¡Ese hombre era un sádico!
El muchacho, que estaba verdaderamente enojado por su mirada inescrupulosa, no podía hacer nada al respecto.
Mientras se acariciaba su barbilla, el hombre preguntó con curiosidad.
—¿Cuándo empezaste a jugar con las armas de fuego?
—¿Por qué debería responder a tu pregunta?
—Probablemente empezaste en mayo del año pasado cuando te uniste oficialmente al Grupo Huracán, ¿estoy en lo cierto? —Su padre le guiñó.
El chico una vez más se quedó estupefacto.
Ese hombre era un sádico minucioso al haberle hecho esa pregunta, a la que ya sabía la respuesta.
—Sólo quiero ver cuán sincero eres con tu padre. —El hombre pudo de alguna manera saber lo que estaba pensando y se lo aclaró.
La mirada en la cara del chico se volvió peor al escuchar esas palabras.
¿Acaso este hombre puede leer la mente?
¿Puede saber lo que estoy pensando con sólo una mirada?
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