El avión militar aterrizó suavemente en la pista de la base aérea de Pyongyang. Mónica Sánchez ajustó el botón superior de su abrigo oscuro mientras el viento frío le recordaba lo lejos que estaba de México.
Sería la segunda vez en visitar esta tierra, aunque hubiera preferido no volver por razones obvias, las cuales quería mantener en lo más profundo de su mente.
Sus botas resonaron en la escalerilla metálica mientras descendía con una mirada firme y concentrada. Necesitaba demostrar su fuerza emocional, Como aquella vez cuando estaba encerrada debajo de un búnker a la espera de su final imprevisto.
Una agente de la Agencia Federal Latinoamericana de Asuntos Internacionales que alguna vez había tenido el puesto de directora, no se dejaba intimidar por ningún entorno, y menos por un país que una vez se consideró peligroso.
Un país que acababa de sufrir un cambio de liderazgo tan drástico como la República liberal demócrata de Norcorea.
Era su primera visita oficial desde la caída del dictador King Yong Suan, y aunque en teoría estaba allí para negociar contratos de desarrollo industrial y tecnológico, Mónica no podía evitar sentir el peso de su otra conexión con este país.
¿Quién hubiera pensado que de no ser secuestrada esta gente aún seguiría bajo secuestro nacional?
Nunca pensó que su persona pudiera afectar la vida de millones, solo bastó un mal momento para poner de cabeza a toda una nación.
Aquí, Yokaju, el hombre con quien compartía más que una relación profesional— no era simplemente un héroe.
La pelea que desató en aquel entonces, el nivel de poder que demostró al deshacerse de múltiples ojivas nucleares. La brutalidad con la que la razón comparte del ecosistema de ciertas partes rurales de la nación, dejó una huella difícil de borrar en los ciudadanos de este país.
Para los norcoreanos, yokaju era como un dios.
La imagen del hombre que amaba estaba profundamente arraigada en el imaginario colectivo norcoreano, una mezcla de miedo y adoración.
Pero el sentimiento que más prevalecía era la admiración.
Mónica nunca había hablado abiertamente de su relación con Yokaju, nadie lo sabia y era mejor asi.
En todo el mundo, solo ella sabía que Daniel Ramírez Suárez, el joven magnate tecnológico, empresario, e inversor latinoamericano, era el héroe Yokaju, que eran la misma persona.
Nadie más lo sabía. Ni siquiera la Agencia, absolutamente nadie. Aquella información era un secreto que su pareja le había confiado, y para ella significó mucho saberlo, más que cualquier acto romántico.
Pero reconocía la razón del por qué la identidad de yocaju debía mantenerse en secreto. El impacto que la revelación tendría si alguna vez se filtrara esa información, pondría de cabeza todo el mundo, cambiando las aguas del panorama político, económico y social.
Cuando el vehículo que la transportaba llegó al edificio gubernamental, Mónica fue recibida con una mezcla de respeto y temor por los funcionarios norcoreanos.
Ya no eran aquellos militares que en algún momento la miraron con desprecio, pero con miedo absoluto cuando la fueron a sacar del hoyo en la que le había admitido para devolverla a su pareja. Parecían a grandes rasgos, funcionarios.
La sombra de Yokaju estaba presente en cada uno de sus gestos, y Mónica lo sentía claramente. La razón por la que la trataban con tanto respeto no tenía nada que ver con su rol como agente internacional, sino con su conexión con el héroe que había devastado a su antiguo dictador.
Y aunque ellos no sabían sobre su relación personal con él, tal parecía que los rumores habían alcanzado este Rincón del mundo. Ya que por las acciones de los norcoreanos, había una reverencia implícita hacia cualquiera que hubiera estado cerca de Yokaju.
El nuevo líder de Corea del Norte, King Yong Sun, la esperaba en el interior. Era el hermano mayor de King Yong Suan, y, a diferencia de su difunto hermano, había liderado una resistencia secreta durante años en busca de retomar el poder que le pertenecía.
Ahora, al tomar las riendas del país, se encontraba en la difícil tarea de desmantelar el sistema de control mental que su hermano había implantado sobre la población. A pesar de sus intenciones de libertad, demostrando a las organizaciones internacionales sus esfuerzos por retomar los avances que se les había negado, Mónica sabía que aún quedaban muchas secuelas del lavado de cerebro.
Los norcoreanos eran fáciles de convencer a esta etapa de sus vidas, especialmente después de décadas de manipulación, miedo y represión.
King yong sun tenían muchas cosas por las que trabajar.
—Señorita Sánchez, bienvenida —dijo King Yong Sun mientras se levantaba de su asiento para saludarla.
Este hombre era diferente a su hermano, tanto en apariencia, como en personalidad. Se Parecía a un hombre normal de su país. Parecía viejo y canoso, bajito, pero con unos ojos que desprendían seguridad y ferocidad. Su voz era suave, pero contenía una firmeza que sugería determinación.
—Gracias por recibirme, señor King Yong Sun —respondió Mónica mientras estrechaba su mano con la misma firmeza. No era alguien que se dejara intimidar, pero estaba atenta a cada matiz en su tono de voz y lenguaje corporal.
Se sentaron en una amplia sala de reuniones, decorada de forma austera pero moderna, un reflejo de la nueva dirección que el país buscaba.
En algún momento, Corea del Sur escatimó esfuerzos con el fin de unificar la nación. Después de todo, independientemente de sus diferencias, eran hermanos separados por diferentes políticas.
No obstante, el nuevo líder se negó rotundamente, aunque más adelante explicó que Corea del Sur había sido Hasta cierto punto informante de King yong suan en el pasado.
Ese tipo de traición provocó muchas bajas para su grupo de resistencia en aquel entonces, llegando a estar en peligro de muerte al menos unas 10 veces durante toda su vida.
Mónica observó con cuidado al líder frente a ella. No era tan imponente como su hermano, pero lo que le faltaba en presencia física lo compensaba con su inteligencia estratégica. Había algo calculador en su mirada, como si cada palabra que decía estuviera medida con precisión.
Y también era alguien muy rencoroso, lo había demostrado con su rotunda negativa a compartir la misma política de Corea del Sur.
—Estamos en un punto crucial en la historia de nuestro país, aunque me entristece las circunstancias de que todo esto fuese posible fuera a causa de una tragedia que casi llevó a mi pueblo a una posible extinción. —dijo King Yong Sun mientras observaba por la ventana la gris ciudad de Pyongyang.
Mónica por su parte estuvo atenta a las palabras del nuevo líder coreano. Una posible extinción. El miedo que el mundo sentía hacia yocaju había estado agravándose últimamente.
El mundo estaba cambiando, y la forma en Cómo veían a su novio se estaba transformando los bloques, dos polos extremos estaba rayando lo radical.
King yong sun continuó.
—. Mi hermano dejó este país roto, no solo física sino mentalmente. Cada ciudadano ha sido víctima de un régimen opresor que ha controlado sus pensamientos y emociones. Ven a todos los Súper humanos como dioses, o demonios, dependiendo de la narrativa que se le inculque. Mi deber es revertir ese daño, y sé que no será fácil. Pero mi pueblo tiene que aprender a diferenciar entre lo divino, lo falso y lo que verdaderamente importa.
Mónica lo observaba atentamente, evaluando cada palabra. Había estudiado bien el contexto antes de su llegada. King Yong Sun había sido líder de una resistencia que abogaba por la libertad y la autodeterminación, pero ahora que tenía el poder, el trono que le pertenecía, su desafío era mucho mayor.
Mónica también pudo observar algunos rastros despectivos hacia los super humanos. Hasta cierto punto pudo comprenderlo, literalmente tenía un demonio haciendo las suyas en su propia tierra, de su propia sangre.
Las torturas a las que fueron expuestas múltiples de sus víctimas, el cáncer terminal fue lo menor de sus complicaciones.
Por lo que no le sorprendería que en el fondo, tratara de interactuar con gente de dudosa procedencia con el propósito de conspirar contra los supers.
—Señor, entiendo la magnitud de su tarea —respondió Mónica con un tono empático, no queriendo tocar el tema de los super humanos. —. No es fácil deshacer años de control y manipulación mental, pero estoy aquí para ayudar en esa transición. Industrias Suárez, en colaboración con la agencia Federal de asuntos internacionales están interesadas en ofrecer su tecnología para facilitar la reconstrucción económica y tecnológica de su nación.
King Yong Sun asintió, mostrando interés. Después de todo, esta fue una de las razones por las cuales había extendido camas de olivo hasta más no poder hacia México. Quería llamar la atención de inversores de gran valor y se había topado con el premio gordo.
—He oído hablar de Suárez —dijo, completamente interesado por el genio de este siglo. Las hazañas que había logrado aquel joven lo superaban con creces. Y no había nadie que le hiciera descargar la idea de que Suárez era el que lideraba a todo Latinoamérica bajo su mano, empresas, corporaciones e industrias. Sin mencionar, la estrecha familiaridad y lealtad que tenía sobre todos los ejércitos de latinoamérica. Ese joven había logrado fundar su propia hegemonía. —. Innovación industrial, comunicaciones, mercadeo, tecnología aeroespacial, e incluso tecnología militar. Su nuevo juguete, la tabla de poder, impulsará su fuerza militar hacia la más poderosa en cuestión de décadas. ¿Qué es lo que ofrecen exactamente?
Mónica activó un pequeño dispositivo en su muñeca, proyectando un holograma que mostraba una planta industrial automatizada de última generación.
—Esto es solo una muestra de lo que podemos proporcionar. La automatización avanzada podría transformar su economía y hacer que Norcorea se convierta en un líder industrial en la región. Además, Suárez tiene proyectos de interés común que podrían ayudar a la creación de múltiples fuentes de empleos para sus ciudadanos. Empleos que incluso podrían ayudar a deshacer el daño mental que su hermano ha provocado a tus ciudadanos. Desde sistemas educativos interactivos hasta plataformas de comunicación seguras, todo está diseñado para apoyar el desarrollo de una sociedad más libre y autónoma.
King Yong Sun observaba la proyección con atención, pero Mónica podía sentir la tensión en el aire. Sabía que la oferta tecnológica era solo una parte del panorama.
Lo que realmente estaba en juego aquí era algo más profundo: la imagen de Yokaju.
Aunque el líder actual mostraba signos de aversión y repudio hacia los Súper humanos, con yocaju era sin embargo, un miedo natural. Mónica sabía que la población de Norcorea aún vivía bajo la sombra del mito de su líder anterior, junto con la veneración hacia Yocaju.
—Entiendo el valor de la tecnología —dijo finalmente King Yong Sun—, pero mi mayor preocupación sigue siendo la dependencia que esto podría generar. Durante décadas, mi gente ha estado condicionada a seguir órdenes, a obedecer ciegamente. Alabar a un falso ídolo que se debilitaba con el sufrimiento de sus súbditos.
Si acepto la propuesta de Suárez ¿No estaré yo reemplazando a un ídolo por otro?
Mónica sonrió ligeramente, anticipando esa pregunta, aunque le sorprendió.
"Teme que yocaju tome su puesto como líder de su nación". Pensó.
Por otro lado, también quería evitar que su país se transformara en alguna especie de Colonia mexicana.
—Suárez no busca controlar su nación, señor. Tampoco la agencia Federal de asuntos internacionales. Nuestra intención es proporcionar las herramientas para que su pueblo sea quien tome las riendas de su futuro. Con la educación adecuada y la infraestructura necesaria, ellos podrán gestionar su propio desarrollo. No se trata de dominación, sino de empoderamiento.
"literalmente me está diciendo en la cara que quiere mano de obra barata para el extranjero".
King Yong Sun la miró con escepticismo, sin saber qué decirle con esa actitud. ¿Se negaría a tomar la ayuda que le estaba proporcionando? Definitivamente no, solo un idiota se atrevería a dejar pasar por alto una oportunidad como esta. Y siquiera Estados Unidos ha podido ser socio de uno de los hombres más poderosos del planeta.
Pero no quería sacrificar a su pueblo, su honor estaba con y para el pueblo. Preferiría empezar desde cero y desde la miseria, que comenzar con la ayuda de otros y no poder disfrutar de los frutos generados.
King yong sun estaba dispuesto a discutir un poco acerca de sus propios terminos, pero antes de que pudiera responder, la puerta de la sala de reuniones se abrió de golpe. Un agente subordinado de Mónica entró rápidamente, visiblemente nervioso.
—Disculpe la interrupción, agente Sánchez —dijo el joven, haciendo una reverencia apresurada—, pero hay alguien importante que ha llegado. Pide verla de inmediato.
Mónica frunció el ceño. No esperaba visitas. ¿Quién demonios era como para interrumpir un negocio tan importante como este?
—¿Quién es? —preguntó con una voz calmada pero alerta.
El agente se acercó y le susurró al oído. Al escuchar el nombre, Mónica sintió un escalofrío recorrerle la espalda.
"la CIA", pensó inmediatamente.
Habían pasado semanas desde la última vez que había hablado con él, pero si Daniel había vuelto a México. había asegurado que estaba haciendo algunos negocios, se encontraba en Brasil, analizando una nueva batería de alto rendimiento estaba deseoso de presentar algo. Pero tal parecía que la hacía tratando de dar con el paradero de su novio de hace dos días, y no lo supieron hasta que ellos la encontraron aquí .
"tenemos que mejorar nuestro departamento de inteligencia". Pensó con enojo. Se suponía que se encontraban en una misión de alto secreto, pero la hacía los interceptó extremadamente rápido.
¿Corea del Sur fue responsable? Probablemente no. Posiblemente Israel tuvo que ver con eso. Por más que a ella le doliera reconocerlo. Ellos eran los verdaderos maestros en el arte de la recopilación de información.
Y no había nada el dinero no podía ser proporcional en este mundo.
Mónica miró a King Yong Sun, quien observaba la escena con una mezcla de curiosidad y sospecha.
—Parece que la situación ha cambiado, señor —dijo Mónica, intentando mantener la compostura—. Me temo que tendremos que continuar esta conversación más tarde. Mi visitante es alguien... muy insistente.