Un destelló brilló en los ojos de la pitón mientras todos entraban en acción para atacarla. Su enorme cabeza giró repentinamente mientras rugía hacia los rayos de luz de los numerosos hechizos que se abalanzaban hacia ella desde todas las direcciones.
«¡Grrr!»
El rugido fue tan fuerte que podía hacer estallar los tímpanos de uno y dejarlo sordos. Era como si el Trueno Celestial hubiera tocado el suelo, gobernado por algún mandato implícito. Era como la fuerza de los cielos y de la tierra golpeando contra el suelo, tanto que en el momento en que explotó formó una onda expansiva que se esparció tan rápidamente que cubrió toda la zona al instante, chocando de frente con los hechizos.
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