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ch 4

Mas allá del Muro 297 A.C

Los ojos de Jon comenzaron a abrirse lentamente. Cuando al fin pudo volver a ver, lo primero que notó fue que estaba en la ladera de una de las montañas de los Colmillos Helados. El lugar exacto no lo podía distinguir ahora mismo, pues ya era de noche y no se podía ver nada mas allá de los ciento cincuenta metros.

'¿Qué pasó?' pensó Jon mientras se sobaba la cabeza, pues sentía un gran dolor allí. Al momento en que tocó el bulto que se había formado por el golpe recibido, logró recordar lo que había pasado. Por lo que, sin perder tiempo se puso de pie de un solo salto y comenzó a escanear el lugar con la vista. Mientras buscaba a algún enemigo, su mano se dirigió instintivamente hacia su cadera para buscar una espada, pero para su mala fortuna no había arma alguna.

"Deja de ser tan paranoico, Jon." Dijo la voz de Edzard desde lo que parecía ser una construcción rocosa.

"¿Edzard?" preguntó Jon con confusión al escuchar a su maestro, pues no esperaba que el estuviera aquí. Sin embargo, fue el conocer que él estaba aquí lo que hizo que se diera cuenta de lo que había sucedido. Así que, caminando, se acercó a él y lo vio sentado en unas rocas. "Fuiste tú, ¿Verdad?"

La pregunta de Jon fue respondida primero por un silencio, pero luego se escuchó una suave risa. "Je, je, je. ¿Qué te hizo demorarte tanto en deducirlo?"

"No lo sé… ¡Tal vez porque nunca espere que me atacaras!" gritó Jon con evidente molestia en su voz.

"Si, así parece." Dijo Edzard con voz calmada.

"¿Por qué lo hiciste?" preguntó Jon sentándose al lado de su maestro.

"Quería que entendieras que por más poderoso que te hayas vuelto bajo mi tutela, nunca debes de baja la guardia ni confiarte." Respondió Edzard. "Después de todo, nunca sabes cuando aparecerá un enemigo dispuesto a matarte."

"Yo…. Ya veo." Dijo Jon, tomando en cuenta las palabras de su maestro.

"Jon, seguro te preguntas por que te he traído aquí de manera tan brusca, ¿verdad?"

Jon dejo de pensar en las palabras que Edzard dijo anteriormente y asintió torpemente.

"Te he traído aquí para darte las ultimas lecciones."

"¿Ultimas lecciones?" preguntó Jon con un poco de temor.

"Así es, Jon. Si bien quería ponerte a prueba colocándote en un laberinto especialmente construido para ello, ya no tengo tanto tiempo." Respondió Edzard mientras levantaba su mano izquierda, mostrando que estaba desvaneciéndose.

Jon vio como la mano de Edzard se desvanecía, pero era muy diferente a las veces en las que el volvía al collar. Le tomó unos minutos, pero logró deducir que estaba pasando. Al hacerlo, su estómago comenzó a hundirse.

"Quita esa cara, Jon." Dijo Edzard al ver como su pupilo tenía una mirada triste. Al ver que sus palabras no lograban animar a su pupilo, Edzard movió su mano derecha y la puso en la cabeza de Jon. "No estes triste, Jon. Pese a que nunca te lo dije, tú sabias que no estaría contigo para siempre."

"L-l-lo sé, p-p-pero… e-e-eso no ayuda…" dijo Jon mientras sentía los ojos aguados.

"No llores, Jon. Sabes tan bien como yo que la muerte es algo natural en el ciclo de la vida. Si bien, me quede en este mundo como un fantasma, eso no quiere decir que cuando estemos en el más allá no podamos volver a vernos. En especial ahora que tu alma ya no es tan normal"

Las palabras de Edzard hicieron que Jon levantara la cabeza y mirar a Edzard fijamente.

"¿Q-que quieres decir?" preguntó Jon.

"Hay muchas cosas que no te he dicho sobre mí. La gran mayoría fue por que eras muy joven para entender, pero ahora ya podrás entender." Dijo Edzard mientras comenzaba a pensar con que iniciar su charla con Jon. Luego de pensar un buen rato, decidió iniciar por el inicio de su historia en este mundo. Así que, comenzó a contarle sobre su llegada a este mundo, su encuentro con los primeros Valyrios, el entrenamiento que les dio, la traición que sufrió por parte de ellos cabe mencionar que cuando Jon escuchó que el habías sido quien entrenó a los primeros Valyrios, se emocionó, pues aprendería sobre algo que ni los maestres sabían. Sin embargo, cuando escuchó sobre la traición, Jon comenzó a maldecir a los Valyrios en varios idiomas.

"Ya, Jon. Deja de maldecir." Dijo Edzard con un poco dureza mientras ponía una cara de pocos amigos.

"P-pero…" Contestó Jon, pero se calmó al ver la cara que estaba poniendo Edzard. "Está bien…"

"Bien. Aunque si bien me traicionaron, no es que no me haya vengado."

"¿Qué?" preguntó Jon con sorpresa, pues no pensaba que su maestro fuera alguien vengativo. Es decir, nunca dio la impresión de serlo.

"Me vengue de ellos destruyendo su ciudad, Jon." Respondió Edzard a la pregunta de su pupilo. "Yo fui quien causo la «Maldición de Valyria»."

Las palabras de Edzard resonaron en la mente de Jon por un momento, al final cuando logró comprender las palabras, hizo lo único que podía hacer.

"¡EHHHHHHHHHHHHH!" gritó Jon mientras se levantaba, pues acababa de comprender lo que había pasado. Apuntando con un dedo tembloroso a Edzard, comenzó a hablar entre tartamudeos. "T-t-tu d-d-destruiste V-V-Valyria."

"Sí." Respondió Edzard de manera casual. Su tono de voz parecía casi aburrido, casi como dando la impresión de que destruir un imperio fuese algo tan común como comer un pan.

Jon se quedó atónito al ver la forma en que Edzard respondía, pues era muy fría e indiferente.

"Parece que no te gusta lo que hizo, ¿verdad?" preguntó Edzard mirando a Jon.

"Sí, la verdad es que no me gusta para nada. Pero… entiendo por qué lo hiciste." Respondió Jon mientras volvía a sentarse y comenzaba a mirar sus manos.

"¿En serio?" preguntó Edzard con escepticismo, pero luego vio que no era verdad, ya que el rostro de Jon mostraba que no había comprendido. "No se si es para justificarme, pero aparte de la esclavitud, los Valyrios también estaban creando monstruosidades usando esclavos, magia de sangre, magia de fuego y los conocimientos que aprendieron de mí. Al destruir la civilización de un solo golpe, logre prevenir que sigan creando más de esas cosas. Aunque, no logre destruirlas del todo y tuve que encerrarlas allí."

Los ojos de Jon se abrieron como platos al oír aquello, pues nunca había esperado que los Valyrios hiciesen cosas como esas. Sin embargo, mientras seguía en shock, logró recordar vagamente algo que el maestre Luwin le había enseñado sobre la Princesa Aerea, la cual supuestamente voló hasta Valyria en lomos de Balerion «el Terror Negro». La princesa había regresado casi muerta con seres parasitarios incrustadas en su carne.

"Y-ya, ya veo…" dijo Jon al volver a la realidad y dejando de recordar aquella lección del anciano Maestre.

"Tras la explosión que cause, mi collar terminó cayendo en las manos de un noble de la ciudad libre de Volantis. Estuve en poder de su familia varios años, hasta que aquel al que llaman Aegon «el Conquistador» se lo arrebató de sus manos muertas…"

"¡Espera! ¡¿C-c-conociste a Aegon Targaryen?!" gritó Jon, interrumpiendo a Edzard.

"Si… ¿No acabo de decírtelo?"

Jon se llevó una mano a la cabeza y se rascó el cuero cabelludo. "S-si…"

"Bien. Como te decía, luego de que terminé en las manos de otro jinete de dragones, decidí no volver a presentarme físicamente ante ellos, por lo que los estuve espiando ocasionalmente. Y así estuve por varios años hasta que llegó el dia en que terminé llegando a las manos de un joven que viajó a lomos de su dragón hasta Winterfell."

"¿Un jinete de dragón en Winterfell?" preguntó Jon mientras comenzaba a pensar, tratando de recordar algo sobre algún jinete de dragón que llegase a su antiguo hogar.

"Si… ¿Cómo es que se llamaba el mocoso ese? .... Creo que era Jahahaya…. No…. Jahacar…. No, tampoco…. Jacaer…

"¡Jacaerys!" gritó Jon al recordar la historia que había escuchado del maestre sobre la danza de los dragones.

"¡Si!, ese era el nombre del mocoso." Asintió Edzard mientras chasqueaba los dedos.

"Así que tu collar estuvo en posesión del Príncipe Jacaerys Velaryon." Dijo Jon con asombro.

"Si, luego pase a manos de su amante. Una joven que vivía en Winterfell. Si no recuerdo mal, su nombre era…"

"¡Sara Snow! ¡¿Conociste a Sara Snow?!" gritó Jon con asombro, casi levándose de donde estaba sentado.

"Si. Así se llamaba aquella chica." Contestó Edzard mientras miraba al cielo, para luego mirar a Jon, quien lo miraba con asombro. "Sabes, tú me recuerdas a ella."

"¿En serio?" preguntó Jon con curiosidad mientras miraba a Edzard.

"Si. Ambos tienen la misma mirada cuando cavilan, aunque, creo que es hereditario, pues el hermano de Sara también ponía el mismo rostro."

Jon puso una sonrisa al escuchar sobre su ancestro.

Mirando a su pupilo sonreír, Edzard decidió contarle lo que logró aprender de la relación de Jacaerys y Sara. Con cada palabra que contaba, veía como Jon se asombraba y comenzaba a hacerle preguntas. Cuando terminó de contar sobre aquella relación, continuó hablando de lo que había sucedido con su collar. Le contó como tras la muerte de Jacaerys, una muy dolorida Sara lanzó su collar cerca al lugar donde Jon lo había encontrado. Inicialmente estuvo en la superficie, pero un dia un conejo lo encontró y por azares del destino lo llevó hasta su madriguera, donde lo dejó enterrado.

Fue allí, donde el comenzó a crear la cueva que encontró Jon. Le tomó años, pero justo cuando Sara estaba por morir, logró terminar todo. Así que, sintiendo que su actual dueña moría, decidió crear un objeto más, por lo que juntando bastante poder, logró materializar la bolsa que cargaba consigo, creando así dicho objeto. Luego de dejar todo junto, el corazón de Sara se detuvo y terminó siendo arrastrado de nuevo al collar.

"Dormí por varios años, hasta que me encontraste." Terminó Edzard de contar su relato.

"Ya veo. Así que, pasaste por muchos lugares." Dijo Jon, terminando de comprender lo que le había dicho su maestro.

"Si, pero esto solo es el inicio." Dijo Edzard, ganándose una mirada confundida de su pupilo. "Ahora te contare sobre cómo fue mi vida, cuando aún respiraba."

Tras aquellas palabras, Edzard comenzó a contarle a Jon sobre Nirm, sobre su vida como aventurero y héroe. Para cuando terminó el relato, Jon lo miraba como si fuera la encarnación de los Dioses Antiguos.

"¡Increíble!" gritó Jon de emoción. "¡Eras un Dios!"

"Semidios, para ser precisos." Corrigió Edzard.

"¿Cuál es la diferencia?" preguntó Jon con confusión en el rostro. "Para mi parecen lo mismo."

"Un semidios no es como un Dios, Jon. Los semidioses normalmente nacen de la unión de un mortal y un Dios. A pesar del gran poder con el que nacen, un semidios es más débil que un Dios, pero más fuerte que un mortal ordinario, no solo físicamente, sino también mentalmente. Aunque, en teoría esto siempre se cumple, ha habido casos de semidioses que han logrado superar a sus progenitores divinos."

La respuesta de Edzard hizo que Jon se llevara una mano al mentón. Luego de pensar un rato, volvió la mirada a su maestro. "¿Tu lograste superar a tu padre divino?"

"Tal vez sí, tal vez no. La verdad no recuerdo bien." Respondió Edzard de manera honesta, para luego poner una sonrisa en su rostro al ver la expresión de confusión en el rostro de su pupilo. "He vivido por mucho tiempo, Jon. Me es un poco confuso recordar algunas partes de mi vida, cuando lo intento, no logro visualizar bien todos mis recuerdos. Sin embargo, de todos mis recuerdos, los más confusos son cuando veo la sonrisa de una chica rubia, luego a una pequeña niña del mismo color de cabello que ella, pero luego también veo otras siluetas más."

"Ya veo." Dijo Jon sintiendo un poco de lastima por su maestro, ya que debía de ser horrible el no poder recordar cosas de tu pasado.

"Ahora, la parte por la que te dije que podríamos vernos tras tu muerte, Jon." Dijo Edzard, llamando la atención de su pupilo. "Veras, Jon. Tu ya no eres un mortal ordinario. Al momento en que modifiqué tu cuerpo, te puse un poco de mi sangre, ligando así tu alma a Aetherius.

"¿Aetherius?" preguntó Jon.

"Si, Aetherius, el plano inmortal. Un lugar donde hay muchos planos donde las almas de los muertos van a descansar tras morir en el mundo mortal." Respondió Edzard, comenzando a contarle a Jon todo lo que implicaba aquello.

"Entiendo… si muero en batalla con un arma en la mano, podre ingresar a Sovngarde, ¿verdad?" preguntó Jon tras escuchar toda la explicación.

"Tal vez sí, tal vez no. No lo sabremos hasta que mueras." Dijo Edzard con una sonrisa. "Espero que no intentes matarte antes de tiempo solo para confirmarlo."

"No lo creo." Respondió Jon con una sonrisa en el rostro.

"Bien." Dijo Edzard mientras se ponía de pie y moviendo su mano derecha usaba «Telekinesis». Ante los ojos de Jon, una espada fue atraído a la mano de Edzard.

"Recuerdas lo que te prometí hace unos años, Jon." Dijo Edzard acercándose a su pupilo.

Jon asintió mientras mantenía sus ojos fijos en la espada.

"Bueno, sino mal recuerdo la llamaste… «Regalo de Estrella». ¿No es así?" Se podía escuchar un toque de burla en la voz de Edzard.

Al escuchar aquel nombre que había pensado cuando solo era un niño de seis años, Jon se sonrojó y escondió su rostro entre sus manos.

La acción de su pupilo solo hizo que Edzard sonriera un poco más, para luego soltar una pequeña carcajada. Cuando la carcajada terminó, Edzard le presentó la espada a su pupilo, permitiendo que pudiera verla en todo su esplendor. La espada poseía una hoja tan negra como la noche, la cual era de doble filo y media más de un metro con un acanalado que iba desde la guarda hasta la mitad de la hoja. La guarda cruciforme también era negra y tenía tallada cabezas de lobo en los extremos. La empuñadura estaba forrada de cuero negro y por su tamaño era propicia para usarse tanto con una como con dos manos. Finalmente, el pomo era negro y tenía engarzado un diamante blanco en forma de estrella de nueve puntas.

"Espero que no te enoje que le haya puesto el nombre a tu espada." Dijo Edzard mirando a Jon, el cual solamente asintió, demostrando que no tenía ningún problema con eso. Viendo que Jon no tenía problemas, Edzard siguió hablando. "El nombre que elegí para esta espada es «Gandravar»."

Al oír el nombre, Jon rápidamente pudo traducirlo, pues Edzard le había ensañado algunos idiomas nativos de Nirm. El nombre que Edzard había elegido para la espada significaba «Regalo de Estrella» en Ayleidoon.

Tras decir esas palabras, Edzard le entregó la espada a Jon, quien la tomó con ambas manos, pero luego la dejo caer, pues vio como Edzard cayó al frente.

"¡Edzard!" gritó Jon de pánico al ver a su maestro sudar, mientras su cuerpo se volvía transparente, pero lejos de desvanecerse de manera instantánea, este se volvía a condensar.

"Maldición… parece que casi no me queda tiempo." Dijo Edzard con los dientes apretados. Moviendo sus manos, tomó la cara de jon entre ellas. "Jon, e-e-escucha… Hay mucho que quería contarte y todavía había mucho que quería enseñarte. P-pero parece que nuestros caminos se separan aquí."

Jon escuchó las palabras de su maestro con tristeza mientras las lagrimas comenzaban a bajar por sus mejillas.

"J-J-Jon, a-antes de irme quiero pedirte dos cosas." dijo Edzard, ganándose un asentimiento de Jon. "Cuando encerré a las creaciones de los Valyrios, usé cinco piedras sello, las cuales fueron desperdigadas por el mundo tras la explosión."

"¿Sabes a donde fueron?" preguntó Jon, comenzando a entender lo que su maestro le pediría.

"A d-donde fueron, no s-sabría decírtelo, pero si p-puedo darte u-una pista de donde posiblemente están. E-esas piedras siempre s-se sentían atraídas por u-unas piedras negras que eran a-aceitosas al tacto"

"Entiendo, ¿Qué quieres que haga exactamente?"

"Q-q-quiero que encuentres estas piedras y las lleves a V-V-Valyria, allí vuélvelas a c-c-colocar en los lugares donde las u-u-usé para encerrar a las criaturas. L-l-lograras saber cuáles son los l-lugares fácilmente, son muy reconocibles a s-s-simple vista. Si te p-preguntas para que harás eso, es para r-r-reforzar los sellos."

Jon asintió.

"Cuando b-busques las piedras, ten c- cuidado Jon. Esas piedras tienen m-medidas de seguridad para protegerse. Tendrás que usar t-todo tu poder y conocimiento p-para obtenerlas." Dijo Edzard, para luego volver a mirar a su pupilo. "Y c-como última petición… Q-quiero que vivas, Jon. No d-dejes que las palabras de los necios te a-afecten. Puede que hayas nacido como un b-bastardo, pero n-n-nunca pienses que tus padres no te han a-amado. Si nunca lo h-hubieran hecho, Lord Stark nunca te h-hubiese llevado a W-Winterfell y te hubiese criado allí. Si tu m-madre no te hubiese a-amado, nunca te h-hubiese traído a este mundo. A-así que vive, lucha, ríe, llora, folla, viaja. T-te pido esto p-porque quiero que cuando m-mueras no tengas arrepentimiento alguno. ¿P-puedes prometerme e-eso?"

Jon miró a su maestro a los ojos y asintió. "Y-y-yo… lo prometo."

Una gran sonrisa apareció en el rostro de Edzard. "Bien, Jon. Escucha, c-cuando me haya ido, c-camina por la l-ladera de la m-montaña y encontraras u-una cueva. E-entra y sigue e-el camino y llegaras a-a un lugar donde e-están mis últimos r-regalos para ti."

Jon asintió y sus ojos comenzaron a llenarse de lagrimas al ver como el cuerpo de su maestro comenzaba a convertirse en motas de luz blanca.

"Parece que es el adiós, Jon." Dijo Edzard mientras dejaba de luchar y permitía que su existencia se desvaneciera. Mientras lo hacía, los recuerdos que siempre veía borrosos se volvieron nítidos y poniendo una sonrisa, al fin entendió lo que él era. Entonces, ya comprendiendo todo sobre sí mismo, volvió a hablar. "Nos vemos, mi querido aprendiz. Puede que nos volvamos a ver en el futuro."

Jon se dejó caer de rodillas y comenzó a llorar con fuerza. Logró escuchar casi todas las palabras finales, mas no pudo oír las ultimas, pues la voz de Edzard fue mas un susurro, el cual fue opacado por el viento que sopló.

"G-g-gracias por todo, Edzard." Dijo Jon entre lagrimas para luego soltar un potente grito, en el cual mezclo todas las emociones que lo consumían en ese momento.

El sol se estaba ocultando, pintando el cielo de un hermoso tono naranja. Mirando aquel atardecer, Jon se encontraba terminando de poner algunas piedras apiladas en forma de marcador de tumba. Colocando la ultima piedra, Jon miró la tumba simbólica que había hecho para su maestro.

"Parece que no quedo tan bonita como esperaba, pero nunca me enseñaste a ser mampostero." Dijo Jon con una sonrisa en su rostro. Poco a poco la sonrisa comenzó a morir y dio paso a que Jon ponga un rostro solemne. Moviendo su mano enguantada, Jon tocó la piedra y dio una rápida oración para que el alma de su maestro descanse.

Tras terminar de rezar, Jon comenzó a caminar hacia la cueva donde su maestro le había dicho que estaban sus últimos regalos. Si bien debió haber ido después de que su maestro se fuera, la pena por perder a quien le había criado los últimos años le había hecho quedar paralizado varias horas. Cuando salió de ese estado, decidió construir la rudimentaria tumba para su maestro. Así que, mientras la Hora del murciélago llegaba a su fin, se encontraba caminando por un pequeño camino, el cual estaba al lado de un desfiladero. Tras cruzar aquel camino por mas de dos horas, llegó a la entrada de la cueva que su maestro le había dicho.

"Maldita sea, Edzard. De no ser porque usé el hechizo de visión nocturna me hubiese caído por el desfiladero." Dijo Jon con molestia mientras comenzaba a entrar en la cueva.

Una vez que estuvo dentro, Jon levantó su mano derecha y usó el hechizo «Luz de Vela» con el cual conjuró una bola de luz sobre su cabeza, con la cual iluminó la cueva. La cueva era una cueva amplia, cuyo túnel principal era lo suficientemente amplio como para que dos personas puedan caminar en simultaneo una al lado de la otra. Viendo que el túnel era grande, Jon comenzó su caminata y luego de caminar por varios minutos, llegó a una cámara. La cámara era una gran sala dentro de la cueva y de ella surgían dos caminos.

"Ummm…. Dos caminos…" Dijo Jon mientras se llevaba la mano a la barbilla. "Me pregunto cual deberé tomar…"

Tras aquellas palabras, Jon comenzó a pensar en que camino tomar. Estuvo en ello durante unos minutos, pero decidió tomar el de la derecha cuando una brisa de aire puro ingresó por el corredor de la izquierda, demostrando que aquel camino llevaba a la superficie. Así que, recordando como su maestro le dijo que lo que le había dejado estaba en una cueva, decidió ir por el lugar donde el aire estaba más viciado. Por lo que, caminando por ese corredor, llegó a su destino.

Al llegar a donde descansaba su regalo, su mandíbula se descolgó y sus ojos se abrieron de sorpresa. La cueva donde estaba era una cueva que poseía un pequeño lago en su interior, pero no era el lago lo que lo había dejado sorprendido, no, lo que lo había dejado en ese estado era el barco que estaba en medio del lago. El barco mediría unos veinte metros de largo y unos siete metros de ancho.

"I-i-increíble." Dijo Jon mientras comenzaba a acercarse al barco.

Cuando el joven llegó a la orilla del lago subterráneo, vio que había un muelle construido allí. Así que, caminando por allí, se subió al barco. Mientras subía, comenzó a pasar una mano por la madera del barco y gracias a luz que brindaba el hechizo que había usado antes, pudo ver que el barco estaba hecho de madera de roble. Caminando por la cubierta, pudo ver que el barco era de un solo mástil, el cual no tenía vela alguna.

'Supongo que eso era de esperarse, ya que los materiales para hacer velas para barcos no crecen en estos lugares.' Pensó Jon mientras comenzaba a subir por una de las escaleras que daban al timón. El timón se encontraba en la parte superior trasera del barco y estaba sobre lo que parecían ser tres pisos de plataforma. Mientras subía, Jon vio que había unas puertas en el lado por donde subía.

Al abrir una de las puertas, se dio cuenta de que daba a un pasadizo, el cual tenía unas cuantas puertas. Abriendo una, se dio cuenta de que eran pequeñas habitaciones, las cuales tenían una mesa en una esquina, una cama, un ropero y un cajón. Viendo aquello y queriendo confirmar todo, decidió seguir abriendo las puertas. Cuando terminó de hacerlo, vio que casi todas eran habitaciones.

'El tamaño de las habitaciones no coinciden con el tamaño del barco, lo que quiere decir que son habitaciones agrandadas con magia.' pensó Jon para luego ir hacia el lado donde estaban las otras escaleras.

Al llegar, se dio cuenta de que también allí había puertas, por lo que sin perder tiempo entró en ellas. Lo que vio en aquellas habitaciones fueron una cocina pequeña, un retrete, una sala de mapas y navegación con un artilugio similar al que Edzard había usado para mostrarle un mapa de Westeros hace años.

Saliendo de aquellas habitaciones, Jon siguió investigando el barco, hasta que llegó a la que supondría seria la habitación del capitán. La habitación era grande y amplia, con una cama para mas de tres personas. Unos cuantos roperos, un escritorio, un librero y un baúl. Lo primero que hizo al ver aquellas cosas fue acercarse al escritorio y encontró allí una carta.

Leyendo la carta, Jon vio que este barco era el ultimo regalo de Edzard para él. Aunque, la carta no solo le decía que ese barco era un regalo, sino que también le decía que el barco estaba encantado para guardarse en un pergamino especial, el cual lo transportaría a un reino de bolsillo, del cual Jon podría convocarlo siempre que quisiera. También mencionaba que la bodega inferior estaba repleta de mas de doscientos cofres, los cuales podrían almacenar más de doscientas toneladas de mercancías cada uno. Además, la carta también mencionaba que en el cofre al lado de su cama había otros regalos.

Doblando la carta y guardándola en el escritorio, Jon se dirigió al cofre mencionado y abriéndolo, sacó de allí unas cuantas cosas, lo primero fue el bolso que había encontrado junto al collar de Edzard, el cual según la carta estaba lleno de herramientas y alimentos. También encontró una bolsa de cuero, la cual era un monedero con un poco de dinero. Tomando ambos objetos, Jon los ató a su cinturón y salió del barco. Cuando estuvo fuera, tomó el pergamino que le dejó Edzard e impregnándolo de magia, hizo que el barco fuera tragado por un vórtice purpura, haciendo que desaparezca de este reino.

Ya con el ultimo regalo de su maestro en su posesión, Jon decidió que ya debía de comenzar su viaje hacia el sur.

El alba comenzaba, iluminando lentamente las vastas tierras que conformaban el territorio que le había sido regalado a la Night´s Watch. Una pequeña brisa de aire corrió, meciendo la gruesa capa de piel lana y piel de oso que tenía Jon. El aprendiz del Dovahkiin se encontraba en la parte superior del gran muro de hielo que separaba el continente en dos. Había escalado aquel muro toda la noche desde que llegó a la base de este.

"Tres días desde que salí del lugar donde me entrené. Y ahora, tengo que bajar esta cosa." Dijo Jon con molestia, pues si bien escalar esta cosa había sido algo sencillo, bajar sería lo complicado. Soltando una bocanada de aire, decidió no perder tiempo y comenzar el descenso, ya que mientras mas pronto lograse volver a tierra firme, más pronto podría comenzar su aventura.