Una vez que Rey dio un paso adelante, una voz surgió desde más allá de la puerta que estaba frente a él.
Habían pasado poco más de dos semanas desde que escuchó esa voz.
En el momento en que surgió, Rey sintió algo cambiar en su corazón. La melodiosa tonada danzaba en sus oídos, y sintió su cuerpo más ligero.
En ese instante, la tensión en su cuerpo desapareció.
Rey sintió alivio.
—¿Eres tú, Rey? Por favor, pasa.
Esas palabras lo impulsaron a dar más pasos hacia adelante mientras giraba la perilla de la puerta y finalmente ganaba acceso al santuario que había detrás.
—Ahhh…
Lo primero que lo ocupó fue el encantador aroma que se dispersó al instante en que abrió la puerta. Sobrepasaba sus sentidos, provocando que cerrara los ojos mientras toda la atmósfera lo abrazaba.
Se sentía como si la naturaleza hubiera venido a visitarlo, otorgándole el regalo de innumerables flores con los mejores aromas para complacer su nariz.
Era extático, simplemente estar en la entrada.
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