NOTA 1: Los derechos de la serie Tenchi Universe NO me pertenecen. Esta historia fue escrita sin fines de lucro, solo como medio de esparcimiento. No me demanden.
NOTA 2: Esta historia contiene escenas de tipo LEMON (descripciones explicitas de contenido sexual) por lo que no es apto para menores de 18 años.
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La vida transcurría con relativa normalidad en casa de los Masaki, ubicada en la zona rural de la prefectura de Okayama, lo que le permitía a esta atípica familia disfrutar de un tranquilo y hermoso entorno natural, con una gran casa rodeada por frondosos árboles y una pequeña laguna. Todo este hermoso entorno ciertamente motivaba a los residentes a tomarse las cosas con bastante calma.
Dentro de casa, Sasami se encargaba de los quehaceres del hogar con su alegría habitual, Washu estaba encerrada en su laboratorio realizando sus experimentos, Ryo-Ohki comía zanahorias como si el mundo se fuera a acabar, el padre de Tenchi se encontraba tomando un baño, mientras que Tenchi estaba ayudando a su abuelo en el Templo. Lo único que rompía esta paz y tranquilidad, eran los gritos de Ryoko y Ayeka; quienes, para variar, se estaban peleando por Tenchi a un costado de la casa.
— ¡¡Tenchi será mío, princesa en decadencia!! — rugió Ryoko mostrando sus colmillos.
— ¡¡Sobre mi cadáver, aliento de mono!! — respondió en un regaño la furibunda princesa.
Ryoko le lanzó una esfera de energía a la princesa, pero Ayeka la contuvo fácilmente generando un escudo con su poder y arremetió contra Ryoko lanzándole varias descargas de energía, que esta logró esquivar volando por el aire en ágiles movimientos, luego de lo cual Ryoko contraatacó de inmediato, continuando con la pelea, escalándola cada vez, causando explosiones y pequeños temblores.
Los ruidos del encarnizado combate entre la princesa y la Pirata Espacial, llegaron a escucharse hasta en el Templo Masaki, distrayendo a Tenchi de sus responsabilidades. El joven levantó la cabeza y observó en dirección a su casa. A la distancia pudo observar que las explosiones ocurrían fuera de la casa, lo que al menos lo tranquilizó un poco.
— ¿Qué es todo ese ruido, Tenchi? — preguntó Katsuhito Masaki, abuelo del aludido.
— Son Ryoko y Ayeka peleando otra vez — respondió Tenchi con resignación, cansancio y algo de fastidio en la voz.
— Esas dos nunca se cansan — comentó el abuelo, negando con la cabeza.
— Al menos ésta vez se pelean fuera de la casa. Así no destruirán nada… espero — comentó Tenchi.
Mientras, en el interior de la casa, Sasami miró con resignación a Ryo-Ohki, y el cabbit le devolvió una mirada similar. Ambas ya se habían acostumbrado a estas diarias peleas por el amor del Tenchi. Ambas suspiraron en resignación.
Lo cierto es que lo único que Ryoko y Ayeka estaban logrando con todas sus peleas, es crear una mayor distancia entre ellas y el objeto de sus afectos. El problema es que ninguna de las dos parecía darse cuenta de esto, ya que estaban demasiado ocupadas peleando.
— Me pregunto si llegará el día en que mi hermana y Ryoko dejen de pelear — comentó para sí, la más pequeña de las princesas de Jurai.
En el baño, el padre de Tenchi; quien permanecía metido en la tina tomando un relajante baño caliente, miró el techo con resignación y se tapó el rostro con el periódico que estaba leyendo. Por su parte, Washu seguía con sus locos experimentos, ajena a todo el alboroto que estaban causando la Pirata Espacial y la princesa de Jurai. Como su laboratorio estaba en una dimensión paralela, no se daba por enterada de nada.
Afuera, la pelea entre las dos mujeres estaba llegando a su punto más alto. Ambas intercambiaron una fiera mirada por unos instantes hasta que, como si hubiera sido acordado, ambas saltaron hacia adelante lanzándose simultáneamente sus ataques más poderosos. Milésima de segundos después, una gran explosión dio por concluida la pelea.
En ese momento y tomando en cuenta la magnitud de la explosión, toda la familia comprendió que el Round matutino entre Ryoko y Ayeka había llegado a su fin. Suspiros de alivio fueron escuchados desde donde se encontraban cada uno de los integrantes de esta atípica familia. Ahora podrían disfrutar de algo de paz; al menos hasta que Ryoko y Ayeka comenzaran a pelear otra vez.
Mientras, afuera de la casa el polvo resultante de la explosión comenzó a disiparse, dejando al descubierto el estado en que habían quedado las dos contendientes. Lo cierto es que ambas estaban bastante maltratadas. Las dos mujeres presentaban algunos golpes y moretones, el cabello estaba desordenado, mientras que la ropa estaba sucia, rota y chamuscada en algunas partes. Ciertamente no eran la imagen de la pulcritud en ese momento, menos aún al estar desparramadas en medio de un enorme cráter. Hasta aquí, la verdad es que no había nada nuevo bajo el sol; de hecho, el estado desastrado de la princesa y la Pirata Espacial se había tornado bastante común desde un tiempo a esta parte. Lo realmente interesante aquí, es la posición en que terminaron entrelazadas esas dos.
Ryoko estaba tendida de espaldas en medio del cráter, mientras que Ayeka estaba sobre ella, rodeándole el cuello con los abrazos.
Luego de unos segundos, ambas mujeres comenzaron a reaccionar y abrieron lentamente los ojos. Ayeka levantó la cabeza dando un gemido y de manera inconsciente, su rostro quedó justo frente al rostro de Ryoko. Estaban a tan corta distancia que sus narices estaban rozándose.
Cuando ambas mujeres fueron conscientes de la comprometedora posición en la que se encontraban, abrieron los ojos como platos, totalmente sorprendidas e impactadas. No solo sus rostros estaban peligrosamente cercanos; sus cuerpos también lo estaban. Ayeka estaba literalmente encima de Ryoko, recargando todo el peso de cuerpo sobre ella, aplastando sus senos contra los senos de Ryoko, mientras le rodeaba el cuello con los brazos.
Los sorprendidos ojos de Ayeka se encontraron con los igualmente sorprendidos ojos de Ryoko y se observaron fijamente por largos segundos, ambas paralizadas por la sorpresa mientras eran incapaces de mover un solo músculo. Ambas estaban literalmente congeladas y atrapadas en los ojos de la otra.
Los segundos seguían corriendo, pero ninguna de las dos mujeres fue capaz de apartar los ojos de la otra o mover un solo músculo. Simplemente estaban ahí, una sobre la otra, sus rostros a escasos centímetros de distancia; tan cerca, de hecho, que podían sentir el dulce aliento de la otra, junto con la proximidad de sus labios. Aun así, seguían sin ser capaces de moverse o alejarse de la otra. Estaban hipnotizadas y perdidas en los ojos de la otra.
Es así como luego de algunos segundos más y como si fuera algo acordado de forma inconsciente, ambas mujeres comenzaron a acercar lentamente sus rostros, hasta que sus labios quedaron a escasos milímetros de distancia. Podían sentir como sus aliento se mezclaban, como sus labios estaban casi rozándose, como sus respiraciones iban acelerándose con cada momento en que permanecían en aquella posición tan comprometida, de la cual ninguna parecía capaz de escapar.
Ambas continuaban mirándose, aun atrapadas en los ojos de la otra, con la respiración ahora mucho más agitada mientras se intoxicaban mutuamente con sus alientos. Ambas se acercaron para cerrar la distancia que separaba sus labios y… un potente estruendo las hizo saltar de la sorpresa, separándose en el acto como si se estuvieran quemado.
El estruendo que ambas mujeres habían escuchado, eran los potentes motores de la nave "Yagami", pertenecientes a Mihoshi y Kiyone, el par de policías que regresaban de su patrullaje de rutina, para disfrutar del almuerzo de Sasami.
La nave descendió junto a la casa de los Masaki, apagando luego sus motores. Pocos segundos después, descendió de la nave una siempre risueña Mihoshi, seguida de cerca por una siempre seria Kiyone. Cuando ambas policías vieron el inmenso cráter en medio del cual estaban sentadas Ryoko y Ayeka; y sobre todo, al ver el estado calamitoso en que se encontraban, no les quedó la menor duda de que esas dos estaban nuevamente paleándose por el amor de Tenchi.
— ¿Peleando otra vez, chicas? — preguntó Kiyone, levantando una ceja.
— Ustedes nunca se cansan — comentó Mihoshi, con su usual alegría.
Fue ese el momento en que el abuelo y Tenchi aparecieron ante todas, regresando del Templo para almorzar, encontrándose con un enorme cráter a un costado de la casa, en medio del que estaban sentadas unas sucias, magulladas y desastradas Ryoko y Ayeka.
— ¡Vaya! Parece que esta vez no se contuvieron — comentó el abuelo Katsuhito, contemplando a las dos mujeres con una sonrisa divertida.
Todos comenzaron a reír con el comentario del abuelo, menos Tenchi, que optó por rodar los ojos y dar un suspiro de resignación. Aun así, no pudo evitar esbozar una sonrisa momentos después. Esas dos en verdad eran un espectáculo digno de ver.
Dentro del cráter, la princesa y la Pirata Espacial, estaban visiblemente sonrojadas. Ahora sí, todos rieron ante la reacción de esas dos. De lo que nadie se percató, es que el sonrojo de Ryoko y Ayeka era por algo más que su vergonzoso estado actual. El que en ese momento apareciera Sasami anunciando que el almuerzo estaba listo, contribuyó a que este desconocimiento continuara.
Todos ingresaron en la casa riendo alegremente como ya era habitual en esta extraña familia, mientras Tenchi le indicaba a sus dos tormentos personales que fueran a asearse antes de ir a comer.
Una vez solas, ambas mujeres se pusieron de pie y se sacudieron un poco el polvo. Se quedaron de pie por un momento en medio del cráter, aun aturdidas por lo que estuvo a punto de pasar. Sus mentes eran un torbellino de sentimientos encontrados y la verdad no sabían cómo catalogar lo que habían experimentado. Se obligaron a cruzar miradas, pero nada más verse, sus rostros comenzaron a arder, totalmente sonrojadas. Finalmente ambas mujeres optaron por bajar la mirada e ingresar silenciosamente a la casa.
Ninguna de las dos mujeres intercambió palabras durante el almuerzo, ni luego de este. Por el resto de día permanecieron alejadas la una de la otra, tratando de olvidar el impactante incidente que compartieron.
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Los días continuaron su curso de manera normal; o tan normal como se pudiera esperar para los habitantes de la residencia Masaki. Tan "normal"; de hecho, que ninguno de ellos se percató que dentro de esa casa, se estaba gestando algo que podría cambiar la vida de dos personas para el resto de sus días.
Es así, como las peleas entre Ryoko y Ayeka continuaron sucediendo con total normalidad; aunque fue notorio que ya no con la misma frecuencia e intensidad que antes. Para todos los habitantes de la residencia Masaki, eso fue una bendición de los dioses. Con menos peleas al día, había menos destrozos y daños colaterales de los que hacerse cargo. Los costos de reparación de la casa habían mermado considerablemente, lo que tenía extremadamente contento al padre de Tenchi; sobre todo porque ahora podía destinar más fondos para aumentar su colección de manga hentai.
Fue en uno de estos días de relativa tranquilidad, que todos estaban reunidos en torno a la mesa para la cena, salvo por cierta princesa que brillaba por su ausencia. Su lugar a la mesa estaba vació y Sasami se negaba a servir la comida si no estaban todos sentados ante la mesa. Por supuesto, esto no dejó muy contentos a algunos de los comensales.
— ¿Dónde rayos está Ayeka? — preguntó Washu, haciendo una mueca con la boca por el hambre.
— Se manchó el kimono mientras me ayudaba a preparar la comida. Debe estar en nuestro cuarto cambiándose de ropa — explicó Sasami.
— Y conociendo a la princesita, tendremos que esperar al menos una hora antes que se decida qué ponerse. La cena estará fría para cuando llegue. Mejor empecemos sin ella — dijo Ryoko encogiéndose de hombros, tomando sus palillos y se dispuso a atacar la comida.
— Seria de muy mala educación comenzar la cena sin ella — comentó el abuelo, ganándose una mirada estrecha por parte de Ryoko.
— Tienes razón abuelo. Será mejor que vaya por ella — dijo Noboyuki con una sonrisa algo lasciva, comenzando a ponerse de pie.
— ¡¡Detente ahí papá!! No vas a entrar al cuarto donde hay una mujer cambiándose de ropa — declaró Tenchi con firmeza, dándole una mirada acusadora a su padre.
— ¿Entonces iras tú, Tenchi? — preguntó el abuelo, con evidente malicia en el rostro.
— ¡¡Por supuesto que no!! — estalló Tenchi, furiosamente sonrojado.
— No cuenten conmigo — dijo Washu, cruzándose de brazos y girando la cabeza a un lado.
— Yo estoy ocupada sirviendo la comida — dijo Sasami.
— Estoy muy cansada como para subir escaleras. Fue un día agotador en el trabajo — dijo Kiyone.
— Sí, yo también estoy muy cansada — concordó Mihoshi.
— ¡¡Está bien!! Yo iré por la princesita o no cenaremos nunca — dijo Ryoko con evidente molestia.
Una molesta Pirata Espacial se elevó en el aire y poco después traspasó el techo hasta el segundo piso. Se dirigió al cuarto de Ayeka con molestia, ya que en realidad estaba muy hambrienta y traspasó la puerta del cuarto sin molestarse en tocar.
— Oye Ayeka, apresúrate. Todos te están esperando para cenar y… — comenzó Ryoko, pero las palabras murieron en su boca ante lo que tenía frente sus ojos.
Ayeka estaba completamente desnuda, a medio camino de ponerse unas hermosas bragas de encaje negro. La Pirata Espacial quedó totalmente ensimismada con la visión que tenía ante sus ojos, sin poder despegar la vista de Ayeka.
El cuerpo de la princesa de Jurai era simplemente perfecto. Su piel era blanca como la porcelana y a primera vista, suave como la seda más fina. Sus piernas largas y torneadas, con caderas anchas e insinuantes. Su trasero era firme y redondeado, teniendo además unos senos más grandes de lo que había imaginado, coronados por areolas grandes y pezones erectos. Pero lo que realmente impactó a la Pirata Espacial, fue el bosquecillo de bellos que se cernía en el bajo vientre de la princesa. No era excesivo, ni tampoco escaso, de hecho le parecieron tentadoramente excitantes, al punto de sentir unas repentinas ganas de acariciar esos bellos y pasar su mejilla por ellos.
Ayeka por su parte, se congeló al ver a Ryoko aparecer repentinamente a través de la puerta.
Contra todo lo que se pudiera esperar al ser sorprendida en tan comprometedora situación, la princesa se Jurai no explotó en indignación, vergüenza o furia asesina, muy por el contrario, no era capaz de hacer absolutamente nada. Solo estaba ahí congelada sin poder mover un solo músculo, viendo como como una ensimismada Ryoko le recorría el cuerpo con los ojos.
El verse observada de forma tan intensa por parte de Ryoko, terminó por ganar un fuerte sonrojo por parte de Ayake. Lo cierto es que la mirada de la Pirata Espacial era mucho más que una mirada de sorpresa o contemplación; podía decir sin temor a equivocarse, que Ryoko la estaba devorando con los ojos. Eso increíblemente la hizo sentir bien, la hizo sentir algo… excitada.
Una sonrojada Ayeka permaneció por unos segundos más en esa posición, hasta que logró recuperar el movimiento de su cuerpo, terminando de subirse las bragas. Una vez se hubo acomodado las bragas, Ayeka no hizo el menor ademán de cubrir su cuerpo; por el contrario, se quedó ahí de pie ante Ryoko, repentinamente emocionada y sorprendida ante lo que estaba experimentado, dejando que su eterna "enemiga" se la comiera con la mirada y… sintiéndose bien con eso.
Por su parte una igualmente sonrojada Ryoko, se llevó una sorpresa al ver como Ayeka se subía las bragas y lejos de regañarla por ingresar sin llamar, se quedaba de pie frente a ella, permitiéndole mirarla, permitiendo que degustara con los ojos de su perfecto cuerpo casi desnudo. ¿Acaso no estaba molesta? ¿No le importaba que ella disfrutara viendo su cuerpo? En este punto Ryoko estaba totalmente confundida por la actitud desinhibida de Ayeka y con su propia actitud, disfrutando de la vista del cuerpo de otra mujer. No sabía qué pensar ante todo esto. Es como si su cerebro se hubiera desconectado en algún momento y no daba señales de querer volver a funcionar.
Los segundos siguieron pasando con ambas mujeres de pie una frente a la otra. El ambiente ahora estaba cargado de algo que ninguna de las dos podía identificar, pero que extrañamente las hacía estar relajadas. Es así que de manera casi inconsciente, Ryoko caminó lentamente hasta quedar a centímetros en frente de Ayeka. Recorrió una vez más su hermoso cuerpo con la vista y luego la miró fijamente a los ojos.
Ryoko había visto esos ojos innumerables veces antes, pero nunca como lo estaba haciendo ahora, eran ojos en los que se descubrió deseando perderse. Trago sonoramente y con algo de titubeo, estiró los brazos hasta posar sus manos en la cintura de su eterna enemiga.
Ayeka dio un pequeño salto al sentir el suave contacto de las manos de Ryoko en su piel. Era un contacto tan suave, que podría calificar más como un roce, pero fue suficiente para hacerla estremecer como si hubiera recibido una descarga eléctrica, un contacto que le arrancó un sorpresivo y erótico gemido de placer.
Los ojos de Akeya se abrieron como platos ante su reacción, ante el placentero gemido que había escapado de su boca. Por su parte, Ryoko estaba tan sorprendida como la misma princesa por ese gemido. ¿Ella había causado eso? ¿Ella había hecho gemir de placer a Ayeka solo con el toque sus manos?
Ryoko bajó la mirada hacía sus manos, que aún sujetaban suavemente la cintura de la princesa, sintiendo de paso el calor y la suavidad de su piel. Al volver a levantar la vista se encontró con los sorprendidos ojos de la princesa y su rostro comenzó a arder, furiosamente sonrojado. Ryoko dio un salto hacia atrás, apartándose de Ayeka como si esta la hubiera quemado. Por su parte, una princesa ahora más consciente de lo que había pasado, tomó rápidamente el kimono que descansaba junto a sus pies y se cubrió prontamente con él, sin ser capaz de levantar la cabeza o de volver a mirar a los ojos de la Pirata Espacial. La vergüenza se la estaba comiendo viva.
— Este, yo… Ejem, te… esperan para cenar — logró decir una consternada, nerviosa y furiosamente sonrojada Ryoko.
— ¡Ah! Sí. Di-diles que… diles que bajo en un momento — respondió una sonrojada Ayeka, con la cabeza gacha y cubriendo su cuerpo con el Kimono.
Ryoko no dijo nada ante esa respuesta y simplemente salió del cuarto, aunque más parecía que estuviera escapando. Una vez afuera se recargó pesadamente contra una de las paredes del pasillo con el rostro aún totalmente sonrojado, a la vez que reflejaba una consternación nunca antes vista en ella. Sus ojos miraban al frente sin ver realmente y su respiración había pasado a acelerarse como nunca antes.
No podía creer lo que había pasado ahí atrás en esa habitación, no podía creer lo ella había hecho; peor aún, no podía creer lo que había sentido. Ryoko se obligó a calmarse. Tenía que calmarse y bajar o alguien más podría subir a ver por qué ambas demoraban tanto. Dio una fuerte respiración en un intento por recobrar la compostura y una vez se sintió más compuesta, bajó hasta donde estaban los demás esperando, informándoles que Ayeka bajaría en unos momentos.
En el primer piso todos estaban tan entretenidos con el relato de Mihoshi sobre cómo había sido la patrulla de la mañana, que no se percataron de lo nerviosa que se veía Ryoko, o del lío que tenía en la cabeza por causa de cierta princesa de Jurai.
Mientras, en el segundo piso de la casa, una sonrojada e impactada Ayeka aún no daba crédito a todo lo que había pasado hace solo unos momentos. No solo no había reprendido a Ryoko por ingresar a su cuarto sin golpear, tampoco había hecho nada por cubrir su cuerpo desnudo; de hecho, dejo que ella mirada, que se la comiera con los ojos. También permitió que la tocara… y le gustó.
Ayeka se estremeció ante ese último pensamiento. ¿Le gustó ser tocada por Ryoko? Con sorpresa debió reconocer que sí. ¿Por qué ese gemido de placer al sentir el toque de sus manos? ¿Por qué la excitación que sintió con toda esta situación? La verdad es que no sabía qué estaba pasando con ella, pero no era la primera vez que sentía algo así por Ryoko. El tener esa certeza la hizo sentir miedo, mucho miedo.
Al cabo de unos minutos, la princesa finalmente bajó para cenar. La cena en sí transcurrió con normalidad, salvo por Ayeka y Ryoko, que no levantaban el rostro de sus platos y casi no pronunciaron palabra.
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A partir del impactante incidente en el cuarto de Ayeka, tanto la princesa como la Pirata Espacial se apegaron mucho más a Tenchi, como si ambas estuvieran buscando aferrarse a una tabla de salvación. Como consecuencia de esto, sus peleas diarias se tornaron verdaderamente encarnizadas; tanto, que en algunas ocasiones llegaron a lastimarse seriamente, debiendo ser reprendidas por un molesto Tenchi.
Otra cosa que ocurrió como consecuencia del incidente, es que la relación entre Ryoko y Ayeka se deterioró a tal punto, que bastaba solo la más mínima insinuación, para que comenzaran a luchar furiosamente, hasta que una o las dos, quedaran fuera de combate. Está situación comenzó a preocupar seriamente a los habitantes de la residencia Masaki, los que opinaban que todo esto ocurría por culpa de Tenchi, quien todavía no se decidía por alguna de ellas.
Lo que ninguno de ellos sabía, es que estas salvajes batallas diarias, en algún momento habían dejado de ser por Tenchi y pasaron a ser el medio para tratar de negar lo que lentamente se estaba gestando en el interior de ambas mujeres. Era un sentimiento nuevo y en cierta forma, aterrador, que pese a todo el odio y desprecio que se proferían mutuamente, resultó ser más fuerte de lo que ninguna hubiera imaginado.
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Pasaban las dos de la madrugada y Ryoko se había levantado para ir a la cocina por un vaso de agua. No pudo evitar un gemido al sentir como algunos moretones de su última pelea con Ayeka protestaban por el movimiento. Tenía que reconocer que la princesa sabía golpear. Hizo una mueca ante ese pensamiento.
Había pasado un poco más de una semana desde el incidente en el cuarto de Ayeka y las cosas no parecían mejorar. Solo estaban ahí dando vuelta en una especie de bucle infinito. ¿Qué se supone que debía hacer? ¿Qué se supone que debía pensar ante lo que pasó en ese cuarto o ante el gemido de Ayeka?
Ryoko se sonrojó ante ese recuerdo. Ese erótico gemido de placer era algo que la perseguía a diario, algo que, pese a todos los ataques y golpes intercambiados con Ayeka, simplemente no podía olvidar. Con un suspiro de resignación, decidió dejar de quebrarse la cabeza con eso por el momento, e ingresar a la cocina por ese vaso de agua. La concina no estaba vacía.
Para su sorpresa, la Pirata Espacial se encontró de pronto con Ayeka detrás de la isla situada en medio de la cocina, terminando de beber un vaso de agua. La sorprendida princesa dejó el vaso sobre la isla y le devolvió la mirada a su eterna rival. Ambas mujeres intercambiaron miradas por largos segundos, congeladas cada una en su lugar. Fue finalmente Ryoko la que se animó a tomar la palabra o estarían ahí mirándose las caras por el resto de la noche. Eso no quiere decir que no estuviera nerviosa.
— Vine por un vaso de agua — dijo la Pirata Espacial con aparente indiferencia, aunque su voz sonó algo temblorosa.
— ¡Hmph! — exclamó Ayeka como indicando que le daba lo mismo que Ryoko pretendiera hacer, incluso giró la cabeza a un lado en un gesto de indiferencia. Por supuesto, la princesa estaba todo menos indiferente. De hecho, estaba algo nerviosa.
En un intento por salir lo más rápido de la incómoda situación, Ayeka tomó el vaso que había usado y se giró hacia el lavaplatos, lo lavó rápidamente y lo dejó a un lado para que escurriera. Se giró una vez más y caminó hacia la salida de la cocina con la cabeza en alto, aparentando un aire de indiferencia y superioridad. Hubiera logrado salir dignamente de la cocina si no se hubiera congelado en su lugar cuando pasaba junto a Ryoko.
Ambas mujeres quedaron hombro con hombro por largos segundos, pero ninguna se atrevía a girar la cabeza para enfrentar a la otra. Finalmente y luego de dudar por un momento, Ayeka ladeó levemente la cabeza, junto con girar sus ojos hacia Ryoko dándole una tímida mirada. La Pirata Espacial sintió de inmediato la mirada de la princesa y giró un poco la cabeza y los ojos para devolverle la mirada.
En el mismo momento que sus ojos se encontraron, ambas mujeres sintieron un escalofrío recorrerles la espalda, junto con la sensación de que el tiempo se detenía. Habían quedado atrapadas en los ojos de la otra y sentían que esta vez no había posibilidad de escapar.
Mientras compartían miradas, ambas mujeres, Pirata Espacial y princesa, sintieron como todo el odio y el desprecio que se proferían desde hace tanto tiempo, se evaporaba como por arte de magia al verse reflejadas en los ojos de la otra; y tal como les ocurrió hace unos días atrás, sintieron como se iban perdiendo en los ojos de la otra.
Sin apartar la vista, ambas mujeres fueron giraron el cuerpo hasta quedar frente a frente. Ayeka, casi sin darse cuenta de lo que estaba haciendo, se acercó a Ryoko hasta quedar a escasos centímetros de ella. Levantó los brazos y la sujetó gentilmente por los hombros. Mientras Ayeka realizaba ese movimiento, Ryoko a su vez llevó sus manos a la cintura de la princesa y la jaló apegándola a ella.
Ninguna de las dos mujeres parecía estar realmente pensando en ese momento, solo estaban reaccionando a la situación en la que encontraron repentinamente, dejándose llevar por algo que era más fuerte que ellas. Se miraron fijamente a los ojos por largos segundos, hasta que sus rostros se acercaron. Sus labios se tocaron en un suave roca, pudiendo sentir cómo sus alientos se mezclaban. Pronto ese roce se transformó en un pequeño y casto beso, al que le siguió otro y otro. Finalmente la seguidilla se castos y lindos besos no fue suficiente. Ambas mujeres atacaron al mismo tiempo, ahora sí, fundiéndose en un profundo beso, que ambas parecían desear desde hace demasiado tiempo.
Ambas mujeres se entregaron por completo a ese beso. Ayeka rodeó el cuello de Ryoko y esta la estrechó con fuerza desde la cintura, apegándola por completo a su cuerpo. Con un suave gemido por parte de Ayeka, la Pirata Espacial irrumpió finalmente en la boca de la princesa con la lengua, encontrando prontamente la lengua de Akeya, comenzando a entrelazarse y masajearse mutuamente, estallando en un mar de deliciosas sensaciones, a la vez que bebían de sus bocas, sorbiendo el aliento y degustándose mutuamente.
Pronto ambas mujeres comenzaron a dar suave gemidos, producto de la estimulante sensación de estar devorándose la boca mutante, besándose una y otra vez en forma intensa y apasionada, mientras sus cuerpos comenzaban a reaccionar, pidiendo más.
Abordada por la pasión del momento, Ryoko se abalanzó sobre Ayeka, aprisionándola contra la isla de la cocina, mientras subía la intensidad de sus los besos. Metió una de sus piernas entre las piernas de Ayeka, a la vez que le recorría la espalda con las manos, todo esto mientras la princesa enterraba las manos en su rebelde cabellera. En ese momento Ryoko terminó el beso con un sonido húmedo y un gruñido, para luego pasar a plantar apasionados besos en el cuello de Ayeka, la que giro a un lado la cabeza para hacer más fácil el trabajo de la Pirata Espacial.
— Aaahh… sí… sí… más… — dijo Ayeka entre jadeos.
Al pronunciar esas palabras cargadas de deseo, fue el momento en que ambas mujeres fueron realmente consientes de hasta dónde habían llevado las cosas casi sin darse cuenta de lo que estaban haciendo.
Ambas mujeres se miraron a los ojos, sonrojadas y respirando pesadamente, casi en un jadeo. Estaban aferradas una a la otra con sus cuerpos en un situación muy comprometida, Ryoko prácticamente encima de una Ayeka, que a esas alturas, tenía su yukata para dormir completamente desarreglado, abierto en la parte superior con los senos casi expuestos, y abierto abajo, dejando ver su lencería de encaje blando.
Cuando fueron realmente conscientes de su comprometedora posición, Ryoko soltó a la princesa y dio un salto había atrás, mientras que Ayeka se arreglaba el yukata y trataba de cubrir su casi expuesto cuerpo. Sus manos se aferran a la tela de la parte superior del yukata, cubriendo su escote con el rostro furiosamente rojo.
Una avergonzada y asustada Ayeka miró con ojos interrogantes y casi suplicantes a la Pirata Espacial, como si estuviera preguntándole qué había sido todo eso. Ryoko, igual de avergonzada y asustada, no fue capaz de sostener la mirada de la princesa, por lo que apartó la mirada con el rostro completamente rojo. Ayeka, llegando al límite de lo que podía soportar, al recordar lo que habían estado haciendo y cómo ella pedía más, simplemente lo perdió y salió corriendo de la cocina, dejando atrás a una también complicada Ryoko.
Ninguna de las dos mujeres pudo conciliar el sueño en lo que resta de noche. Permanecieron despiertas pensando en lo que había ocurrido y en ese nuevo sentimiento que las consumía por dentro.
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Los primeros días de inicio del verano iban haciéndose poco a poco más calurosos, mientras transcurrían lentamente y con relativa normalidad para los habitantes de la residencia Masaki, excepto para la princesa de Juari y la Pirata Espacial. Desde esa noche en que había compartido esa serie de apasionados besos en la cocina, se había cernido sobre ellas una extraña tensión sexual.
A partir de ese día, ambas mujeres trataban de evitarse, haciendo lo posible por no coincidir en el mismo lugar, fuera de los momentos en que debían comer compartiendo la misma mesa. Habían cambiado sus rutinas y sus horarios en un esfuerzo por no coincidir; incluso habían cambiado su modalidad de acoso a Tenchi. Cuando una de ellas estaba con el joven Masaki; la otra, en vez de armar una pelea por su posesión, simplemente se alejaba hasta que Tenchi estuviera disponible, momento en que se acercaba a él.
Para los habitantes de la residencia Masaki esta actitud por parte de las dos mujeres no pasó desapercibida. Ciertamente era extraño verlas actuar así, pero no podían negar que les gustaba como estaban desarrollándose las cosas ahora. Luego de días de feroces batallas, esta relativa calma era como un oasis en el desierto. Supusieron que Ryoko y Ayeka establecieron una especia de tregua, cansadas de semanas de encarnizadas batallas.
Nada más lejos de la realidad.
Esta actitud por parte de ambas mujeres, respondía al temor que tenían de encontrarse a solas. El miedo a que algo como lo de la otra noche volviera a ocurrir era constante para las dos. Aun así, pese a todo el esfuerzo que ponían de su parte, siempre terminaban topándose a solas en algún lugar. En un principio se sonrojaban y se alejaban cada una por su lado, pero con el correr de los días eso empezó a cambiar, pasando a coincidir a solar con mayor frecuencia; accidentalmente, pero a propósito.
Fue así como cada vez que se topaban a solas en algún corredor de la casa, alguna habitación, las escaleras que daban al Templo, o en cualquier lugar, terminaban robándose una mirada, una caricia o un roce de labios. Ambas mujeres estaban cayendo en juego peligroso y lo sabían, pero pese a sus mejores deseos, no podían evitarlo, era algo más fuerte que ellas.
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Tres semanas pasaron desde el día del incidente de la cocina, mientas que el jueguecito entre Ryoko y Ayeka continuaba adelante, sin que nadie se percatara y llegando a límites realmente peligrosos.
Pronto las miradas dieron paso las caricias, las caricias a "accidentales" abrazos, y los esporádicos roces de labios, terminaron finalmente con otro apasionado beso detrás de la casa; solo que él beso no terminó ahí. Antes de que alguna se diera cuenta de lo que hacía, Ryoko había arrinconado a Ayeka contra la pared de la casa y había comenzado a devorarle el cuello a besos. Ayeka por su parte, enterró los dedos de una mano en la salvaje cabellera de Ryoko, mientras que con la otra mano se atrevió a acariciarle el trasero. Solo el sonido del motor de la nave "Yagami", que hacía su tradicional escala para que Mihoshi y Kiyone pasaran a almuerzo, las habían detenido de seguir más adelante.
Al separarse, el terror fue patente en los ojos de ambas mujeres. Sin decir una sola palabra, se separaron yéndose cada una apresuradamente por lados distintos, con la cabeza hecha un torbellino. A partir de ese día, ambas mejes se aferraron a Tenchi con mayor ahínco, como si este fuera una tabla de salvación, comenzaron nuevamente sus peleas cada vez más encarnizadas, en un último y desesperado esfuerzo por negar lo que, ya a esas alturas, parecía inevitable.
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Cuatro días después del incidente en la parte trasera de la casa, Tenchi y su abuelo anunciaron que harían un viaje a la ciudad de Tokio. Tenían que participar de una ceremonia en un Templo custodiado por un amigo del abuelo. La expectación por la noticia fue instantánea, sobre todo para Ayeka y Ryoko, que veían como su última ancla de estabilidad, estaba a punto de alejarse de ellas.
— ¿Cuánto tiempo estarán fuera? — preguntó Washu, curiosa.
— Tres días — respondió el abuelo.
— ¿Podemos ir Ryo-Ohki y yo con ustedes? — preguntó Sasami con ojos esperanzados, mientras Ryo-Ohki saltaba entusiasmada junto a la pequeña princesa.
— No iremos de paseo, Sasami — explicó Tenchi — Vamos a tener muchas actividades en el Templo durante todo el tiempo que estemos en Tokio. Con suerte tendremos un par de horas libres antes de regresar y las queremos aprovechar para visitar a papá, que está supervisando la construcción de un edificio — concluyó Tenchi, mirando seriamente a la niña, para dejarle en claro que este no se trataría de un viaje de placer.
— Aun así me gustaría ir. Las ceremonias que realiza el abuelo en el Templo me parecen muy interesantes — dijo Sasami con una linda sonrisa.
— Bueno Sasami, si estás tan interesan en ir con nosotros, no tengo ningún inconveniente en que nos acompañes. ¿Y tú, Tenchi? — le preguntó el abuelo a su nieto.
— Si tú no tienes inconveniente abuelo, entonces yo tampoco. Puedes venir con nosotros si lo deseas, Sasami — dijo Techi, regalándole una sonrisa a la pequeña princesa.
— ¡¡Sí!! Iremos a Tokio — dijo Sasami dando saltos de alegría, junto con una igualmente alegre Ryo-Ohki.
Todos los presentes contemplaron como Sasami y Ryo-Ohki bailaban de alegría, cuando un estruendo muy conocido por todos se dejó escuchar afuera de la casa. La nave "Yagami" descendió y pocos momentos después, las oficiales de la Policías Galácticas Mihoshi y Kiyone, hicieron acto de presencia vistiendo sus uniformes de gala. Esto causó la sorpresa de los presentes.
— Hola a todos — dijo Mihoshi saludando alegremente con su inseparable sonrisa.
— Buenas tardes — saludó Kiyone.
— Hola chicas — saludaron todos.
— Esos uniformes son muy bonitos — comentó Sasami.
— ¿Verdad que sí? — preguntó Mihoshi, girando para que todos pudieran verla bien — Son nuestros uniformes de gala. Los usamos solo para ocasiones muy importantes — señaló.
— ¿Estas lista Washu? — preguntó Kiyone, con evidente fastidio por el discurso de su compañera.
— Sí, podemos irnos — respondió la científica, poniéndose de pie.
— ¿Irse? ¿Adónde van? — preguntó Ryoko, extrañada.
— Las chicas tienen que asistir a un Seminario Policiaco en Ciudad Satélite y se ofrecieron gentilmente a llevarme con ellas. Necesito comprar algunas cosas para mi laboratorio que solo puedo encontrar en Ciudad Satélite, así que aprovecharé el viaje.
— En realidad ella se invitó sola — apuntó Mihoshi, logrando una mirada odiosa por parte de Washu.
— Sí, bien, cómo sea. Mejor nos apuramos o llegaremos tarde — señaló Kiyone — Hasta luego. Nos veremos en unos cuatro días — se despidió la morena oficial de policía y salió de casa, seguida de una sonriente Mihoshi y una pequeña científica. Todos se despiden de las chicas deseándoles un buen viaje y un pronto regreso.
Luego de eso el día siguió su curso y pronto llegó la hora de la cena. Esa noche transcurrió de forma mucho más relajada y silenciosa que de costumbre. Tenchi supuso que se debía a que había personas faltantes a la mesa esa noche. Decidió no pensar demasiado en eso y solo disfrutar de la repentina tranquilidad.
Luego de la cena, Tenchi, su abuelo y Sasami decidieron ir a preparar el equipaje para el viaje del día siguiente. Fue ese el momento en que se llevaron una gran sorpresa; Ryoko y Ayeka no manifestaron el más mínimo deseo de acompañar a Tenchi a Tokio.
Ciertamente Tenchi estaba totalmente sorprendido e impactado por partes iguales. No había comentado a sus dos tormentos personales que no estaban invitadas al viaje a Tokio. Él simplemente daba por sentado que esas dos lo iban a seguir de todas formas, por más que él les dijera que no estaban invitadas.
Cuando fue consultada, Ayeka manifestó encontrarse algo indispuesta, por lo que prefería quedarse en casa para descansar. Ryoko por su parte, dijo simplemente que no le interesaba ir a encerrarse a un Templo tres días seguidos, escuchando y viendo ceremonias aburridas que no entendía. Luego de esa explicación, ambas mujeres se disculparon y se fueron cada una por su lado.
Tenchi, aun algo sorprendido, aceptó las cosas como venían y se encontró repentinamente feliz, ante la real posibilidad de descansar aunque fuera por algunos días, de los constantes acosos de sus perpetuos tormentos personales.
Fue así que al día siguiente, el trío de viajeros más un Cabbit, salieron muy temprano en la mañana para tomar el primer "Tren Bala" rumbo a Tokio. Al alejarse de la casa, Tenchi no pudo evitar mirar atrás con evidente preocupación en el rostro.
— Espero que esas dos no destruyan la casa estos tres días que se quedarán solas — comento Tenchi con temor de no volver a ver su hogar en pie cuando regresara.
— No te preocupes Tenchi. La casa estará allí cuando volvamos, te lo aseguro — dijo el abuelo con una extraña sonrisa en el rostro, que Techi no supo identificar.
Lo cierto es que Katsuhito Masaki, quien pudo haber sido el gobernante de todo el universo, era un hombre de mucha sabiduría; y por sobre todas las cosas, muy observador. Lo que se estaba desarrollando en forma algo solapada entre la princesa Ayeka y la Pirata Espacial, no había pasado desapercibido para él.
Pese a no haber visto nada comprometedor, sí vio suficientes señales que le hicieron saber que algo estaba pasando con esas dos; algo que si se llegaba a concretar, pondría de los nervios y muchas personas, molestarías a otras tantas y haría reír a otras más, por lo improbable de la situación.
Ciertamente las cosas se pondrían muy entretenidas cuando volvieran de Tokio. Sonrió. Ya quería ver la cara de Tenchi cuando viera la sorpresa que le espera en casa al volver, pensó divertido.
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Habían transcurrido un par de horas desde que el grupo de tres se fueran de casa para tomar el "Tren Bala" a Tokio. Todavía era bastante temprano, pero Ayeka ya se encontraba de pie ante el ventanal de la sala, observando fijamente la laguna que estaba frente a la casa. Estaba completamente perdida en sus pensamientos, por lo que no escuchó a Ryoko bajando desde el segundo piso.
Cuando la Pirata Espacial llegó al primer piso y vio a Ayeka de pie ante el ventanal, sintió como su pulso se aceleraba bruscamente, a la vez sus piernas comenzaban a flaquear. Esta es la situación que tanto temían: quedarse solas. Aun así, ninguna había hecho absolutamente nada por evitarlo; al contrario, ambas lo habían buscado. Ahora, luego de tantas semanas de iniciado todo este juego peligroso entre ellas, había llegado la hora de enfrentar las cosas.
Sacando fuerzas de alguna parte y controlando lo mejor que pudo el nerviosismo, Ryoko comenzó a caminar en dirección a princesa de Jurai, deteniéndose una vez que estuvo justo detrás de ella.
Ryoko dudó por varios segundos sobre qué hacer a continuación. Ayeka estaba tan ensimismada, que aún no se percataba que se encontraba detrás de ella. ¿Debería saludarla? ¿Asustarla? ¿Decir que quería hablar sobre lo que había estado ocurriendo entre ellas? ¿Huir como una cobarde? Ninguna opción parecía ser demasiado buena. Finalmente algo vino a su mente, una idea totalmente descabellada, pero mirando la espalda de la princesa, era una idea que se hacía cada vez más atractiva. Luego de unos segundos, se encontró deseando hacer aquello que atravesó por su mente.
¿Estaría mal hacer esto? ¿Se enojaría Ayeka? ¿Lo disfrutaría? Al menos ella si lo disfrutaría. Luego recordó todas las veces que se habían acercado las últimas semanas, los besos que compartieron en la cocina o detrás de la casa. Tampoco podía olvidar como en esa última vez, Ayeka le estaba manoseando el trasero; o la vez que la vio desnuda en su cuarto poniéndose las bragas. Sin olvidar el gemido que dio cuando puso las manos en su cintura. Tragó sonoramente.
Ante todos esos pensamientos, las dudas iniciales de Ryoko fueron quedando lentamente de lado. Aquello que en un inicio pareció fuera de lugar ahora se había transformado en una necesidad. Fue así como armándose de todo el valor que pudo encontrar, cerró la distancia y rodeó gentilmente la cintura de princesa, aprisionándola contra sí.
Ayeka dio un respingo de sorpresa al sentir unos brazos rodándola por la cintura. Inmediatamente supo quién era. No era algo muy difícil de deducir, solo habían dos personas en casa en ese momento, una persona era ella misma, la otra Ryoko.
Permaneció rígida por unos segundos, pero luego relajó su cuerpo. Pensó en rehuir el contacto, pero luego consideró que sería algo estúpido de su parte. ¿No era precisamente por esto que decidieron no sumarse al viaje a Tokio? Ayeka inspiro profundamente para calmarse y decidió no hacer nada por evitar el abrazo; es más, en un gesto algo atrevido, puso sus manos sobre las manos de Ryoko.
La Pirata Espacial estaba más que sorprendida por la actitud de Ayeka. Era consiente de que había una gran posibilidad de que ella rechazara este avance, pero increíblemente, lo aceptó sin poner objeciones. Incluso Ayeka le había tomado las manos. No pudo evitar tragar sonoramente, pero… ¿No era precisamente para esto que habían decidido quedase solas estos días?
Los pensamientos de Ryoko prontamente fueron quedando de lado, más interesada en disfrutar la proximidad de la princesa; el aroma de su costoso Shampoo floral, su suave perfume que estaba causándole un efecto intoxicaste; o el calor que desprendía su cuerpo. Todos los sentidos de la Pirata Espacial estaban enfocados en la mujer que tenía entre sus brazos y, pese a las señales de alarma que seguían sonando en su cabeza, sabía que ya no podía dar marcha atrás, esto era algo más fuerte que ella.
Fue en ese momento que Ryoko se armó de valor para dar el siguiente paso y recargó su cabeza sobre el hombro derecho de Ayeka, dejando sus rostros uno al lado del otro. Nuevamente, la princesa no hizo nada por evitar este contacto, solo se limitó a cerrar los ojos y dar una respiración entrecortada al sentir la proximidad de Ryoko; proximidad que a estas alturas ya no quería evitar. Por más que su cabeza le dijera que estaba mal, esto simplemente era algo más fuerte que ella.
Ambas mujeres permanecieron en esa posición por largos momentos, contemplando la laguna que se extendía ante ellas. Ninguna dijo una sola palabra, solo estaban ahí, asumiendo lo que estaba pasando, lo que estaban sintiendo, lo que ambas sabían que pasaría si no daban un pie atrás; pero… ¿En verdad querían hacer eso?
Luego del prolongado silencio y las reflexiones que invadían la mente de ambas mujeres, fue Ayeka la que decidió tomar la palabra para aclarar las cosas ente ellas de una vez.
— Esto no está bien. ¿Lo sabes, verdad? — preguntó casi en un susurro.
— Lo sé — respondió Ryoko.
— Soy una mujer, al igual que tú. No deberíamos hacer esto — dijo Ayeka, mordiéndose un labio.
— ¿Crees que no he pensado lo mismo? Lo extraño que se siente para mi experimentar todas estas cosas por otra mujer, pero… no puedo evitar sentirme así — respondió Ryoko, repentinamente emocionada.
Ambas mujeres guardaron silencio por largos segundos una vez se dijeron esas palabras, esa verdad que ambas habían tratado de evitar desde hace tantas semanas, una verdad que finalmente las había alcanzado.
— Tengo miedo — dijo Ayeka con voz temblorosa.
— Yo también lo tengo — concordó Ryoko — Esto es algo nuevo y desconocido. Pero aun así lo deseas tanto como yo, o no estarías aquí.
Luego de esas palabras Ayeka apretó los labios con fuerza, su mente hecha un torbellino de pensamientos y emociones, hasta que en sus ojos apareció una repentina determinación, como si hubiera llegado finalmente a una resolución. Se soltó del abrazo de Ryoko y se volteó para quedar de frente a ella y poder verla directo a los ojos.
— ¿Te das cuenta de que si hacemos esto, todo cambiará? Una vez que crucemos la línea, ya no habrá vuelta atrás para nosotras — preguntó Ayeka con voz seria, como para hacerle entender a Ryoko, lo trascendental de esta decisión.
Ryoko miró fijamente a Ayeka, sus ojos tan determinados como los de la princesa.
— Sé que las cosas cambiaran, que tal vez no seamos bien vistas o que debamos enfrentar algunos problemas; pero estoy dispuesta a enfrentar todo eso, a cruzar esta línea… por ti.
Ayaka miro fijamente a los ojos de Ryoko y solo pudo ver sinceridad en ellos; sinceridad y algo más, algo que había buscado por mucho tiempo, pero que nunca creyó encontrar en la que consideraba su más grande enemiga.
El rostro de la princesa se relajó y esbozó una pequeña sonrisa. Había tomado su decisión. Soltaría las cadenas que la sujetaban y se dejaría llevar por ese nuevo sentimiento que la estaba consumiendo por dentro. Un sentimiento tan insólito como extraño y hermoso a la vez.
Ayeka se acercó a Ryoko, y antes de que esta se diera cuenta de lo que ocurría, estaba atrapada en un tierno beso; uno que no tardó en responder. Ayeka pasó sus brazos por el cuello de Ryoko y la abrazó con fuerza, mientras esta le devolvía el abrazo y la estrechaba contra sí.
Se besaron por largo tiempo; beso al que le siguió otro y otro más, explorándose mutuamente, sorbiendo el aliento de la otra, bebiendo el néctar de sus bocas. Pero pronto los besos ya no fueron suficientes. Durante las pasadas semanas las cosas habían escalado tanto entre ellas, que ahora que finalmente no había nada ni nadie que se interpusiere entre ellas, se dieron cuenta que necesitaban más que besos apasionados para sacar fuera todo eso que tenían contenido dentro.
Con un último y apasionado beso, ambas mujeres se separaron y se observaron a los ojos, mientras respiraban pesadamente tratando de recobraban el aliento. Ambas mujeres estaban sonrojadas, ambas sabiendo lo que la otra quería y hasta donde querían llevar las cosas, solo que sus palabras se negaban a salir. Finalmente fue Ayeka la que armó de valor y rompió el silencio.
— Si vamos a hacer esto, será mejor que lo hagamos de una vez — dijo con decisión.
Ryoko se sonrojó furiosamente por esas palabras, lo que hizo esbozar una sonrisa a la princesa, contenta de poder lograr esa reacción de su antigua rival y ahora amante. Se acercó a ella y le plantó un rápido beso en los labios, para luego tomarla de una mano y tirar de ella hacia la escalera que lleva al segundo piso.
— Vamos a mi cuarto. Ahí estaremos más cómodas.
Esas palabras fueron todo lo que Ryoko necesito para salir del aturdimiento. Con una sonrisa traviesa, tomó a Ayeka en brazos en estilo nupcial, logrando un chillido de sorpresa por parte de esta, para luego flotar alegremente con ella escaleras arriba.
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Las primeras horas de la mañana avanzaban lentamente, mientras que el sol hacía su camino elevándose en el firmamento, logrando que sus rayos se colaran por entre las cortinas de la habitación que en ese momento ocupaban Ryoko y Ayeka.
Ambas mujeres estaban recostadas sobre un futón, desnudas y con una fina capa de sudor cubriendo sus cuerpos. Ryoko estaba recostada de espaldas, su cabeza apoyada en una mullida almohada, con un brazo cómodamente tras la cabeza, mientras que con su otro brazo rodeaba los hombros de Ayeka, que estaba acurrucada contra ella. Dio un leve suspiro y sonrió. Estaba feliz, condenadamente feliz.
Ryoko cerró los ojos y estrechó un poco más el abrazo en que le tenía atrapada a la princesa; que a partir de ahora pasó a ser "su" princesa. Amplió su sonrisa y simplemente disfrutó del momento. Fue Ayeka la que nuevamente rompió el silencio poco después.
— No puedo creer que hayamos hecho esto — comentó.
— ¿Te arrepientes? — pregunto Ryoko.
— Jamás. Por el al contrario, me siento feliz — respondió Ayeka, esbozando una sonrisa.
— Yo también me siento feliz — dijo Ryoko, también con una sonrisa en los labios.
Luego de esas palabas, ambas mujeres permanecieron recostadas en el futón durante algunos momento más, hasta que Ayeka se desprendió del abrazo de Ryoko para levantarse y caminar hasta la ventana del cuarto, la abrió de par en par, dejando entrar una suave brisa de la mañana, que acarició su cuerpo desnudo. Apoyó sus manos en el marco de la venta y observó el paisaje con una gran sonrisa en los labios.
Por su parte, Ryoko observó a la princesa desde el futón. Recorrió con los ojos ese cuerpo de mujer que la volvía loca; cuerpo que había recorrido y devorado hasta la saciedad. Le fue imposible evitar un sonrojo al recordar todo lo que habían hecho al ingresar al cuarto y desprenderse de sus ropas. Lo mejor de todo, es que tenían tres días por delante para seguir disfrutándose mutuamente; porque ahora Ayeka era tan suya, como lo era ella de Ayeka.
Ryoko sonrió ante ese pensamiento y se levantó del futón, caminó hasta "su" la princesa y la abrazó por detrás, apegándose a su cuerpo mientras recargaba la cabeza sobre uno de sus hombros. Las dos amantes se quedaron en esa posición por largos momentos, observando la hermosa vista que se apreciaba desde la habitación.
— Te amo Ayeka — le susurró Ryoko al oído.
Ayeka se sonrojó ante la declaración de Ryoko, pero de inmediato una hermosa sonrisa apareció en sus labios. Se giró para quedar frente a Ryoko, la miró directo a los ojos y pronunció las palabras que marcarían el inicio de una nueva etapa es sus vidas.
— Yo también te amo Ryoko.
Ambas mujeres sonrieron con los ojos húmedos por la emoción. Finalmente habían encontrado aquello que les fue tan esquivo por tanto tiempo. Habían encontrado el amor; y lo encontraron en la última persona que hubieran imaginado.
La feliz pareja se fundió en un fuerte abrazo, besándose con pasión. Al separarse, compartieron una nueva mirada con la que dijeron mutuamente lo que querían hacer a continuación. Ambas se sonrojaron al saber lo que vendría ahora, pero sonrieron con complicidad. Se tomaron de las manos y regresaron al futón.
FIN
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Notas del Autor: Hola a todos. Esta es una historia con un una pareja poco común, sobre todo en una historia tan alejada de la diversión y la locura a la que nos tiene acostumbrada la franquicia de "Tenchi". Pero era necesario tomarse las cosas con seriedad. Era la única forma en que esto pudiera resultar.
¿Cómo surgió la idea para esta historia? Es algo que me vino a la mente al ver las encarnizadas peleas entre Ryoko y Ayeka, lo que me hizo recordar algo que leí por ahí: "No odies tanto a esa persona o antes de lo que te des cuenta, vas a terminar enamorado de ella"
Eso es lo que pensé sobre esas dos. Ambas necesitan amor, tienen mucho amor para dar, y a la vez, se odiaban con tanta intensidad, que bueno; del odio al amor… ya saben.
Gracias por llegar hasta aquí. Saludos y nos leemos.