Ares estaba dando los últimos toques a los preparativos de la fiesta cuando Efraín llegó, exudando elegancia con su atuendo cuidadosamente seleccionado.
—¿Necesitas ayuda? —se ofreció.
—No, ya casi terminamos.
—¿Vendrá el Rey Ricardo?
Ares mostró una sonrisa consciente. —Creo que estás más interesado en si su hija asistirá.
Efraín devolvió la sonrisa burlona. —Cierto, pero también necesito al padre —confesó, acomodándose cómodamente en un asiento—. Planeo proponerle matrimonio esta noche. Me gustaría obtener su permiso primero.
Ares se volvió abruptamente hacia él, su interés picado. —¿En serio? ¿Has planeado algo especial para la ocasión?
—Yo... —Efraín dudó, luego negó con la cabeza—. No mucho.
Ares rió cálidamente. —Prometo que no me reiré.
Tomando una respiración profunda, Efraín comenzó:
—Tenía la intención de mostrarle el futuro que … he construido para nosotros.
Ares levantó una ceja, intrigado. —Ah... ¿quieres decir que has construido todo en tu futuro?
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