—Malachi regresó a casa con Ruskan, cubierto de sangre y lleno de balas, causando el peor tipo de dolor. Sabía que una era de obsidiana, ¿pero qué diablos era la otra que le impedía usar su pierna normalmente? Le recordaba un poco a la que Ravina le disparó.
Aaron y Joel, que estaban acechando en la oscuridad, aparecieron a su llegada. Lo miraban con shock y preocupación.
—¿Qué pasó? —preguntó Joel.
—Aaron miró sus heridas. ¿Humanos? ¿A dónde fuiste?
—Joel rodó sus ojos. Fuiste a buscarla. ¿Quieres matarte por una mujer?
—Malachi no estaba de humor para hablar y se metió adentro.
—La mujer es su compañera de cría —recordó Aaron mientras lo seguían adentro.
—Bueno, espero nunca encontrar la mía si uno se convierte en un tonto —dijo Joel—. Cuidemos tu herida. ¿O dónde está tu médico de raza?
—No la despertemos —cortó Malachi, mientras intentaba luchar contra el dolor.
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