—Observar las fronteras occidentales no era un problema para Iona. Hacía tres días que había recibido la noticia de que Etaya y Aed Ruad habían comenzado su viaje desde Vilinski. Sus ejércitos llegarían a Draoidh en los próximos dos días. A pesar de todos los portales que tomarían para acortar el tiempo de su viaje, los terrenos de Sgiath Biò se habían vuelto más difíciles de cruzar que antes y ni siquiera ella sabía por qué. Había un gris perpetuo que se cernía sobre la extensión, nublando el sol hasta el punto de que parecía el crepúsculo.
Tras visitar a Circe, Iona se aseguró de que Circe seguiría transmitiéndole la última información sobre el reino de los magos. —Circe le había dicho que el matrimonio se llevaría a cabo dos días más tarde y que ese era el momento de atacar —había reunido todas las fuerzas oscuras que pudo.
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