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El oscuro secreto

El amanecer se filtraba por las cortinas entreabiertas, pintando de tonos dorados el modesto cuarto donde Lysandro y Aria habían pasado la noche. Sin embargo, la luz del nuevo día no trajo consigo la misma sensación de esperanza y renovación que solía traer. En su lugar, una pesada nube de preocupación se cernía sobre ellos, alimentada por las perturbadoras palabras de Kyros.

Después de levantarse temprano, como era su costumbre, el pequeño grupo se reunió en la cocina para preparar el desayuno. El silencio reinaba en la habitación, interrumpido solo por el sonido de los utensilios de cocina y el crepitar suave del fuego bajo la olla.

Lysandro, incapaz de contener su inquietud por más tiempo, se volvió hacia Kyros con una mirada inquisitiva en sus ojos. "Kyros", comenzó, su voz temblorosa ligeramente, "sobre lo que dijiste anoche... sobre el amuleto y lo que debo hacer para desbloquear su verdadero poder... ¿puedes explicarlo más? No puedo entender por qué tendría que... hacer eso".

Kyros, que había estado absorto en sus propios pensamientos, levantó la vista para encontrarse con la mirada ansiosa de Lysandro. Su expresión se suavizó por un momento antes de volver a endurecerse con determinación. "Lysandro, entiendo que esto te resulte difícil de aceptar", comenzó, "pero es crucial que comprendas la verdadera naturaleza del amuleto y lo que se requiere para desatar su máximo potencial".

Aria, quien había estado escuchando en silencio hasta ese momento, se unió a la conversación con una mezcla de curiosidad y aprensión en su voz. "Pero ¿qué quieres decir con 'hacer eso'? ¿Qué tiene que ver con el amuleto?"

Kyros suspiró profundamente antes de responder. "El amuleto que llevas, Lysandro, no es solo una pieza de joyería extravagante. Es una herramienta poderosa, imbuida de magia antigua y oscura. Pero su verdadero poder solo se desbloquea a través de un acto de sacrificio".

Lysandro frunció el ceño, confundido. "¿Sacrificio? ¿Qué tipo de sacrificio?"

Kyros miró a Lysandro directamente a los ojos. "Para desatar el verdadero poder del amuleto, debes estar dispuesto a matar a otros seres humanos".

El aire en la habitación se volvió pesado con la incredulidad y el horror. Lysandro sintió un nudo en el estómago mientras las palabras de Kyros se hundían en su mente. "¿Matar... a otros humanos?" Repitió, apenas capaz de articular las palabras.

Kyros asintió solemnemente. "Así es. El amuleto se alimenta de la energía vital de aquellos a quienes matas. Solo a través de la muerte puedes liberar todo su poder".

Aria se estremeció ante la idea, sus ojos buscando desesperadamente una alternativa. "Pero... ¿hay alguna otra manera? ¿Alguna otra forma de desbloquear el poder del amuleto sin... hacer eso?"

Kyros sacudió la cabeza con tristeza. "No, Aria. Esta es la única forma. El amuleto es una herramienta antigua y poderosa, pero también es implacable en sus demandas. Si deseas alcanzar tu máximo potencial como guerrero, no hay otra opción".

Lysandro sintió una oleada de desesperación abrumadora. La idea de quitarle la vida a otro ser humano era repugnante para él, en contra de todo en lo que creía. Pero al mismo tiempo, una pequeña voz en su interior le recordaba las batallas anteriores, las veces que había luchado por su vida y por las vidas de aquellos a quienes amaba. ¿No valdría la pena el sacrificio si significaba proteger a los demás?

"¿Y qué pasa con la magia?" Preguntó Lysandro, su voz apenas un susurro. "¿Qué tiene que ver con todo esto?"

Kyros suspiró, como si lamentara tener que revelar aún más oscuridad. "La magia que posees, la que has cultivado y dominado a lo largo de los años... también tendrás que sacrificarla. El amuleto es una fuerza voraz, y no dejará piedra sin remover en su búsqueda de poder absoluto".

Lysandro sintió como si el suelo se abriera bajo sus pies. La magia era una parte fundamental de su ser, una extensión de su voluntad y su fuerza. ¿Cómo podía aceptar perderla, renunciar a todo lo que había trabajado tan duro para lograr?

"¿Por qué no me lo dijiste desde el principio?" Preguntó Lysandro, su voz temblorosa con una mezcla de ira y desesperación. "¿Por qué ocultar esta verdad?"

Kyros bajó la mirada, su rostro sombrío con pesar. "No te lo quería decir desde el principio porque no me preguntaste nada sobre cómo despertar el máximo potencial del amuleto", admitió. "Pero ahora que me lo preguntas, ya te tenía que responder con sinceridad".

El silencio que siguió fue ensordecedor, roto solo por el sonido de los latidos acelerados del corazón de Lysandro y el suave susurro del viento fuera de la ventana. En el espacio entre ellos, se extendía un abismo de incertidumbre y miedo, mientras cada uno luchaba por asimilar la verdad brutal que acababan de enfrentar.

Finalmente, fue Aria quien rompió el silencio, su voz firme a pesar del miedo que la consumía. "Entonces, ¿cuál es nuestro próximo paso? ¿Qué haremos ahora?"

Kyros levantó la mirada, "No se puede hacer nada más que aceptar que tendrá que matar para volverse más fuerte y cambiar el destino y para lo que aran ustedes dos será entrenar mucho".

Con un nudo en la garganta y el peso del destino sobre sus hombros, Lysandro asintió lentamente. Sabía que el camino que tenían por delante sería sangriento.