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Vendida al destino

Amelia no siempre fue Amelia. En una vida pasada, fue un joven que se dejó llevar por la apatía y la indiferencia, grabando en silencio una atrocidad sin intervenir. Por ello, una organización secreta decidió aplicar un castigo tan severo como simbólico: transformar a los culpables en lo que más despreciaban. Convertido en mujer a través de un oscuro ritual, Amelia se ve atrapada en un cuerpo que nunca pidió y en una mente asediada por nuevos impulsos y emociones inducidos por un antiguo y perverso poder. Vendida a Jason, un CEO tan poderoso como enigmático, Amelia se enfrenta a una contradicción emocional desgarradora. Las nuevas sensaciones y deseos implantados por el ritual la empujan a enamorarse de su dueño, pero su memoria guarda los ecos de quien fue, y la constante lucha interna amenaza con consumirla. En medio de su tormento personal, descubre que Jason, al igual que la líder de la organización, Inmaculada, son discípulos de un maestro anciano y despiadado, un hechicero capaz de alterar el destino de quienes caen bajo su control. Mientras intenta reconstruir su vida y demostrar que no es solo una cara bonita, Amelia se ve envuelta en un complejo juego de poder entre los intereses de Inmaculada y Jason, los conflictos familiares y las demandas del maestro. Las conspiraciones se intensifican cuando el mentor descubre en ella un potencial mágico inexplorado, exigiendo su entrega a cualquier precio. Para ganar tiempo, Jason e Inmaculada recurren a métodos drásticos, convirtiendo a los agresores de Amelia en mujeres bajo el mismo ritual oscuro, con la esperanza de desviar la atención del maestro. En un mundo donde la magia, la manipulación y la lucha por el poder son moneda corriente, Amelia deberá encontrar su verdadera fuerza para sobrevivir y decidir quién quiere ser en un entorno que constantemente la redefine.

Shandor_Moon · Ciudad
Sin suficientes valoraciones
96 Chs

019. Jugadas peligrosas

Jason despertó a su hora de costumbre; no necesitaba alarma, su cuerpo estaba acostumbrado a la misma rutina. Miró a su lado y en la penumbra distinguió los bellos rasgos de Amelia. Deseó despertarla como el día anterior, con un beso, pero en solo un día las cosas se habían deteriorado mucho. Si lo quisiera, sin importarle los sentimientos de ella, podría incluso tomarla, pero aun sin haber sido su intención, esta chica le interesaba mucho. ¿Amor? No, no podía ser amor con solo tres días, pero su borrachera, esa esencia mágica, su alegría y su vulnerabilidad le hacían sentir algo. Quizás pudiera ser su pareja en el futuro. Quizás estaban predestinados.

Con suavidad le apartó un mechón de su cara. Definitivamente era muy bella. Acarició su mejilla, donde anoche la había golpeado, maldiciéndose por no haber controlado sus nervios. La despertaría después de la carrera, pensó, e hizo ademán de levantarse.

—¿Ni un beso? —preguntó una voz suave a su espalda.

Jason se volvió, sorprendido por el tono dulce en la voz de Amelia. —Yo... Pensé que aún me guardabas rencor. No quise abusar —admitió, sintiendo por primera vez una vulnerabilidad que no solía mostrar.

—Dame un beso —ordenó ella, extendiendo los brazos hacia él.

Amelia sintió el peso del cuerpo de Jason sobre el suyo y después sus labios se juntaron. ¿Cómo había podido actuar así con él? Jason solo había estado apoyándola en todo, incluso había desatendido su trabajo un día para proporcionarle una cita maravillosa en Milán. Lo abrazó, tratando de disculparse por sus celos. Tras unos segundos de pasión, ambos se separaron.

—Lo siento, ayer... —comenzó a decir Amelia, pero Jason no le dejó continuar, poniendo un dedo en sus labios.

—Los dos hicimos y dijimos cosas que no sentíamos. No hacen falta disculpas, pues ambos sabemos nuestros errores y el arrepentimiento del otro —respondió Jason con una sonrisa que Amelia devolvió, asintiendo con la cabeza.

El ambiente entre ellos se había suavizado un poco, aunque la tensión subyacente seguía presente. Jason se levantó con suavidad, aún sintiendo el peso de la responsabilidad y las preocupaciones sobre Amelia y sus propios asuntos.

—Voy a salir a correr. ¿Quieres unirte? —preguntó Jason, intentando mantener un tono ligero.

Amelia se estiró y asintió, levantándose con él. —Claro, me vendrá bien despejar la mente.

Ambos se cambiaron en silencio, cada uno inmerso en sus propios pensamientos. Jason sabía que aún había mucho que resolver, pero por ahora, se aferraba a la esperanza de que el tiempo y la paciencia podrían sanar las heridas recientes. Amelia, por su parte, sentía una mezcla de alivio y miedo. Habían superado un obstáculo, pero la incertidumbre sobre el futuro seguía acechando en el fondo de su mente.

Salieron juntos al aire fresco de la mañana, dispuestos a enfrentar un nuevo día. La carrera matutina les ofreció una oportunidad para liberarse del estrés acumulado y comenzar a reconstruir la confianza y la conexión que ambos anhelaban.

Jason y Amelia corrieron juntos por el sendero privado que serpenteaba a través de los jardines de la mansión, bordeado de árboles altos y flores vibrantes. El aire fresco de la mañana les ayudaba a despejar sus mentes, permitiéndoles disfrutar de un breve respiro de sus preocupaciones.

Después de la carrera, Jason y Amelia regresaron a la mansión para ducharse, cambiarse y desayunar. Cada uno se sumergió en sus pensamientos mientras se preparaban para el día, encontrando consuelo en la rutina matutina.

Una vez listos, bajaron al comedor, donde disfrutaron de un desayuno nutritivo y silencioso. La comida ayudó a recargar sus energías, y la presencia del otro les brindaba una sensación de apoyo mutuo. Tras el desayuno, el chofer ya tenía el coche preparado, esperándolos frente a la entrada principal de la mansión.

El trayecto hacia el edificio de las empresas de Jason fue relativamente corto. Mientras el coche avanzaba por las calles de la ciudad, Amelia observaba el paisaje urbano, tratando de organizar sus pensamientos y prepararse para el día que tenía por delante. Jason, a su lado, también estaba sumido en sus reflexiones, planificando mentalmente las tareas que necesitaban atención urgente.

Al llegar al imponente edificio de las empresas de Jason, el chofer detuvo el coche frente a la entrada principal. Amelia y Jason descendieron, sintiendo la energía de la jornada laboral que comenzaba a intensificarse a su alrededor.

—Amelia, quiero que te enfoques en la reunión de hoy y no te preocupes por los rumores o las miradas. Demuestra lo que vales —dijo Jason, colocándole una mano en el hombro con un gesto de apoyo.

Amelia asintió, intentando mostrar una sonrisa segura. —Lo haré, Jason. Gracias por todo.

—Estaré en el edificio del Grupo Xiting, justo enfrente. Si necesitas algo, no dudes en llamarme —dijo Jason, indicándole el imponente edificio de cristal al otro lado de la calle.

Amelia observó la estructura moderna y asintió nuevamente. —Lo haré. Buena suerte con tus asuntos hoy.

Jason le dio un último apretón en el hombro antes de cruzar la calle hacia el edificio del Grupo Xiting. Amelia lo observó mientras se alejaba, sintiendo una mezcla de admiración y ansiedad. Respiró hondo, ajustó su bolso y se dirigió a la entrada de su edificio, decidida a enfrentar el día con la mejor actitud posible.

Al entrar en el vestíbulo, Amelia fue recibida por el personal con respeto y profesionalismo, aunque aún podía escuchar algún rumor acerca de cómo había obtenido el puesto o cotilleos sobre su relación con Jason. Subió en el ascensor hasta su despacho, mentalizándose para la reunión y recordando las palabras de Jason. Tenía mucho que demostrar y estaba decidida a no dejarse vencer por los desafíos que se presentaran.

Amelia entró en la sala de reuniones con una mezcla de nerviosismo y determinación. La sala estaba llena de directivos, cada uno con su propia agenda y expectativas. Isabel estaba a su lado, dándole una mirada alentadora antes de comenzar.

—Buenos días a todos —comenzó Isabel—. Hoy tenemos una serie de temas importantes que tratar. Pero antes, quiero presentarles nuevamente a Amelia Antúnez, quien estará colaborando estrechamente con nosotros.

Los directivos asintieron cortésmente, pero Amelia pudo sentir la tensión en el aire. Sabía que muchos de ellos aún dudaban de sus capacidades. Isabel continuó con la agenda, abordando varios puntos hasta llegar a un tema crítico: una estrategia para mejorar la eficiencia operativa y reducir costos en un proyecto clave que había estado enfrentando problemas.

—Hemos estado buscando formas de optimizar el proceso y reducir los costos operativos sin comprometer la calidad. Hasta ahora, nuestras soluciones no han sido lo suficientemente efectivas —dijo Isabel, mirando alrededor de la sala—. Amelia, ¿te gustaría compartir tus ideas sobre esto?

Amelia tomó aire, consciente de todas las miradas sobre ella. Se levantó y caminó hacia la pizarra digital, donde comenzó a dibujar un esquema.

—Gracias, Isabel. He estado revisando los datos y creo que podemos abordar este problema desde una perspectiva diferente. En lugar de simplemente cortar costos, podríamos implementar un enfoque basado en la metodología Lean, combinado con algunas técnicas de Six Sigma —comenzó, mientras dibujaba diagramas y flujos de procesos.

—Por ejemplo, en lugar de reducir el personal, podríamos reestructurar las tareas y responsabilidades para aumentar la eficiencia. Esto implicaría una capacitación cruzada, donde los empleados puedan manejar múltiples roles dentro del proyecto. Además, podríamos utilizar herramientas de análisis de datos para identificar y eliminar cuellos de botella específicos en nuestro flujo de trabajo.

Amelia continuó explicando cómo estas metodologías podrían aplicarse a su proyecto específico, utilizando ejemplos concretos y datos que había analizado previamente. Mientras hablaba, los directivos comenzaron a tomar notas y a intercambiar miradas de aprobación.

—Además —continuó Amelia—, podríamos introducir una plataforma de colaboración digital que permita una mejor comunicación y seguimiento de tareas entre los equipos. Esto no solo mejorará la eficiencia, sino que también reducirá errores y retrabajos, lo que finalmente se traducirá en ahorros significativos.

Cuando Amelia terminó su presentación, la sala quedó en silencio por un momento. Luego, uno de los directivos más experimentados, que inicialmente parecía escéptico, habló.

—Amelia, debo admitir que tus ideas son muy innovadoras y prácticas. No había considerado el enfoque Lean-Six Sigma para este proyecto, pero ahora que lo mencionas, parece una solución muy viable —dijo, mirando a los demás directivos—. Propongo que implementemos estas sugerencias y evaluemos los resultados en un mes.

Antes de que Isabel pudiera responder, Laura intervino, su tono lleno de escepticismo y una pizca de desdén.

—Me parece que Amelia ha presentado algunas ideas interesantes, pero debemos ser realistas. Implementar un enfoque Lean-Six Sigma y una plataforma de colaboración digital requiere tiempo y recursos significativos. ¿Estamos seguros de que esto no generará más costos a largo plazo? —preguntó Laura, mirando a Amelia con una sonrisa fría—. Además, ¿qué experiencia práctica tiene Amelia en liderar un proyecto de esta envergadura?

Los directivos murmuraron entre ellos, algunos mostrando dudas. Isabel, notando lo endeble de los argumentos de Laura, decidió hacer una jugada arriesgada.

—Laura, tus preocupaciones son válidas. Pero creo que Amelia tiene el potencial para liderar y demostrar sus capacidades. Propongo que Amelia sea nombrada directora de Energreen Solutions, nuestra empresa dedicada a paneles solares, aerogeneradores y baterías de almacenamiento de energía. Ahora mismo es una empresa deficitaria y ha costado el puesto a seis directivos en los últimos tres años —dijo Isabel, mirando a Amelia con confianza.

Laura, con una sonrisa maliciosa que apenas podía contener, levantó la mano en señal de aprobación. Sus ojos destellaban con una mezcla de satisfacción y anticipación, esperando ver a Amelia tropezar y caer. En su mente, ya podía imaginar el ridículo que haría la joven novata al enfrentarse a los complejos desafíos de Energreen Solutions. Para Laura, esto no era solo una oportunidad para desacreditar a Amelia, sino también una manera de socavar la confianza que Jason había depositado en ella. La imagen de Amelia siendo despedida y repudiada por Jason, desterrada de cualquier influencia en la dirección del grupo, le producía un placer retorcido. Era un movimiento estratégico, una jugada para apartar a la nueva rival del tablero y recuperar su posición de poder indiscutible.

Mientras tanto, otros directivos en la sala intercambiaban miradas de preocupación y escepticismo. Algunos fruncieron el ceño, considerando la propuesta injusta e imprudente. ¿Cómo podía una novata, recién llegada y sin experiencia en el liderazgo de una empresa tan problemática, asumir una responsabilidad tan grande? Susurraban entre ellos, debatiendo la sensatez de la decisión. Sin embargo, la influencia combinada de Isabel y Laura pesaba mucho en el ánimo del consejo. Isabel, con su reputación intachable y su firme convicción en el potencial de Amelia, y Laura, con su aparente apoyo estratégico, lograron inclinar la balanza.

El aire en la sala estaba cargado de tensiones y expectativas mientras los votos se sumaban. A pesar de las reservas de algunos, la propuesta fue aprobada. El nombramiento de Amelia como directora de Energreen Solutions se concretó, sellado por el apoyo de dos de las figuras más influyentes del grupo. La decisión parecía tomada, y los directivos no tuvieron más remedio que aceptar el resultado y esperar que el tiempo demostrara la valía de Amelia en su nuevo y desafiante rol.

En ese momento, Jason entró con mala cara, disculpándose por la tardanza.

—¿Me ponen al tanto de la reunión, por favor? —preguntó, tomando asiento junto a Amelia.

Isabel explicó brevemente la situación y la propuesta de nombrar a Amelia como directora de Energreen Solutions. Jason escuchó atentamente, su expresión grave.

—Apoyo la moción —dijo finalmente, mirando a Amelia con una mezcla de orgullo y preocupación.

Amelia había estudiado bien la empresa para hacer una propuesta no aplicada hasta ahora, pero sabía la historia de esta y el lío en el que se estaba metiendo. Aun así, se sentía agradecida por la confianza que le confería el órgano directivo y salió de la reunión con la cabeza bien alta.

Sin embargo, cuando llegó a su despacho, la magnitud de la responsabilidad y los desafíos la abrumaron. Se dejó caer en su silla, sintiéndose abrumada y vulnerable, consciente del gran reto que tenía por delante.

Amelia encendió el ordenador y comenzó a mirar el organigrama de Energreen Solutions. Mientras navegaba por la estructura de la empresa, notó algo inesperado: un recién contratado. La empresa había estado reduciendo plantilla desde hacía dos años, y de repente hoy acababan de contratar a dos personas. La primera era ella misma, Amelia Antúnez, como directora ejecutiva. La segunda era una tal Nuria Narbona con un salario estratosférico.

Intrigada, Amelia abrió el currículum de Nuria Narbona y se sorprendió al ver su impresionante expediente. Nuria había recibido tres nominaciones al premio Nobel y había estado trabajando en los principales desarrollos en el campo de la transformación de energía eólica y solar.

Amelia se quedó sin palabras. ¿Cómo era posible haber fichado a alguien de ese calibre por ese sueldo? Sin embargo, el contrato estaba allí, claro como el día, firmado hacía apenas un par de minutos. La ficha de Nuria Narbona no solo confirmaba su llegada, sino que también detallaba su rol crucial en la empresa, resaltando aún más el peso de la responsabilidad que ahora recaía sobre los hombros de Amelia.

La mente de Amelia se llenó de preguntas y dudas. ¿Era esto una trampa más de Laura? ¿O quizás una jugada maestra de Isabel para darle a Amelia una oportunidad de brillar con el apoyo de una mente tan brillante como la de Nuria?

Cerró los ojos por un momento, intentando calmar el torbellino de pensamientos. Sabía que tenía que mantenerse firme y demostrar su valía, pero el desafío que tenía por delante se estaba volviendo más complejo de lo que había imaginado.

Al abrir los ojos, Amelia se sintió una vez más decidida. Tomó un respiro profundo y empezó a trazar un plan. La llegada de Nuria podía ser una bendición disfrazada. Con alguien tan competente a su lado, quizás tendría la oportunidad de transformar Energreen Solutions y, en el proceso, demostrarle a todos, incluyendo a Jason y Laura, de lo que realmente era capaz.

Decidida, Amelia abrió un nuevo documento y comenzó a esbozar una estrategia para la primera reunión con Nuria. Sabía que ganarse la confianza y la colaboración de Nuria sería clave para enfrentar los desafíos que se avecinaban. Mientras tecleaba, su mente trabajaba a toda velocidad, pensando en cómo convertir esta inesperada situación en una oportunidad para cambiar el rumbo de la empresa y, al mismo tiempo, consolidar su posición dentro del grupo.

Con cada palabra escrita, sentía cómo la tensión en sus hombros se aliviaba ligeramente. Aún quedaba un largo camino por recorrer, pero estaba lista para enfrentarlo con determinación y valentía.