"Araminta llevó a Ravina a su habitación y le ofreció algunas ropas nuevas. Sus ropas tradicionales no tenían nada que ver con las que llevaba en su hogar. No había vestidos. Araminta le dio una ropa interior consistente en una simple falda blanca que llegaba hasta las pantorrillas. Encima de ella, le ayudó a ponerse una larga prenda marrón que estaba envuelta alrededor de su cintura y doblada y metida por delante para parecer una falda larga.
La parte superior era una blusa beige ajustada sin cinturón. Había visto a las mujeres llevar variantes de ella, con mangas, con mangas cortas o sin mangas. Atadas en la espalda o en el frente.
Araminta le dio una con correas en los hombros y estaba atada en la espalda. ¿Cómo andaban con esto? Se sintió algo desnuda pero no dijo nada. Si iba a quedarse aquí, su ropa era lo menos que tenía que soportar.
—Sé que no es lo que usas en casa. Esperamos que te acostumbres —dijo Araminta con una sonrisa.
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