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VIGGO

Viggo, hijo de Hephaestus (Diosa de la Forja en Orario) y Kain (Antiguo Vástago del Equilibrio), nació como un semi dios. Sin embargo, con una derrota y la incapacidad de esforzarse por un objetivo en la vida, es enviado a entrenar con un furioso maestro. Acompaña a Viggo en su camino para convertirse en dios. "No te disculpes, se mejor" Este fanfic nace como un Spin-Off del fanfic Original "Suerte y Perseverancia" también escrito por mí y en emisión actualmente. Aclaraciones: Me han acusado de sádico con mis lectores, pero desmentiré ese tipo de observaciones. Lo que pasa es que no le doy todas las cosas en bandeja de plata a mis protagonistas; cada cosa se gana. Por otro lado, a veces solo pasa que las situaciones no salen como uno quiere. Sin embargo, ahí es donde radica la magia de un protagonista, en saber moverse dentro de los parámetros y buscar soluciones con las herramientas que ya posee. Créanme, jamás joderé a mis protagonistas si no es para hacerlos mejores y más poderosos. PD: LA IMAGEN ES SOLO REFERENCIAL.

AOoBeligerante · Cómic
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332 Chs

Midgar y el templo de Tyr 2.279

Viggo volvió a Midgar con Rosewisse y Brunilda después de completar sus asuntos en Niflheim. En ese momento no vieron Brok en la antesala del templo de Tyr, así que continuaron avanzando hasta la salida. Viggo metió los dedos por la hendidura que se formaba entre las dos puertas y las abrió hacia los lados de un solo golpe. Al salir, sintieron un agradable cambio. No más niebla mortal (de momento) y no más frio absurdo de Helheim. Por delante de ellos vieron el puente que conectaba el templo de Tyr con tierra firme, pero también vieron a un hombre tatuado, calvo y barbón junto a un niño que llevaba una aljaba y un arco.

Viggo miró a Rosewisse, ella asintió y él camino por delante mientras ella se hacía cargo de Brunilda y le explicaba la situación.

—Maestro, Atreus— dijo Viggo con fuerza mientras avanzaba. Al mismo tiempo Kratos se dio la vuelta y lo miró con la misma cara de pocos amigos de siempre, pero lo examino al ver la hermosa armadura que traía puesta. Atreus también se dio la vuelta y mostro una enorme sonrisa, pero quedó más fascinado por la armadura que llevaba Viggo. Sin embargo, este último se detuvo al notar lo que colgaba de la espalda de Kratos. Eso sin duda era la cabeza de Mimir, pero él debería estar atado a un árbol. Viggo soltó un suspiro y se acercó sin muchas energías, esto sería para largo.

—¿Cómo están?— preguntó Viggo

—Hermano ¿Qué es esa armadura?— preguntó Atreus rodeando a Viggo mientras los ojos le brillaban —está super genial—

—¿Verdad?— preguntó Viggo con una gran sonrisa, miró a su maestro

Kratos se acercó a Viggo, llevo su puño y le dio unos golpecitos en la coraza —buena armadura, muchacho— dijo

—Gracias maestro, veo que conocieron al autoproclamado hombre más sabio de los nueve reinos— dijo Viggo con una sonrisa incomoda —dime, Mimir ¿Todavía te puedes considerar el más sabio entre los vivos?—

—Tus bromas me siguen aburriendo, joven Viggo, me gustaría conocer a tus padres para tener una o dos palabras con ellos— respondió Mimir colgado del cinturón de Kratos

—Sí, claro—

—Hey, hermano ¿Ya conocías a Mimir?— preguntó Atreus parándose delante de él

—Claro, lo conocimos hace un par de años. Por supuesto, él se presentó como "¡Mimir, el hombre más sabio de los nueve reinos" y sin ningún sentido de la modestia a pesar de estar atado a un árbol—

—Bueno— respondió Mimir en un tono de voz molesto —yo puedo ser un hombre atado a un árbol o ahora una simple cabeza, pero sigo siendo sabio. Al mismo tiempo, tú puedes haber crecido, pero sigues siendo un mocoso insolente—

—Suficiente— dijo Kratos con un tono de voz firme, miró a Viggo y le preguntó —¿En qué andas?—

Viggo miró a su maestro que lo miraba con seriedad, pero Viggo ya estaba anestesiado contra esa expresión, así que se mantuvo en calma y respondió —bueno, verás, anduvimos por varios reinos y mi esposa venció a las valkirias. Así que ahora vamos al Rocstoll aff valkyrs y trataremos de convocar a la reina de las valkirias, Sigrun—

—¿Es eso verdad?— preguntó Mimir, todos lo miraron, pero después lo ignoraron

Viggo miró de nuevo a su maestro y continuo —así que eso, oye, por si acaso no has visto algún dragón que ronde por Midgar—

—Varios, hermano— respondió Atreus en lugar de Kratos —padre venció a uno hace un par de horas—

Viggo miró a Kratos y asintió —pensé que estarías oxidado, pero parece que es como montar a caballo, nunca se olvida—

Kratos soltó un gruñido a modo de confirmación

—Oye, hermano, hermano— dijo Atreus super emocionado —te apuesto a que no adivinas, te apuesto lo que quieras—

—¿Qué cosa apostamos?—

—Eeeeeh, no lo sé— respondió Atreus

Viggo y Kratos soltaron una carcajada y negaron con la cabeza.

Viggo miró a Atreus, el niño estaba deseoso de ser el centro de atención, así que Viggo le siguió la corriente —ok, si me sorprendes te dejare beber algo increíble, se llama estus— dijo

—No sé qué será, pero ahí va— dijo Atreus —soy un dios—

Viggo se quedó tranquilo, le dio una breve mirada a Kratos y él asintió. Viggo volvió a mirar a Atreus y le respondió —eso es genial ¿Cuál es tu poder?—

—Eeeeh, todavía no lo sé, pero Mimir dijo que pueden ser los idiomas. Aunque claro, no es tan genial—

—Oooh, pequeño hermano, no importa el poder, lo importa es como lo ocupas. La imaginación es el límite y saber comunicarte con otros te puede abrir tremendas oportunidades. Imagínate que de repente solo por no saber leer algo, dejas pasar una oportunidad ¿No crees que sería una lástima?—

—Supongo— respondió Atreus mirando hacia otro lado con una expresión de confusión

—Bueno, no te preocupes, ya lo entenderás y verás que tu poder es más genial de lo que parece—

—¿Tú también eres un dios?—

—Se podría decir, yo puedo ver cosas—

—¿Cosas como qué?—

—El futuro, a la distancia y ver lo que va a pasar unos segundos por adelantado—

—Woooow— dijo Atreus —eso sí que es un gran poder ¿Qué más?—

—Por ahora es poco lo que puedo hacer, pero estoy trabajando duro en eso—

—Mmm, me gustaría poder decir lo mismo—

—Vamos, Atreus, no te desanimes— dijo Viggo, se agacho y sus miradas coincidieron —eres un niño, tienes diez ¿cierto?— Atreus asintió y Viggo continuo —yo a tu edad no tenía mi divinidad y mira donde estoy. Tengo diecisiete años, cuando tu tengas diecisiete años y no hayas podido hacer nada genial con tu divinidad, preocúpate—

—Está bien, me parece bien— respondió Atreus mirándolo a los ojos con una gran sonrisa

Viggo busco en el bolso que llevaba cruzado al pecho y saco la botella de estus. Le quito el corcho, pero antes de ofrecérsela a Atreus, miró a Kratos —¿Está bien?— preguntó

—De todos modos, lo ibas a hacer ¿No?— respondió Kratos

—Vamos, no seas gruñón, ya tienes bastantes arrugas en la frente—

—Muchacho— dijo Kratos con el ceño fruncido

—Sí, lo sé, lo sé, hable más de la cuenta—

—Parece que la cabeza tiene razón, no importan los años ni lo que crezcas, siempre serás un mocoso—

Viggo le tendió la botella a Atreus y este último la recibió, miró su interior, lo olio y se relamió los labios. Entonces le dio un largo sorbo y aparto la botella de su boca. Él se relamió los labios, miró la botella y después se la tendió a Viggo.

—Estaba delicioso, gracias— dijo Atreus

—De nada, pequeño hermano, me gustaría poder darte más, pero es todo lo que me queda—

—¿Eso qué es, muchacho?— preguntó Kratos

—Se llama estus, cura las heridas, restaura la fuerza del alma y el mana ¿Quieres?—

Kratos asintió, Viggo se levantó, le tendió la botella y Kratos tomo la botella. Bebió un largo sorbo y quedó sorprendido ante el sabor. Kratos apartó la botella de su boca y se la tendió a Viggo —es, no es dulce— dijo confundido —no sabría decirlo, pero es bueno—

—¿Verdad? Me alegro de que te guste—

—Con respecto a el dragón, lo matamos hace un par de horas. Creo que todavía debería estar su cadáver en la montaña—

—Hermano, nosotros vamos para allá ¿Por qué no vienes con nosotros?— intervino Atreus

Viggo miró hacia atrás, vio a Rosewisse y Brunilda.

—Creo que los asuntos con la reina pueden esperar, los ingredientes para el estus son importantes— dijo Rosewisse

—¿En serio?— pregunto Kratos

Viggo y Rosewisse miraron al hombre tatuado y asintieron al mismo tiempo —se necesita un cadáver de dragón para procesar el estus— respondieron al mismo tiempo

—Ustedes tienen una buena química— comentó Mimir con una gran sonrisa en los labios

—Gracias— dijeron de nuevo Rosewisse y Viggo al unisonó.

Eso último hizo reír a Atreus, pero de repente él recordó algo y se acercó a Rosewisse —hermana ¿Te acuerdas de la promesa?—

—Atreus— dijo Kratos con el ceño fruncido

—Está bien, maestro, es un asunto entre él y Rosewisse— dijo Viggo —deja que él aprenda a pedir las cosas—

—Me acuerdo de tu promesa, pero primero tienes que hablar con tu padre— dijo Rosewisse con una amplia sonrisa —todo es una cosa de hacer las cosas con respeto—

Atreus frunció el ceño, miró hacia atrás y vio a su padre con una expresión de pocos amigos. Atreus soltó un suspiro, camino hasta Kratos y le preguntó —¿Padre, me das permiso?—

—Mmmm, recuerda agradecerle a Rosewisse—

—Gracias— dijo Atreus con una amplia sonrisa y se acercó de inmediato a Rosewisse.

—Muy bien— dijo Rosewisse, ella miró a Viggo para que él acompañara a Brunilda. Viggo asintió y ella miró a Atreus —tienes que darte la vuelta—

—¿Darme la vuelta?— preguntó Atreus con curiosidad

—Sí, ya verás por qué. No te preocupes, pase lo que pase, no te soltare, así que tienes que confiar en mi—

Atreus asintió, Rosewisse se detuvo detrás de él y lo abrazo. Ella miró a Viggo y Brunilda para que se apartaran. Ellos así lo hicieron y recién ahí Rosewisse pudo extender sus largas alas cubiertas por la aparatosa armadura dorada de las valkirias. Ella dio un gran salto, se elevó, Atreus soltó un grito y ella continúo aleteando para ganar altura.

—Vamos, Atreus— grito Viggo formando un cono con sus manos —no tengas miedo—

—Tranquilo, hermano— dijo Mimir —esa niña es una buena persona, la conocí hace años y te puedo decir que no ha cambiado—

Viggo miró a Kratos quien estaba mirando al cielo con el ceño fruncido, los brazos cruzados y las manos apretando sus antebrazos. Realmente tenía miedo de que le pasara algo a su hijo.

—Tranquilo, maestro— dijo Viggo —no es la primera vez que Rosewisse lleva a alguien—

Kratos le dio una mirada, asintió y soltó un leve gruñido en respuesta.

Al mismo tiempo que Rosewisse y Atreus sobrevolaban el Lago de los Nueve Reinos mientras la gran serpiente del mundo los miraba desde la distancia, Brunilda miraba el espectáculo y sonreía al ver a Atreus soltar risitas nerviosas que, al mismo tiempo, reflejaban su felicidad. Aquel niño que recién había visto parecía demasiado feliz.

—Tú ya puedes volar por tu cuenta, no le puedes pedir a Rosewisse que te lleve— murmuro Viggo de forma juguetona.

Brunilda miró hacia el lado y se quedó mirando esos ojos azules. Ella agacho la mirada y se ruborizo como un tomate.

Viggo soltó una risita y después se dedicó a mirar como Atreus pasaba de tener miedo a divertirse volando a gran velocidad. Le sorprendió que, para ser un niño, era más valiente que él.

Después de un par de minutos, Rosewisse descendió con Atreus en sus brazos y lo bajo al suelo.

—Gracias, hermana— dijo Atreus con una enorme sonrisa —fue, lo más genial que hecho hasta el momento—

—Mmmm, en la mañana decías que nuestro viaje fue lo más genial— dijo Kratos

Atreus miró a su padre, agacho la mirada y se sonrojo, haciendo que todos soltaran una risita.

—Bueno, ya que nos divertimos ¿Vamos a la montaña?— preguntó Viggo —solo los acompañaremos hasta la región en donde dejaron el cadáver del dragón—

—Vamos, tengo muchas cosas que contarte— dijo Atreus acercándose a Viggo —para empezar, sabes, soy amigo de la serpiente del mundo—

Kratos miró a su hijo y a su estúpido discípulo conversar como si fueran hermanos, algo que le dio un alivio ya que el niño no estaba solo. Al menos, a Viggo parecía importarle Atreus y aunque Kratos le prohibido ir a ver a su familia, Viggo se las arregló para que aquel anciano primordial le trajera cosas a Atreus todo el tiempo.

—Es bueno tener amigos ¿Verdad, hermano?— preguntó Mimir, pero Kratos solo respondió con un leve gruñido y avanzó por delante liderando al grupo con dirección a la montaña de los Jotun, en la región sureste del Lago de los Nueve Reinos, donde estaba el santuario y antigua prisión de Mimir.