierra, vigilando que nadie lo siguiera. Sin embargo, tres guerreros inconscientes delante de los campos de entrenamiento llamaban demasiado la atención. Así que poco a poco las personas se comenzaron a reunir formando un círculo. Viggo se hizo a un lado del camino y se adentró en una arboleda. Los pájaros trinaban y el viento movía las ramas de los árboles y las hojas. Vio una serie de arbustos de más de un metro de altura y los cruzo pasando por entremedio de las ramas. Después siguió su camino mientras los mismos arbustos escondían su figura. Una vez que llego a un claro en el centro de la arboleda, diviso por delante una pequeña colina de unos diez metros de altura. Atravesó la arboleda y subió la empinada cuesta hasta llegar a la cima de superficie rocosa, la cual debe haber tenido una circunferencia de 10 metros. Al lado derecho había un hermoso árbol de hojas color fucsia. Su base estaba bordeada por grandes piedras y hermosos arbustos de una flor amarilla.

Viggo se acercó a mirar el árbol, fascinándose en el vibrante color fucsia de sus hojas. Sin embargo, recordó a los otros guerreros que había dejado noqueados, así que camino a un extremo de la colina y miró por encima de la arboleda hacia el camino. Todo se veía en calma, salvo que habían llegado más guerreros a la entrada de los campos de entrenamiento.

-Simplemente molesto- dijo Viggo, les dio la espalda y camino hacia el otro lado de la colina. Se detuvó al lado de un árbol de pino de apariencia alargada y miró hacia la siguiente colina que se veía a unos 200 mts por delante. Casi llegando a su cima se veían una escalinata y en la cima, un templo de color oscuro. Varias de las columnas que había a su alrededor estaban caídas, así que Viggo pensó que sería un lugar deshabitado.

Entonces descendió por la empinada colina y camino por una pradera de hermosos pastizales. treinta metros adelante de él estaban unos siervos de enormes astas pastando al amparo de la sombra de un árbol. Viggo se acercó agazapado, mirando sus hermosas cornamentas. Se miró las manos desnudas y desestimo cualquier tipo de cacería. Así que siguió avanzando sin preocuparse en que lo vieran y cuando los siervos lo divisaron a unos 20 metros, soltaron bramidos y salieron huyendo hacia la derecha, con dirección a la montaña.

Viggo negó algo desilusionado, pero siguió avanzando, pasando por al lado de los gruesos árboles y mirando el pasto lleno de flores silvestres. Si tuviera comida y un refugió, se quedaría a dormir aquí, parecía un lugar especial. Sin embargo, fuera de sus suposiciones, se largó a llover con un hermoso sol en el cielo. Viggo sonrió encantado, levanto las palmas para sentir la lluvia caer y miró al cielo. Se quedo de pie sin preocuparse de nada, cerró los ojos y se sintió más cerca al mundo por un breve instante.

Cinco minutos después, cuando se dio cuenta que estaba parado en un lugar donde cualquiera lo podía ver, abrió los ojos y miró en todas direcciones. Se sintió preocupado por un momento, pero cuando se dio cuenta que estaba solo en más de 100 metros a la redonda, se sintió tranquilo. Entonces retomo su viaje al templo, siguió avanzando por la pradera hasta que llego los más cerca que pudo y giro hacia la izquierda para acercarse al camino que pasaba por al lado de la colina del templo. Sin embargo, cuando llegó a 50 metros se escondió detrás de un árbol y miró varias siluetas paradas a un lado del camino.

La persona en cuestión era una mujer de cabello oscuro y dos niñas de cabello purpura. La mujer llevaba una tela blanca sobre su cabeza y de los lados sobresalían enormes cuernos negros. Tenía el cabello oscuro, largo y rizado, por lo menos le llegaba hasta el trasero. Usaba una túnica blanca e impoluta, y por debajo de ella se veían otros bordes de prendas de color fucsia. A simple vista, su figura era similar a la de un reloj de arena, con una delgada espalda, apretada cintura y trasero explosivo. Las otras dos niñas se veían pequeñas, casi del mismo tamaño que Viggo. Llevaban hermosos vestidos rosas que le llegaban hasta los tobillos. En el centro tenían una franja blanca con volantes y un cinto dorado.

Viggo se acercó poco a poco para ver si le podía preguntar algo. Sin embargo, solo pudo llegar a diez metros de ellas, ya que escucho los cascos de los caballos. Entonces miró por el camino que venía desde el campo de entrenamiento y vio a cinco jinetes galopando en sus caballos. Cada uno llevaba un casco y coraza de bronce. Así que Viggo supuso que eran problemas. Sin embargo, estaban a más de 100 metros, así que todavía tenía tiempo para huir. Se dio la vuelta y comenzó a caminar con dirección a la montaña. Sin embargo, una voz melodiosa lo detuvo.

-Joven- escucho Viggo a sus espaldas. Giro su cuello y miró hacia atrás, entonces vio a la hermosa mujer de los cuernos mirando en su dirección. Al mismo tiempo, se dio cuenta que las niñas tampoco eran despreciables. Ambas tenían grandes ojos inocentes, pero la de la derecha sonreía mientras que la de la izquierda miraba con preocupación. Viggo soltó un suspiro y negó, pensando que sería una mala idea devolverse.

-Lo siento, estoy apurado- dijo Viggo y comenzó a caminar

-¿Te están molestando?- pregunto la mujer de los cuernos. Viggo se detuvo y agacho la cabeza, asintió manteniendo su vista en las montañas. La mujer de los cuernos continuo -te puedo ayudar, pero a cambió tienes que ayudarme-

Viggo negó con un rostro serio -puedo vencerlos por mi cuenta- dijo

-Pero te ganaras un gran problema en el camino, los espartanos no son un pueblo que se deje intimidar. Incluso si huyes te perseguirán y harán de tus días un calvario, déjame ayudarte y a cambio, tú me ayudarás-

Viggo tomo una profunda respiración, escuchaba el galope de los caballos cada vez más cerca. Se dio la vuelta y camino hasta pararse frente a la mujer.

La mujer tenía unos hermosas pupilas amarillas y mirada lánguida. De tés clara y un leve rubor color cereza en sus pómulos, haciéndola aún más provocativa. Tenía una boca grande y unos labios carnosos, seductores y de ningún modo mórbidos, pero si provocadores. Por alguna razón, Viggo recordó a esa mujer Freya, que de vez en cuando se hace pasar por la madre de Ottar. Por otro lado, Viggo sabía que con su cuerpo infantil era casi imposible que sintiera lujuria, pero la sentía. Agacho la mirada y pensó que era ridículo ¿Qué podía hacer con este cuerpo tan infantil? Negó y siguió mirando a la mujer.

Con anterioridad, Viggo vio que la mujer llevaba una túnica blanca similar a un vestido de cuerpo completo que llegaba hasta el suelo. Sin embargo, de frente el vestido era demasiado revelador, más similar a una ropa provocativa. Con finas tiras que bajaban de sus eróticos hombros, sujetando la tela que sostenía los enormes senos tan grandes como dos melones maduros. Por otro lado, la tela que tapaba los senos solo cubría la parte del frente, dejando que se escape parte de la carne suave y tentadora hacia los lados. El vestido continúa bajando hacia los lados, cubriendo parte de las caderas, el trasero y la parte posterior de las piernas. Dejando así el estómago y el vientre al descubierto. Por otro lado, lleva una especie ropa interior con encajes de color fucsia, la cual baja desde sus caderas y cubre el monte de venus y su sexo. Sus piernas son largas y contorneadas, de muslos gruesos que terminan en delgadas pantorrillas. Viggo trago saliva al sentirse sobrepasado por la emoción. Sin embargo, toda su atención quedo interrumpida por una coqueta risa. Además, del derrape que hicieron los caballos de los guerreros por el camino. El relincho de los caballos fue una queja por la brutal maniobra, pero poco les importo a los guerreros de casco y coraza de bronce. Se bajaron de los caballos de un solo salto, sacaron las espadas que iban en las fundas de sus monturas y avanzaron todos juntos con un andar intimidante.

Viggó frunció el ceño y se preparó para luchar. Sin embargo, la mujer de los cuerpos se interpuso entre él y los guerreros, y estos últimos detuvieron su avance.

-Querido hoplita, podrías dejar a este niño para mi- dijo la mujer de los cuernos con una voz suave y seductora

-A un lado, bruja- rugió el guerrero que iba al frente -este mocoso ofendió a sus mayores y merece una docena de azotes-

-¡Vaya!- exclamo la mujer de los cuernos con una mirad coqueta -Corintio es un fiel aliado de Esparta, no sabía que la reina hetera fuera mirada en tan poca estima para ser tratada de esta manera-

El guerrero se detuvo y gruño a modo de molestia -¿Qué quieres?- pregunto

La mujer de los cuernos alzó su delgado brazo derecho y apunto con su índice al templo negro -los dioses me han enviado a restaurar el templo quemado de Apolo. Sin embargo, los seguidores de Ares lo tienen ocupado. Quisiera que el niño se ocupara de ellos-

Los hoplitas (soldados) se quedaron callados y miraron a la mujer de los cuernos con malos ojos -eres cruel y venenosa- dijo el líder -¿Por qué no lo envías a nadar con tiburones?- después miró a Viggo, extendió su mano y continuo -ven niño, por haber golpeado a los adultos te ganaras una docena de azotes, pero eso nunca te llevara a la muerte-

Viggo miró la mano y después miró a la mujer de los cuernos que lo miraba de soslayo, formando una sonrisa sensual con esos eróticos labios. Solo por la textura y grosor, te daban ganas de morderlos en un sentido sexual.

Viggo negó y dijo -me haré cargo de esos "seguidores de Ares", buscare mi propia libertad-

-Tonto- dijo el guerrero en un tono mordaz

La mujer de los cuernos le dio una sonrisa cargada de satisfacción. Se dio la vuelta para mirarlo de frente, asintió y dijo -gracias, soy Kiara ¿Y tú?-

-Viggo-

-Guerra- murmuro la mujer con voz suave y sensual, sus mejillas se ruborizaron y sonrió con satisfacción. Viggo una vez más trago saliva y avanzó con la mirada gacha hasta pasar por al lado de ella. Kiara soltó una risita coqueta y Viggo se puso más nervioso y apresuro su paso. Después paso de los guerreros, quienes lo veían como un borrego que iba al matadero. Viggos los ignoro, cruzo el camino de tierra y vio a las niñas que lo miraban con preocupación. Sin embargo, Viggo solo sonrió para ellas y continuo su ascenso por la colina del templo. Al mismo tiempo, ambas niñas se sonrojaron.

Viggo llego a la mitad de la colina y encontró una escalinata hundida en la tierra. Avanzó por los peldaños hasta llegar a un plano, unos metros por debajo del templo quemado de Apolo. Entonces miró la bastedad de esta tierra y la encontró demasiado hermosa como para desperdiciar su tiempo siguiendo a otros. Sonrió y giró a su derecha, avanzó hasta otra escalinata, con pilares de roca tallada a los lados y avanzó. Entonces vio a su primer oponente parado entre los dos pilares en la cima de la escalinata. Llevaba una capucha negra que solo le cubría la cabeza hasta los hombros y tenía el rostro pintado blanco como si fuera una calavera. Iba con el torso desnudo y en la cintura llevaba una túnica oscura que le llegaba hasta las rodillas. En su mano derecha llevaba una especie de machete curvo, más parecido a una guadaña. En cuanto vio a Viggo, soltó un grito y corrió alzando el machete sin preocuparse que era un niño. Viggo siguió subiendo por la escalinata, lo esperó y cuando el seguidor descargo su espada, Viggo se movió hacia la izquierda y paso por debajo de la espada. Viggo apretó su puño, lo retrajo apegado al pecho y lanzó un puñetazo. Los huesos de la cara del seguidor crujieron y cayó al suelo inconsciente. Viggo camino hasta la espada curva tendida en el suelo, la levanto y le cortó la cabeza.

Después siguió subiendo hasta llegar a lo alto de la escalinata y quedo frente a una estatua de tres metros. Era un hombre de figura escultural ahorcando a una serpiente. Sin embargo, lo que antes era piedra caliza, ahora estaba llena de hollín mientras a los lados había cadáveres calcinados. Viggo siguió avanzando, pasando por al lado de la estatua y llegó frente al templo quemado. Avanzó por el costado derecho y vio un camino de unos tres metros de anchos, que formaba un pequeño desfiladero en la colina. En uno de los bordes, había uno de esos tipos con el rostro pintado como si fuera una calavera. Entonces corrió, él tipo escucho sus pisadas, pero cuando se volteó a mirar ya era demasiado tarde, Viggo ya había llegado a su lado. Él saltó, tomo la espada con ambas manos y lanzó un corte horizontal, decapitándolo de un solo golpe.

Desde la parte baja de la colina, Kiara miraba encantada el espectáculo, mientras los hoplitas espartanos estaban asombrados. Kiara les dio una breve mirada a los hoplitas y se largó a reír de forma coqueta. Al mismo tiempo, parece que Viggo había avanzado al otro lado de la colina, porque desde este ángulo ya no se veía nada, pero los gritos de agonía llenaban la cima de la colina. Todos los seguidores de Ares estaban siendo asesinados por alguien con el nombre de Guerra. Que ironía, pensó Kiara con una sonrisa amplia y seductora, mientras sus pezones se ponían duros. No había nada más caliente que los gritos de agonía para elevar la temperatura de los cuerpos, pensó.

ALGUIEN PREGUNTO POR WAIFUS???

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