Lola no reconocía su nueva ubicación aparte de los fragmentos que había obtenido del hechizo de rastreo, suficientes para darse cuenta de que estaba en el lugar correcto. El olor a hierbas le asaltaba las fosas nasales y la magia residual que la envolvía era prueba suficiente de que Dorcas quería ser encontrada en sus últimos momentos.
Observaba cautelosamente a su alrededor por si acaso quien hubiera matado a Dorcas estaba esperando escondido y había preparado una trampa para quien viniera por su cuerpo. Pero Lola pudo sentir mediante su magia que no había nadie alrededor y escaneó el resto de la habitación. No fue hasta que Lola llegó a un rincón oculto a la vista con una cortina que avistó a Dorcas en la cama y se quedó congelada.
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