Llegaba la hora en que Vincent y Leah debían llegar a Aharromoggh.
¿Habrían llegado ya?
Samantha apagó el fuego y se secó las manos con un paño de cocina. Luego tomó su teléfono y contestó la llamada —Hola, Dr. Jameson, ¿ya está aquí?
Vincent respondió con calma —Lo siento, señorita Larsson, tengo que atender una enfermedad grave de última hora de un paciente y no podré pasar todavía. Probablemente necesite otros dos días o algo así antes de poder ir.
—Oh, ya veo... —dijo Samantha comprensivamente—. Últimamente he estado bien, Doctor, así que adelante y ocúpese de sus cosas primero. Estaré bien.
—De acuerdo. Recuerde tomar el medicamento que le receté y seguir cuidando su salud. Llámeme si surge algún problema. —El Dr. Jameson tenía un tono de disculpa—. Me apuraré allí inmediatamente una vez termine mi trabajo aquí.
—Está bien, Doctor. —Samantha respondió.
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