Mientras tanto, Vastor guardó el cristal blanco en su amuleto dimensional y comenzó a dibujar esquemas detallados de la fuerza vital de Lith. Se sentó en una roca en silencio hasta que terminó de escribir sus impresiones y pensamientos mientras la memoria aún estaba fresca.
—Gracias, 'padre'. Me siento renacido por tercera vez. —Teseo le hizo una pequeña reverencia y esta vez el desprecio fue mínimo.
—De nada. —Asintió Vastor.— Como señaló Zoreth, todavía estás sujeto a ataques de locura de sangre y necesitas a alguien que te mantenga en calma. ¿Seguro que no quieres venir con nosotros?
—No, pero tampoco puedo confiar en ti. No te conozco excepto por lo que aprendí de los recuerdos de Paquut y por lo que vi no eres una buena persona. —Respondió el Bastet.
—Nunca afirmé serlo. —El Maestro se levantó y revisó la fuerza vital de Lith una última vez para asegurarse de no haberse perdido nada.— Será mejor que me vaya, o mi esposa me despellejará vivo. Zoreth, Bytra, ¿vienen conmigo?
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