Por la tarde, Semiramis estaba sentada en la mesa de su balcón mirando hacia las grandes colinas boscosas de la isla de Eubea. El sol estaba en lo alto del cielo mientras la brisa del mar agitaba los árboles y el roce de las hojas se escuchaba a la distancia. Semiramis tenía una copa de oro en la mesa y una jarra de vino, junto a las joyas y las diez piedras preciosas puestas en fila desde los colores más claros hasta los más profundos. Semiramis tenía la mirada perdida pensando en lo que Viggo le había dicho antes de salir de la habitación.
<<Lo de ahorrar solo fue una forma de acercarme a ti. La verdad es que dudo que mis futuras generaciones necesiten ahorrar algún día. Solo quería pedirte que cuando viaje a la tierra en donde nací vengas conmigo. Incluso si solo es para pasar una temporada de diversión, lejos de esta tierra que te recuerda a tantas cosas complicadas. A lo mejor podrías empezar otro negocio y olvidarte de todo el esfuerzo que significa navegar. Por ahora, piénsalo así, te dejo estas diez piedras preciosas, la tiara, el collar y el cetro para que lo pienses. Considera mi aporte al futuro negocio que puedas emprender en mi tierra natal>>
-¿Qué significa eso?- se preguntó Semiramis agarrándose la cabeza con ambas manos -¿Me amas? ¿Fue una declaración de amor? ¿Quieres hacerme tu esposa? Aaaaaaa-
Semiramis se quitó las manos de la cabeza y miró las diez piedras preciosas; las amo a simple vista, todas ellas de colores y textura exquisita. Después miró la tiara, el collar y el centro, entonces pensó de nuevo en Viggo y lo lindo que se veía cuando le dijo "Se mi reina". Semiramis negó con la cabeza como si estuviera pensando estupideces, pero le gusto el solo hecho de imaginar viajar a otras tierras. Empezó a pensar en el clima, la clase de cultura que deben tener ahí. A lo mejor, eran un pueblo bárbaro con amplios recursos y poca erudición. Por eso Viggo emitía ese aire tan salvaje e indomable. Entonces pensó que eso debía de cambiar, que como iban a ser socios de negocios debía saber de joyas.
Semiramis se acostó sobre la mesa y comenzó a jugar con el gran rubí violáceo. Lo hacía girar de un lado al otro con suaves y pequeños empujones de su dedo índice.
Entonces pensó que sería divertido ver donde vivía Viggo, como eran las calles, a lo mejor comprar una casa y caballos. Siempre le gustaron los caballos. Entonces, por las tardes reunirse con Viggo, comer en su casa o en la de ella y hacer el amor hasta altas horas de la noche. Semiramis se apartó de la mesa y puso sus manos sobre su rostro, pensando en que se estaba volviendo loca por considerar la proposición de un muchacho que ni siquiera se había convertido en hombre según las leyes. Sin embargo, la voz de Kiara resonó otra vez en su mente:
<<¿No has considera a mi Viggo que como él no hay otro? sé que eres muy orgullosa y por eso has evitado a la mayoría de los comerciantes y generales. Viggo es joven, está más que claro. Sin embargo, está creciendo para transformarse en un magnífico hombre. Su rostro es hermoso, sus ojos profundos y su cabello rojo como la sangre le da el porte de un rey. Algún día será un hombre que se ponga por encima de los ejércitos y los mejores guerreros ¿En serio no has considerado a mi Viggo como un posible amante?>>
No obstante, diferente del otro día que desvariaba con enviar a Viggo a matar al cerdo príncipe en Persia. Ahora lo estaba considerando en serio, como si realmente importara poco o nada todo lo que vivió ¿Acaso su cerebro se estaba echando a perder?
-Veo que estas muy concentrada- dijo Scheherezade a sus espaldas, desde el interior de la habitación. Semiramis soltó un grito del susto y paso a llevar la mesa. Las joyas y las piedras preciosas se remecieron y ella al instante las cubrió con sus brazos para evitar se caigan. Después miró hacia atrás con un rostro enojado y Scheherezade dio un paso hacia atrás del puro susto.
-Lo siento, no fue mi intención asustarte- dijo Scheherezade levantando un legajo de papeles y ocupándolos como escudo.
Semiramis aflojo su expresión y soltó un suspiro. Retiro sus brazos de la mesa y empezó a contar las piedras preciosas. Una vez que conto nueve en vez de diez, soltó un grito de terror y se lanzó al suelo del balcón. Entonces gateo por todos lados hasta encontrar en el borde del balcón el rubí violáceo que tanto le gustaba. Lo tomo entre sus manos como si fuera la cosa más importante en su vida y le dio varios besos como si lo estuviera consolado. Después se levantó del suelo, se movió con sumo cuidado y dejo el rubí en la mesa, junto a sus hermanos. Una vez que vio a los diez, los contó y los recontó, se sintió segura. Se volvió a sentar en su silla soltando un suspiro de alivio y se desparramo como si todo su cuerpo hubiera perdido su fuerza.
-¿Por qué estas tan alterada?- preguntó Scheherezade acercándose poco a poco, todavía oculta detrás de los papeles.
-Lo siento, sabes, casi perdimos varios millones de dracmas por un pequeño susto- dijo Semiramis con una voz cansada y desparramada en la silla.
-¡Aaaa! así que ocupo las joyas. Nunca hubiera pensado que serías tan barata-
-¡Cállate! Esto, esto, sí, así es, esto es un depósito. Viggo y yo vamos a ser socios de negocios en un futuro. Solo eso y nada más-
-Dices eso a pesar de que tu habitación huele a sexo duro, sucio y lujurioso-
-¡Cállate! Los socios normales toman copas para celebrar sus negocios. Viggo y yo somos un poco especiales, así que nos compenetramos a un nivel un poco más profundo-
-Profundo ¿Eh?- preguntó Scheherezade con una sonrisa astuta
Semiramis miró hacia otro lado con las mejillas ruborizadas y dejo de argumentar con Scheherezade. Cualquier cosa que diga será utilizada en su contra.
Scheherezade se sentó del otro lado de la mesa, con el mar a sus espaldas. Entonces miró más de cerca las piedras preciosas y las joyas. Soltó un suspiro y dijo -nunca pensé que te volverías tan descuidada, poniendo objetos tan valiosos sobre una mesa al aire libre-
-Necesitaba mirarlos y pensar las cosas- dijo Semiramis mirando al cielo azul con una cuantas nubes blancas -todavía me pregunto si mi cerebro está funcionando como se debe ¿Me habré vuelto loca?-
-Entonces somos dos- respondió Scheherezade con una gran sonrisa
Semiramis soltó una risita y arreglo su postura en la mesa. Después entro a la habitación y busco varios pañuelos. Una vez que volvió, se sentó en su silla y comenzó a envolver cada piedra preciosa en un pañuelo.
-Necesitamos comprar una caja para poder guardar estas piedras- dijo Semiramis
-Lo entiendo, lo anotare y en cuanto lleguemos a Atenas comprare la caja- dijo Scheherezade
-¿A qué has venido? Si no fuera por un asunto importante, preferirías estar con la boca llena o la entrepierna llena-
Scheherezade bufo indignada y dijo -¿mira quién habla?-
Semiramis termino de envolver las piedras y de paso también las joyas. Las llevo todas al interior de su habitación y volvió a su asiento. Miró a Scheherezade y dijo -bien, hablemos en serio-
Scheherezade asintió y dijo -nuestras existencias son el doble de lo que eran en el viaje inicial. Pensé que esta vez quedaríamos empatados por las pérdidas de la tripulación anterior, pero parece que todo salió mejor de lo esperado. Así que tengo dos consultas: Primero ¿vamos a continuar nuestro negocio con el granjero de lino? Y la segunda, que de ser sí, la respuesta de la primera ¿Cuándo vamos a zarpar?-
-Vamos a continuar con el contrato, di mi palabra y la cumpliremos. Por otro lado, creo que lo mejor sería terminar este negocio lo más pronto posible y buscar algo más seguro y lucrativo. Estamos ganando muy poco con estos trueques de mercaderías por mármol. Además de que tiene un gran riesgo. Si ese tipo se enoja y se niega a comprar el mármol, tendremos que deambular por toda Grecia hasta encontrar otro comprador y poder venderla. Lo único positivo en estos momentos es que podemos comprar el mármol y liquidar todas nuestras deudas. En ese caso, todo el dinero de la venta del mármol será una ganancia directa-
-Me alegra escuchar que tienes todo tan bien pensado. Así que referente a la pregunta que me hiciste antes, puedo decir que no estas loca-
Semiramis sonrió y dijo -gracias-
-¿Cuál va a ser nuestro próximo paso?-
-No lo sé, me siento confundida, un poco preocupada y feliz a la vez. Tengo miedo ¿sabes? Viggo se ve lindo, es bueno, tú sabes, en la cama. Me gustan sus besos y como me toca-
-¿Pero?-
-Estas tú, esas niñas y esa otra vieja bruja ¿Y si se aburre de mí como el príncipe? Por otro lado, no lo veo tranquilo en un lado. Si pasa viajando nos distanciaríamos y a lo mejor, todo se viene abajo ¿vale la pena? Cielos, hace solo un rato deseaba estar con él con todas las fuerzas de mi corazón y ahora dudo ¿Qué me pasa?-
-Piénsalo, no le digas nada, es lo mejor. Solo una vez que estes segura dile que quieres viajar con él. Por su mirada, dudo que te deje de perseguir en el corto plazo-
-Sí, Viggo es muy apasionado. Incluso si me fuera al fin del mundo, estoy segura de que me perseguiría-
-A lo mejor no- dijo Scheherezade con una sonrisa burlona
-¡¿Ah?!- respondió Semiramis
-Sí, veras, perseguirte tomaría mucho tiempo y si yo estoy con él, lo tendría amarrado a mi cama y jamás le dejaría perseguirte por tanto tiempo-
-Estúpida-
Scheherezade se cubrió la boca con su mano y soltó una melodiosa y divertida risa. Semiramis sonrió y negó un tanto divertida. Esto se sentía bien, ambas se estaban divirtiendo más que solo pensar en hacer negocios.
Dos días después, Semiramis zarpo en su barco con toda la tripulación habitual. El mar estaba en calma, el cielo despejado y el viento los impulsaba con la fuerza precisa, ni muy fuerte para que se rompa el mástil o la vela, o muy débil para que avancen lento.
Como siempre, Viggo iba sentado en la baranda mientras miraba al horizonte y la brisa marina ondeaba su cabello rojo como la sangre. Al mismo tiempo, Sakura y Ana iban cada una a su lado.
Semiramis miraba cada cierto tiempo a Viggo esperando la oportunidad precisa para decirle que, si todo iba bien, viajaría a realizar negocios a su tierra natal. Sin embargo, estas dos niñas han estado acaparando a Viggo durante días. Ni siquiera en la noche a podido encontrarlo desocupado. Cada vez que se para a su puerta escucha los sensuales gemidos de las hermanas.
Por otro lado, Scheherezade viendo a su amiga tan tímida de hablar en frente de otros, soltó un suspiro. Camino hasta Sakura y Ana y las llamo al camarote de Semiramis.
Semiramis se alegró y le dio las gracias al cielo por tener una amiga tan buena. Entonces se acercó a Viggo y se apoyó en la baranda mientras el viento ondeaba su largo cabello negro.
-HA, ha, ha sido un tiempo- dijo Semiramis con timidez
-No creo que tanto tiempo, pero sí, ha sido un tiempo ¿Qué cuentas?- preguntó Viggo de buen humor
-Yo, bueno, hace algún tiempo- dijo Semiramis con dificultad, intercalaba su mirada entre Viggo y la cubierta en una expresión de nerviosismo -hace algún tiempo quería decirte algo-
-¿Qué sería?-
-Bueno, creo que podría ser buena idea hacer negocios en otro lugar. Así que acepto tu depósito y desde ahora te puedes considerar mi socio-
-¿En serio?- preguntó Viggo volteando su rostro para mirarla a la cara. Semiramis miró hacia otro lado con las mejillas ruborizadas. Siempre lo miró a los ojos sin ningún miedo. Ahora desconocía porque se le hacía tan difícil mirarlo a la cara.
-Somos solos socios de negocios- dijo Semiramis con voz mimada -nada en especial, bueno un poco especiales, pero nada en extremo. Así que no pienses cosas raras-
Viggo sonrió y volvió a mirar hacia el horizonte -gracias, me alegra escuchar eso- dijo
-¡¿Ah?! ¿No estas molesto porque no seamos algo más?-
Viggo la miró una vez más a los ojos y le dijo -eso será con el tiempo-
Semiramis se sorprendió por un momento, pero después sonrió con dulzura y asintió sintiéndose un poco mejor a cada momento. Este iba a ser un gran viaje, pensó.