Maple estaba asombrada de la astucia de su madre. Sus travesuras superaban incluso las suyas. ¿Cómo olvidar que Aed Ruad había atacado el Valle Plateado y a Draoidh? Siendo príncipe heredero, era natural que actuara bajo las órdenes de Anastasia o quizás del propio rey.
—Hay un gran malentendido entre los súbditos de esos reinos con respecto a nosotros. Y tenemos que sacar provecho de eso. Odian a Anastasia. Su matrimonio con Íleo será mal visto. Por eso, incluso si están casados, lo están ocultando a la vista del público —continuó Etaya.
—¿Por qué no empezamos un rumor de que Íleo se casó con Anastasia? Eso aumentará el odio hacia ella entre esos reinos —dijo Maple—. Y eso daría algo de respiro a su ardiente corazón.
—No pareces tan estúpida como a menudo hablas Maple —levantó una ceja con sorpresa Etaya.
—¿Por qué sigues menospreciándome, Madre? Se está volviendo agotador —frunció el ceño, ofendida, Maple.
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