El tiempo paso y la primera en dar a luz fue la madre de Viggo, Hephaestus, la diosa de la forja. Ella dio a luz a un bebé pelirrojo de nombre Marcus en la mansión que ella había construido para su familia.
Kain estaba al lado de la cama mientras Hephaestus sostenía a su bebé con un día de vida entre sus brazos. Frente a los pies de la cama estaba Viggo, Sakura y Ana. Viggo llevaba en sus brazos a Uriel y Bell con ocho meses de vida cada uno. Al mismo tiempo, Sakura llevaba en sus brazos a Caenis de dos años. La pequeña amazona de piel canela, cabello blanco y orejas de conejo miraba la habitación con curiosidad.
—¿Un intercambio, muchacho?— preguntó Kain levantándose del borde de la cama. El alto elfo de cabello blanco, orejas puntiagudas y ojos azules camino hasta Viggo. Este último le entrego a Bell y Uriel quienes estaban fascinados con su abuelo. Viggo camino hasta el borde de la cama, vio a su madre acostada y dándole pecho a su hermano. Una pequeño semi dios de fino cabello rojo con los ojos cerrados y por ahora, feo como una papa.
—¿Puedo?— preguntó Viggo
—Claro, hijo— respondió Hephaestus desde la cama con una sonrisa y una expresión cansada.
Viggo se sentó en el borde de la cama y miró a su pequeño hermano bebiendo leche del seno de Hephaestus. Kain se acercó a él, Viggo se dio la vuelta y lo miró. Kain le entrego primero a Uriel, Viggo la recibió y después le mostro a su hermano Marcus.
—Se llama Marcus— dijo Viggo a Uriel con un tono de voz suave —es tú tío, pero también será un amigo en el futuro—
La pequeña Uriel de nueve meses, cabello rojo y ojos azules como los de su padre miraba al bebé y a su abuela Hephaestus, pero por mucho que Viggo le dijera cosas, ella estaba más preocupada de los senos de Hephaestus. Eran una fuente de alimentación que por ahora estaban tratando de quitársela.
Viggo le paso Uriel a Ana, quien estaba a la izquierda de Kain y este último le entrego a Bell. El bebé de cabello blanco e iris de color rojo miraba a la mujer de cabello rojo y también miraba al bebé acostado en la cama mientras se chupaba el pulgar. Por último, Viggo recibió a Caenis en sus brazos y le presento a Marcus.
—¿Marcus?— preguntó Caenis que después de unos largos meses de educación había empezado hablar y preguntar cosas. Diferente de la pequeña amazona desnutrida y desnuda que encontró Viggo, ahora ella vestía un quitón blanco con bordes dorados. Una contextura robusta, con mejillas sonrosadas y mirada llena de vida.
—Sí, así se llama, es tú tío y un amigo—
—¿Tío?—
—Tío significa que es el hermano de papá— respondió Viggo —así como Bell y Uriel son hermanos de Caenis—
Caenis quedó mirando a Viggo a los ojos con una expresión de sorpresa, se llevó la mano a la boca como lo hacía Bell y se chupo el dedo.
—No, no es bueno que Caenis haga lo mismo que Bell. Caenis es una niña grande— dijo Viggo y le apartó la mano de la boca. Ella lo quedó mirando a los ojos con reproche, pero Viggo sonrió y la abrazó.
Viggo miró a Hephaestus y preguntó —¿Cómo te sientes, madre?—
—Bien, hijo, no recordaba que tener un hijo fuera tan complicado—
—A lo mejor son los años— dijo Viggo medio en broma
Hephaestus torno los ojos al techo en una expresión de fastidio y diversión. Miró de nuevo a Viggo, movió su brazo sin alterar a Marcus y pellizco a Viggo.
—Ouch— dijo Viggo —eso duele—
—Bueno, para que te guardes esos comentarios. Además, tengo sueño. Lo lamento, puedes dejarnos solos—
—Sí madre, no te preocupes, solo quería que mis hijos conocieran a mi hermano. Nos vemos, vendré a verte más seguido—
—Eso espero—
Viggo se levantó de la cama con Caenis en sus brazos, miró a su padre y asintió. Después camino a la salida junto con Sakura y Ana quienes llevaban a Uriel y Bell. En el pasillo encontraron a Isabel, una de las esposas de Kain que ayuda a Hephaestus con sus necesidades. Ella era la madre de Flora y al igual que su hija tenía el cabello rubio, ordenado en una trenza. En estos momentos utilizaba una blusa y pantalón de tela, cosa que la hacían ver muy parecida a Flora, pero en lugar llevar botas hasta las rodillas ocupaba unos zapatos bajos, además de verse mayor.
—¿Cómo estás tía?— preguntó Viggo
Isabel sonrió al ver tantos niños y se acercó con una expresión amigable. Ella le tendió la mano a Caenis y la niña le devolvió el gesto. Isabel le sacudió la mano en un gesto suave, después acercó su rostro y le dio un beso en la mejilla. Caenis hizo lo mismo con una hermosa sonrisa en los labios. Los niños sentían, pensó Viggo. Después de todo, Caenis no entendía, pero podía sentir la animosidad de Hephaestus a los niños que no "eran de su familia". Viggo soltó un suspiro esperando que ella fuera más abierta de mente.
—Estoy bien, Viggo— dijo Isabel mirando al enorme muchacho pelirrojo que ahora era casi tan alto como su marido. Por dentro se preguntaba por qué Flora salió tan bajita ¿Habrá sido porque ella misma era de baja estatura?
—¿Has ido a ver a Flora?— preguntó Viggo
—Sí, pero esos muchachos planean viajar a la gran ciudad. Así que ahora no sé cómo alcanzarlos. Esa hija mía es tan fría con su madre—
—No te preocupes, tía, Rosewisse y yo estamos trabajando en algo y cuando esté listo, te ayudaremos a alcanzar a Flora—
—Ojalá ella fuera tan considerada como tú—
—Bueno, Flora siempre fue independiente de ti—
—Sí, pero su hijo está tan pequeño ¿Por qué no se puede calmar?—
—No lo sé, tía, cuando tenga tiempo la visitare contigo y encontraremos una forma de que todo sea más fácil para ti—
Isabel asintió, se despidió de ellos y entro a la habitación donde estaba Hephaestus, Marcus y Kain. Viggo camino por el pasillo recordando como hace un poco más de un año él vivía aquí con sus esposas. Todo permanecía igual, con lo largos pasillo de estructura larga y rectangular. Ventanales que daban a los patios externos con vistas al bosque que rodeaba la mansión. Sin embargo, el lugar se sentía enorme para una persona.
—Papi, Tsuki— dijo Caenis
—Oooh ¿Tsubaki?— preguntó Viggo con una sonrisa. A Caenis le costaban las palabras complicadas, sobre todo las de otras culturas como las del Lejano Oriente. Sin embargo, está palabra estaba permitida por la misma Tsubaki. Tsuki significaba luna, pero de la forma en que la pronunciaba Caenis parecía que decía Suki, lo que significa "querer" en términos del amor.
Caenis asintió y se abrazó al cuello de Viggo con una gran sonrisa.