Más tarde esa noche
—Qué aburrido... —Rey se encontró sosteniendo una copa de vino mientras miraba a su alrededor, empapándose de la rica y ruidosa atmósfera que lo rodeaba.
El gran salón del Palacio Real brillaba bajo el suave resplandor de innumerables lámparas de cristal. El vasto espacio estaba adornado con estandartes de seda y las grandes ventanas tenían cortinas inmaculadas.
Una majestuosa alfombra roja se extendía a lo largo del pulido suelo de mármol, conduciendo al centro de la habitación.
Nobles y hombres poderosos de toda la Alianza se mezclaban con gracia y sofisticación. Su atuendo era una ostentosa exhibición de riqueza y estatus: ricas túnicas de terciopelo adornadas con gemas preciosas y bordados elaborados, y trajes bien cortados con chalecos de brocado y capas forradas con pieles exóticas.
Mientras conversaban, la risa y el delicado tintineo de las copas llenaban el aire.
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