—Oh dioses, necesito sentarme. A pesar de los mejores esfuerzos de Solus, Selia podía sentir como sus rodillas se doblaban. El cabello dorado, el cuerpo luminoso y el aura majestuosa que rodeaba a Solus la hacían parecer alguien de un cuento de hadas.
—Oh dioses, ¿de dónde viene esto? Selia se sobresaltó cuando un sillón cómodo apareció de la nada.
—Es bueno conocerte en persona, Solus. Ryman le ofreció su mano, pero ella lo abrazó en su lugar.
Protector no era solo un socio comercial, era su amigo más antiguo.
—Lo mismo digo. ¿Qué opinas? —Dijo después de dar unos pasos atrás y darse la vuelta para que él viera su figura completa.
—Eres una joven preciosa. —Ryman asintió.
—Sí, ¿cuántos años tienes? —Preguntó Selia.
—De siglos, pero como he olvidado casi todo sobre mi vida pasada, mi edad mental ronda los veinte. —Dijo Solus.
Lith los llevó a la sala de estar antes de comenzar a explicar las cosas adecuadamente.
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