El rugiente Lucien

La luz del sol invernal atravesó la gruesa capa de nubes, atravesó el cristal de la ventana y cayó sobre los mapas de astrología colgados en la pared del estudio. El halo amarillo claro hacía que el espacio fuera cálido y acogedor.

La estudiante de Neeshka, Samantha, lucía la misma expresión vacía de aún-me-debes-diez-mil-puntos-de arcana.

—Señor, ¿se unirá a la reunión de mañana?

—¿Por supuesto, por qué no? —Neeshka estaba bastante cabreado—. ¡Les enseñaré a Levski y Lucien Evans una buena lección! ¡Esta porquería nunca debe enviarse a la Junta de nuevo!

Samantha asintió un poco, obviamente no estaba afectada por la furia de su maestro.

—Le diré al cochero que se prepare para mañana por la mañana y que no vuelva a llegar tarde.

Luego recogió el montón de archivos y salió de la oficina, dejando solo al furioso Neeshka coontemplando el artículo y el comentario de Lucien.

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