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El cielo era de un azul brillante, sin una nube a la vista. El sol brillaba en lo alto, proyectando un cálido resplandor sobre el paisaje.

Los árboles, todavía empapados por el aguacero de la noche anterior, brillaban como diamantes a la luz de la mañana.

El aire era fresco y limpio, recién lavado por la tormenta, y el aroma de la tierra mojada y las hojas llenaba el ambiente.

La hierba era de un verde vibrante y las flores, reavivadas por la lluvia, florecían en todos los colores del arco iris.

El mundo parecía haberse reiniciado, refrescado por los poderes purificadores de la tormenta. Los pájaros cantaban dulces melodías desde las ramas y sus voces resonaban en la quietud. La atmósfera era pacífica, serena y llena de vida.

A medida que el sol continuaba su ascenso, el paisaje se transformaba en un hermoso espectáculo.

Las telarañas cubiertas de rocío relucían con un brillo antinatural y las hojas brillaban como piedras preciosas.

El mundo estaba vivo y vibrante, lleno de colores y sonidos que llenaban los sentidos. La cálida brisa transportaba el dulce aroma de las flores en flor y el olor terroso de la tierra húmeda, creando una sinfonía de fragancias que llenaban el aire.

Las noticias habían viajado lejos en una sola noche. En el círculo noble ya recorría la voz, sobre la presunta conjura dirigida al Principe.

Podría deberse a una mala gestión o espinas plantadas, pero las cartas ya estaban sobre la mesa. Se convirtió en un tema de discusión entre estimadas personalidades.

Habían quienes lo analizaban y otros que lo tomaban como una conversación de ocio. Pero cada uno, se trataban de figuras altivas, que no consideraban al prójimo como comparables.

A pesar de estás diferentes reacciones, existía una particular. En una gran parcela que contenía una mansión magnífica. Un escudo que denotaba prestigio en la entrada...

Su interior, rodeado por diferentes arbustos y plantas extremadamente cuidadas. Un hombre se encontraba de pie con nerviosismo.

Aunque no lo demostraba, era palpable en sus pequeños gestos. Su mano ocasionalmente temblaba, su pie no se mantenía quieta y su expresion era forzada.

Pero aún con todos estos puntos, una confianza interior quemaba como una vela insegura. Intentaba mantener la compostura, con una ligera sonrisa.

"Si buscan finalizar el espectáculo, deberán venir a mí". Dijo el hombre observando sus cercanías.

A pesar de no haber ninguna figura presente, con una enfermiza confianza siguió.

"Supongo que me he movido mal... El escenario político es complicado, como una mujer". Dijo con una reseca carcajada.

Ante sus palabras, otra figura hizo acto de aparición. De figura corpórea grande y calvo, miró al horizonte con duda y anticipación.

"Señor David, recuerde las pautas. No piense morir con deudas". El calvo dijo, intentando aligerar el ambiente.

'¿Morir?... Los humildes son bastante estúpidos, sobreestimando su estado'. David pensó con recelo.

David Avens, el patriarca de una de las grandes familias nobles. Su desesperación era causada debido a la noticia que circulaba recientemente.

Había sido el perpetrador, quién consiguió adulterar los preciosos elementos diarios de Federick. El veneno, característico de su familia durante generaciones...

Había hecho una exhaustiva investigación previa, pero las variables existían. Su sorpresa era palpable como su desesperación... Temía por su futuro.

A pesar de sostener una posición altiva, sería fácilmente desechado a los perros. El mundo era un lugar enorme, la historia noble extensa.

Valoraba su capacidad, pero reconocía lógicamente la realidad. La capacidad de la Familia Real existía en otro plano de virtud.

Lo único que le quedaba, era aceptar la realidad con una sonrisa amarga y criticar su ingenuidad. Observó el gran escudo familiar en la entrada con recelo, mordiendo ligeramente sus labios.

En ese momento, un viento antinatural se levantó. Una brisa que hizo bailar a las hierbas, despellejando diferentes arbustos.

En un instante, una figura enorme se paró con dignidad frente a él. Una distancia de decenas de metros, pero sentía su respiración sobre él.

La sentencia había llegado...

Con la entrada improvista del recién llegado, el portón cayó junto al escudo familiar. Levantando polvo, quedó hecho nada en el suelo.

"Sois bastante considerados, esperándome con un festín. Disculpen... Sólo traje el vino". Vociferó la figura mientras observaba a los cuatro individuos.

David no tuvo necesidad de mediar palabras, observando la apariencia desaliñada de su oponente, de quién colgaba una bolsa de vino en su cintura.

Con un movimiento de su mano, dos figuras corrieron a su objetivo. Siendo causa de una gran sonrisa en el contrincante, quién era un gigante calvo, portador de una gran barba sucia.

Quien con un movimiento de su palma, logró desestabilizar a las dos figuras.

"Sabes, no me gustan los hombres para que traigas a uno tan guapo". Dijo el gigante observando al calvo barbudo.

David se quedó sin palabras ante el egocentrismo raro, pero más por la clara diferencia en fuerzas. Había desestabilizado a sus fuerzas fácilmente...

"¡¿Quién eres tú!?". David vociferó con duda y desesperación observando como su contrincante jugaba con sus fuerzas con un brazo.

"Tu peor pesadilla". Respondió con una larga carcajada, mientras con una mano tomaba vino y con la otra contrarrestaba a sus dos oponentes.

"Me retractó... Yo soy Antiguo". Dijo con una sonrisa mientras realizaba un desastre con sangre.

Dos hombres, unidos en vida, sostuvieron la misma muerte horrible...

"No me gusta la sangre. No me deja disfrutar de mí vino". Dijo con repudio.

David no encontraba razón, el shock su ser. No era por la muerte de dos Reyes Magos, sino por sus palabras: "Antiguo".

Pero antes que pudiera proseguir con su tren de pensamiento, oyó un sonoro golpe detrás suyo.

El otro individuo que se encontraba escondido, había caído de su posición; ya no tenía columna vertebral.

"Has oído la sentencia. ¿Algún ultimátum por decir?". Dijo el gigante.

"¿Quién tiene la suficiente autoridad para lograr moverte?". David preguntó con arrepentimiento.

"Has hecho mal". Dijo otra figura.

Su respiración tenue.

La presencia nula.

A espaldas de David, se colocaba otra figura desconocida con una larga túnica negra.

"Déjalo vivir". Suplicó la figura desconocida.

Pero sus palabras no fueron causa de perdón, cuando un brillo surgió desde la nada. Con un sonoro intercambio de contacto de metales, el gigante se rió.

"Pensar que la Parca Espiritual aún seguiría vivo. Eres realmente increíble". Comentó mientras bebía de su vino. Su barba manchada.

"La Familia Real sigue siendo virtuosa". Respondió la identificada como la Parca Espiritual.

Con estas últimas palabras, el gigante se retiró complaciente.

Concluyó con la muerte de tres Reyes magos, y una extremidad de David cercenada.

Una corriente cálida recorría, donde anteriormente se encontraba su brazo derecho.

La Parca Espiritual sólo había sido capaz de desviar el ataque...

Pago y reembolso.