—De acuerdo, tal vez, Islinda estaba un poquito asustada de Valerie en este estado —jadeó al ser empujada contra un árbol, la corteza presionando su espalda mientras su boca cubría ansiosamente la de ella.
Habían estado besándose por un rato ya e Islinda estaba perdiendo la noción del tiempo y de su mente. Quizás pudo haber tenido que ver con el hecho de que ambos estaban solos en el bosque y nadie se aventuraría tan lejos. Este era su pequeño paraíso.
—Gimió cuando su lengua se introdujo en su boca de nuevo, barriendo la suya y aumentando la ansiedad entre sus piernas. Valerie ya la había marcado con su sabor; la manera en que su lengua se movía con la de ella era todo lo que ella percibía. Su pecho estaba aplastado contra su pecho, la fricción de sus pezones contra su piel llenándola de una necesidad que la emocionaba y asustaba al mismo tiempo. Sin embargo, lo recibía todo, igualando su pasión.
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