Una científica, Duan Yixin, transmigró a otro mundo. Poseyó el cuerpo de una chica de dieciséis años pero no heredó ninguna de sus memorias. Con un compromiso matrimonial roto y sin dinero en mano, solo quería ganar dinero pacíficamente. Es una lástima que el destino siempre juegue trucos a las personas. Cuando pensó que finalmente podría vivir en paz, descubrió que este mundo no era tan simple como pensaba. El hombre que rescató era el notorio general despiadado, y la mujer que le robó a su ex-prometido era la protagonista femenina de este mundo. Miró hacia el cielo y preguntó: —Dios, ¿estás bromeando conmigo? Unos años más tarde, en su noche de bodas, ella lo miró seriamente y dijo: —General, no soy tu luz de luna blanca. El hombre bajó la cabeza y susurró en su oído: —Mhm, no eres mi luz de luna blanca, eres mi vida.
Al ver a un sirviente pasar por su lado, Duan Yixin llamó al sirviente:
—Disculpe.
El sirviente escuchó su llamado y se acercó. Sonrió y preguntó cortésmente:
—Huésped, ¿hay algo en lo que pueda ayudarle?
Duan Yixin señaló las grandes cajas y dijo:
—Todavía tengo algo que hacer por el momento. ¿Podría echar un vistazo a estas cajas para mí?
En cuanto el sirviente miró las cajas, supo que el contenido debía ser muy valioso. Se rascó la cabeza y dijo con hesitación:
—Esto…
Notando su vacilación, Duan Yixin sacó unas monedas de cobre y se las entregó al sirviente:
—Voy a comprar algo de comida, y volveré en un rato. Solo necesito que vigiles estas cajas por un momento.
El sirviente miró las monedas de cobre en su mano, que equivalían a su ingreso diario, y sonrió:
—De acuerdo. Pero solo puedo ayudarte a cuidar estas cajas por un rato porque todavía tengo trabajo que hacer.
Duan Yixin sonrió y dijo:
—Gracias.
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