Miguel hizo lo que me prometió. Cuando salía a trabajar, siempre me llevaba consigo y me dejaba estar a su lado.
Sin embargo, después de seguirlo unas cuantas veces, decidí darle algo de espacio para trabajar.
No quería traer más problemas a Miguel. Por un lado, si yo estuviera en el palacio con él, sería inevitable que me encontrara con el Rey. Estaba segura de que al Rey no le agradaba mi relación con Miguel. Mi aparición frecuente solo aumentaría las discusiones innecesarias entre padre e hijo.
Por otro lado, si Miguel y yo apareciéramos juntos en el mismo lugar, Miguel inevitablemente se distraería conmigo. Yo era la compañera de Miguel. Creía que mi existencia era para ayudarlo, no para ser su obstáculo.
Pero esto me hacía querer pasar más tiempo con Miguel.
Había intentado parecer menos apegada, pero no era fácil.
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