—¿Qué te ha llevado tanto tiempo? Empezaba a pensar que estabas desayunando sin mí. —Aldric le dijo en cuanto entró con la bandeja de comida.
—Lo siento, me distraje mientras estaba en la cocina preparando nuestro desayuno —Islinda se disculpó, llevando la bandeja a la cama ya que era el único lugar espacioso para comer juntos. Su mesa de estudio era pequeña y no cabía el príncipe fae oscuro, quien parecía haberse instalado en ese lugar sin decirlo.
Islinda era consciente de la intensa mirada de Aldric sobre ella mientras bajaba la bandeja a la cama y, en su prisa por terminar, casi volcó un plato de sopa caliente. Aldric estiró la mano con velocidad de rayo, estabilizando el plato antes de que se pudiera derramar, desviando sus ojos hacia ella.
—Por eso tengo sirvientes para trabajos menores como este. No te traje aquí para ser una esclava, princesa. —dijo.
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