—Gracias a los dioses que estás aquí, Guardabosques Verhen. Soy el sargento Guilden, a su servicio. —El sargento era un hombre de mediana edad, con cabello gris y bigote. Llevaba una armadura ligera sobre su uniforme gris, protegiendo sus antebrazos, espinillas, pecho y hombros.
Guilden blandía una lanza en su mano izquierda que estaba siendo utilizada principalmente como bastón, y llevaba una espada corta en la cadera. Si no fuera por las rayas en sus mangas, su atuendo era idéntico al usado por el resto de los guardias.
—El otro Guardabosques ha demostrado ser inútil hasta ahora. Si fuera por él, podríamos pudrirnos aquí hasta el próximo invierno. —Las palabras del sargento hacia un oficial superior eran lo suficientemente groseras como para ganarse un juicio militar por insubordinación, pero Lith notó que, a pesar del buen clima, toda la unidad temblaba de miedo.
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