—Dime, Rosalind, ¿quién te nombró portavoz de todas las Hadas en este castillo? —Aurelia la cuestionó con un aura severa e intimidante mientras Rosalind miraba alrededor nerviosamente como una rata atrapada por humanos y a punto de ser enviada al más allá.
Aurelia era una Fae dulce y amable, por lo que la repentina expresión oscurecida en su rostro parecía fuera de lugar. Probablemente Rosalind no esperaba este interrogatorio y no tuvo tiempo de prepararse o de inventar una excusa ya que una Fae no puede mentir.
Además, no era tan astuta y hábil como su amante, el Príncipe Aldric. Había un dicho en el reino humano que dice que Dios los cría y ellos se juntan, Islinda supuso que Rosalind era una gallina, no un pájaro. Porque la desvergüenza de Aldric no se le había contagiado en absoluto.
—Pensé que estaba tomando la mejor decisión para todos —ella respondió nerviosa, jugueteando con sus manos que se habían vuelto frías y húmedas.
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