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Vendida al destino

Amelia no siempre fue Amelia. En una vida pasada, fue un joven que se dejó llevar por la apatía y la indiferencia, grabando en silencio una atrocidad sin intervenir. Por ello, una organización secreta decidió aplicar un castigo tan severo como simbólico: transformar a los culpables en lo que más despreciaban. Convertido en mujer a través de un oscuro ritual, Amelia se ve atrapada en un cuerpo que nunca pidió y en una mente asediada por nuevos impulsos y emociones inducidos por un antiguo y perverso poder. Vendida a Jason, un CEO tan poderoso como enigmático, Amelia se enfrenta a una contradicción emocional desgarradora. Las nuevas sensaciones y deseos implantados por el ritual la empujan a enamorarse de su dueño, pero su memoria guarda los ecos de quien fue, y la constante lucha interna amenaza con consumirla. En medio de su tormento personal, descubre que Jason, al igual que la líder de la organización, Inmaculada, son discípulos de un maestro anciano y despiadado, un hechicero capaz de alterar el destino de quienes caen bajo su control. Mientras intenta reconstruir su vida y demostrar que no es solo una cara bonita, Amelia se ve envuelta en un complejo juego de poder entre los intereses de Inmaculada y Jason, los conflictos familiares y las demandas del maestro. Las conspiraciones se intensifican cuando el mentor descubre en ella un potencial mágico inexplorado, exigiendo su entrega a cualquier precio. Para ganar tiempo, Jason e Inmaculada recurren a métodos drásticos, convirtiendo a los agresores de Amelia en mujeres bajo el mismo ritual oscuro, con la esperanza de desviar la atención del maestro. En un mundo donde la magia, la manipulación y la lucha por el poder son moneda corriente, Amelia deberá encontrar su verdadera fuerza para sobrevivir y decidir quién quiere ser en un entorno que constantemente la redefine.

Shandor_Moon · Ciudad
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96 Chs

015. En el ojo del huracán

Después de la intensa conversación con Isabel, Amelia se tomó un momento para procesar todo lo que había aprendido. La oficina de Isabel tenía un aire de profesionalismo y tranquilidad que la ayudaba a centrarse en la magnitud de su nueva posición. Sin embargo, las palabras de advertencia de Isabel resonaban en su mente, recordándole la seriedad de su situación.

Jason entró en la oficina con una expresión decidida. —Amelia, es hora de presentarte formalmente al equipo directivo. Quiero que todos sepan que tienes mi respaldo total.

Amelia asintió, levantándose de su silla y ajustando su ropa. Sentía una mezcla de nerviosismo y determinación. Sabía que este momento era crucial para establecer su posición.

Jason la guió por los pasillos, donde el personal continuaba trabajando diligentemente. Subieron por el ascensor hasta el último piso, donde se encontraba la sala de conferencias principal. Las puertas de cristal se abrieron y revelaron una sala espaciosa con una larga mesa de conferencias. Los directores de las diferentes empresas y secciones ya estaban sentados, esperando la llegada de Jason.

Antes de entrar, Jason se inclinó hacia Amelia y le dio un suave beso en la frente, apretando su mano con cariño. —Estás lista para esto. Confío en ti —dijo en voz baja, lo suficiente para que Laura, que observaba desde dentro, lo escuchara y viera.

Laura, al ver la muestra de afecto, frunció el ceño, sintiendo cómo crecía su desdén hacia esa desconocida.

—Buenos días a todos —saludó Jason con autoridad mientras entraba en la sala seguido de Amelia—. Quiero presentarles a Amelia. A partir de hoy, ella estará trabajando estrechamente conmigo y debe ser tratada con el mismo respeto y consideración que me tienen a mí. Sus decisiones deben ser acatadas como si fueran las mías.

Los murmullos llenaron la sala mientras los directores intercambiaban miradas de sorpresa y curiosidad. Jason los silenció rápidamente con una mirada firme. —Amelia es una mujer excepcional y confío plenamente en su capacidad para contribuir al crecimiento y éxito de nuestras empresas. Isabel y yo estaremos guiándola durante su formación, pero espero que todos ustedes le ofrezcan su apoyo y cooperación.

Amelia sintió el peso de las miradas sobre ella. Respiró hondo y se obligó a mantener la calma. —Es un honor estar aquí y tener la oportunidad de trabajar con todos ustedes. Estoy aquí para aprender y contribuir en lo que pueda. Espero contar con su apoyo y paciencia durante este proceso.

La mayoría de los directores asintieron y le ofrecieron sonrisas cordiales, pero cuando su mirada se encontró con la de Laura Martínez, la directora de la empresa más rentable de Jason, sintió una tensión inmediata. Laura, una mujer de 26 años con un porte autoritario y una mirada fría, no parecía impresionada. Su sonrisa era más un gesto de cortesía que de verdadera bienvenida.

—Bienvenida, Amelia —dijo Laura con un tono que apenas ocultaba su desdén—. Espero que puedas estar a la altura de las expectativas del señor Xiting.

Amelia sintió el desafío implícito en las palabras de Laura, pero decidió mantener la compostura. —Gracias. Haré todo lo posible por aprender rápido y estar a la altura —respondió con una sonrisa diplomática.

Jason notó la tensión pero decidió intervenir de manera sutil. —Laura, estoy seguro de que tu experiencia será de gran ayuda para Amelia. Confío en que le proporcionarás el mismo apoyo que das al resto del equipo.

—Por supuesto, señor Xiting —respondió Laura, su tono suavizándose ligeramente aunque su mirada permanecía desafiante.

La reunión continuó con Jason explicando algunos de los proyectos actuales y los desafíos que enfrentaban. Amelia escuchaba atentamente, tomando notas mentales de todo lo que se discutía. A pesar de sentirse abrumada por la cantidad de información, estaba determinada a demostrar su valía.

Una vez finalizada la reunión, Jason e Isabel acompañaron a Amelia a su despacho. Isabel la miró con aprobación. —Lo hiciste bien, Amelia. Mantén esa actitud y aprenderás rápidamente.

Amelia asintió, sintiéndose un poco más segura. —Gracias, Isabel. Estoy decidida a hacer un buen trabajo.

Isabel sonrió. —Esa es la actitud correcta. Ahora, vamos a empezar con tus primeras tareas.

Después de la presentación, Amelia se encontraba en su despacho, repasando algunas de las notas que había tomado durante la reunión. Estaba absorta en su trabajo cuando Laura apareció en la puerta.

—Veo que te has acomodado bien —dijo Laura, entrando sin esperar una invitación.

Amelia levantó la vista y sonrió cortésmente. —Estoy tratando de familiarizarme con todo. Hay mucho que aprender.

Laura asintió, cruzando los brazos. —Es natural. El mundo de los negocios es complejo y exigente. No todos están preparados para este tipo de desafíos.

—Estoy dispuesta a aprender y a trabajar duro —respondió Amelia, manteniendo su tono firme.

Laura la miró con una mezcla de curiosidad y escepticismo. —Veremos. No quiero sonar descortés, pero este no es un lugar para errores. La competencia es feroz y cada decisión cuenta.

Amelia asintió, entendiendo el mensaje. —Gracias, Laura. Tendré eso en cuenta.

Laura se acercó más, su expresión volviéndose más dura y despectiva. —No sé qué habrás hecho para meterte en la cama del señor Xiting, pero seguramente eres una vulgar buscona de la cual se cansará pronto. —dijo con veneno en su voz—. No te hagas ilusiones, Amelia. No eres nada aquí y te destruiré. Le haré ver al señor Xiting que yo soy la única digna de su corazón.

Amelia sintió un nudo en el estómago y por un momento se sintió como un gatito enfrentándose a un león. Pero reuniendo valor de a saber dónde, alzó la barbilla y la miró directamente a los ojos. —Puedes intentarlo, Laura. Estoy aquí para quedarme. No te tengo miedo.

Laura la miró con sorpresa y luego con una sonrisa fría. —Veremos cuánto duras, entonces. —Se dio la vuelta y salió del despacho, dejando a Amelia con el corazón latiendo a mil por hora.

Poco después, Isabel llegó con un pendrive. —Amelia, aquí tienes algunas tareas para comenzar. Quiero que revises estos informes y prepares un resumen para la reunión de mañana. También necesitarás familiarizarte con nuestras políticas internas y procedimientos.

Amelia tomó el pendrive y lo insertó en su ordenador. Al abrir los archivos, sus ojos se agrandaron por la cantidad de datos y la complejidad de la información. —¡Es una cantidad enorme de información! —exclamó, tratando de no sentirse abrumada.

Isabel asintió con una sonrisa comprensiva. —Lo sé, pero confío en que puedes manejarlo. Tómate tu tiempo y no dudes en preguntarme si tienes alguna duda.

Amelia comenzó a trabajar, pasando horas revisando los informes y tomando notas detalladas. Aunque se sentía abrumada por la cantidad de información, estaba decidida a adaptarse y demostrar su valía. Con Jason e Isabel guiándola, sabía que tenía una oportunidad real de triunfar en este nuevo desafío.

La jornada continuó con Amelia sumergiéndose en los datos, aprendiendo sobre las políticas y procedimientos internos de las empresas. Isabel permaneció cerca, supervisando y ofreciendo su apoyo cuando era necesario.

Amelia se dio cuenta de que estaba dando los primeros pasos hacia una nueva etapa desafiante pero prometedora en su vida profesional. Sabía que tendría que enfrentarse a muchos obstáculos, pero con la ayuda de Isabel y Jason, estaba decidida a triunfar.

Pero también otras manos comenzaban a tejer tramas de odio hacia ella. En redes sociales, empezaban a circular rumores maliciosos sobre Amelia y su relación con Jason Xiting. Los comentarios eran cada vez más crueles y dañinos.

"Joven recién graduada encandila a Jason Xiting y esta la pone al mando de sus empresas", "Amelia Antúnez emborracha a Jason Xiting y este la nombra directora general", "Una joven huérfana emborracha a Jason Xiting, se queda embarazada y se hace con el control de sus empresas".

El hashtag #AmeliaLaEmbaucadora tomaba fuerza, colocándose entre los primeros puestos de tendencias en el país. Fotos retocadas por IA comenzaban a circular, mostrando a Amelia en actitudes comprometedoras con Jason e incluso algunas imágenes desnudas o participando en orgías.

El teléfono de Amelia sonó. En la pantalla aparecía "Inmaculada Montalbán". Ajena a lo que sucedía en redes sociales, Amelia descolgó el teléfono.

—Hola Amelia, ¿te encuentras bien? —dijo Inmaculada al otro lado de la línea.

—¡Hola! Por supuesto, Jason es un hombre maravilloso. La velada de ayer en Milán...

—Mira las redes sociales —cortó abruptamente Inmaculada.

Amelia abrió Bluesky primero, viendo horrorizada una foto manipulada de ella con un burro. Luego, revisó Facebook, Twitter, TikTok... todas las plataformas ardían con su nombre y enlaces a su perfil, llenos de comentarios despreciativos.

—¿Cómo...? —susurró Amelia, incapaz de creer lo que veía.

—Tengo a mi equipo trabajando en esto para acallarlo, pero trata de ser comedida. Recuerda, si necesitas algo, me tienes a tu disposición y si necesitas ayuda psicológica, Lourdes puede ayudarte.

—Gracias. Yo...

Isabel levantó la cabeza de su portátil al ver cómo se quebraba la voz de Amelia y empezaba a llorar. Aunque decidió esperar a que terminara la llamada.

—¿Me necesitas? ¿Dónde estás? —preguntó Inmaculada con preocupación.

—Tranquila, si apareces aquí esto podría empeorar. Esto es solo para desestabilizarme. Hoy he comenzado a trabajar en las empresas del señor Jason y tengo una idea de quién puede haber orquestado esto. Si te necesito, te llamaré.

—De acuerdo. Cuídate —respondió Inmaculada antes de colgar.

Amelia dejó caer el teléfono en la mesa, su cuerpo temblaba mientras las lágrimas corrían por sus mejillas. Isabel se levantó y se acercó a ella, su expresión era de preocupación pero también de resolución.

—Amelia, ¿qué ha pasado? —preguntó Isabel suavemente, colocando una mano en el hombro de Amelia.

—Las redes sociales... están llenas de fotos horribles de mí. Todo es falso, pero... no sé qué hacer —dijo Amelia entre sollozos.

Isabel asintió con comprensión. —Esto es parte del juego sucio en los negocios y la política. Lamentablemente, es una táctica común para desestabilizar a alguien nuevo y prometedor. Pero no estás sola. Jason y yo te apoyaremos. Debemos mantener la calma y actuar con inteligencia.

Amelia respiró hondo, tratando de calmarse. Sabía que Isabel tenía razón. —Gracias, Isabel. Esto es muy duro, pero no quiero que me venza.

—Exactamente. Ahora, primero vamos a informarle a Jason sobre esta situación. Él debe estar al tanto para que podamos manejarlo juntos —dijo Isabel, con firmeza y determinación.

Juntas, se dirigieron al despacho de Jason. Amelia, aunque todavía afectada por lo que había visto, sentía una chispa de determinación renacer en su interior. Sabía que tenía aliados poderosos y que no estaba sola en esta batalla. Este era solo otro desafío que debía superar en su camino para demostrar su valía.

Jason estaba firmando una serie de documentos cuando ambas mujeres entraron en su despacho. Levantó la vista y, al ver las lágrimas en el rostro de Amelia y la expresión seria de Isabel, su semblante se endureció.

—Hola. ¿Qué ha pasado? Amelia aún no tiene responsabilidades vitales —preguntó Jason, dejando los documentos a un lado y poniéndose de pie.

—Mejor mira cualquier red social —contestó Isabel, con tono grave.

Jason frunció el ceño y sacó su teléfono para revisar las redes sociales. Su expresión pasó de una sonrisa comprensiva a una de terrible indignación.

—Quiero la cabeza del responsable mañana. O mejor aún, empalado en alguna plaza pública —dijo Jason, con voz contenida pero llena de furia.

—Daré las órdenes pertinentes, pero sabes lo difícil que es rastrear el origen. Seguramente habrán sido montadas por bots rusos contratados por alguien —respondió Isabel, manteniendo la calma.

—Pues investiga quién pagó a esos bots. Contacta con Inmaculada Montalbán y pide ayuda. Amelia es su protegida, seguro que estará encantada de colaborar —ordenó Jason, su tono firme y autoritario. Isabel asintió y salió del despacho.

—Ya está en ello —susurró Amelia entre sollozos—. Te juro que todas esas fotos son falsas. Yo nunca...

—Por supuesto que lo sé. Hasta hace tres días no habías salido de la mansión de Inmaculada. Y algunas de esas fotos dicen estar tomadas cuando todavía eras un hombre —dijo Jason, tratando de consolarla.

Esa última afirmación, aunque cierta, le dolió a Amelia profundamente. En solo tres días, escuchar referirse a su vida anterior como hombre le producía un tremendo dolor. Sin embargo, Jason no era consciente de la profundidad de ese sentimiento.

Jason, pensando que las lágrimas de Amelia eran solo por las fotos, suavizó su tono y se acercó a ella, rodeándola con sus brazos.

—Lo siento, Amelia. No quise hacerte sentir mal. Sé que esto es difícil para ti, pero vamos a resolverlo juntos. No dejaré que nadie te haga daño —dijo, besando su frente con ternura.

Amelia asintió, sintiendo el consuelo de su cercanía y la calidez de sus palabras. Sabía que Jason estaba de su lado, dispuesto a protegerla contra cualquier adversidad. Aunque el mundo parecía volverse en su contra, en ese momento sintió una chispa de esperanza.

—Gracias, Jason. Prometo que seré fuerte y demostraré que soy digna de estar a tu lado —dijo Amelia, secándose las lágrimas y tratando de recomponerse.

—Esa es mi chica. Ahora, volvamos al trabajo. No dejaremos que estos rumores nos detengan —dijo Jason, sonriendo con un orgullo que le infundió valor.

Amelia asintió y salió del despacho de Jason, decidida a enfrentarse al día con determinación. Mientras caminaba de regreso a su despacho, escuchó a dos empleados que pasaban a su lado susurrando.

—¿Has visto las fotos? No puedo creer que Jason haya puesto a esa chica al mando —dijo uno, con tono despectivo.

—Sí, parece que cualquiera puede llegar lejos si sabe cómo jugar sus cartas. Es patético —respondió el otro, con una risa sarcástica.

Las palabras le dolieron profundamente, avivando la mezcla de rabia e impotencia que sentía. Llegó a su despacho, cerró la puerta detrás de ella y se dejó caer en la silla, luchando por contener las lágrimas de frustración y enojo. Sentía que el peso de las expectativas y los juicios injustos la aplastaban, pero también sabía que debía demostrar su valía.