Al instante siguiente, Tobirama apareció en los límites de la nación de la Lluvia y la de los Pastizales, junto a un pequeño santuario similar a una diminuta casa que cobijaba la estatua de una rana. En los cuencos de ofrenda había unos melocotones y agua. Así que Tobirama reviso los alrededores, pensando que los civiles todavía estaban por los alrededores. No obstante, en mil metros a la redonda solo pudo detectar a varias serpientes, conejos y venados.
Tobirama miró el santuario y se preguntó que pensarían los civiles si él les dijera que las criaturas que tanto veneran, en realidad existen, pero no son ni dioses ni santos. Por otro lado, se preguntó que pensarían los shinobis si les dijera que, a través de estas pequeñas criaturas, llamadas sabios, podían alcanzar una fracción de la fortaleza de su hermano. Era una completa ironía, porque los civiles adoraban criaturas que no entendían y los shinobis despreciaban costumbres que, si seguían hasta sus orígenes, les traería una tremenda sorpresa.
Tobirama negó con la cabeza porque a pesar de que él sabía todas estas cosas, nunca pudo ser aceptado como discípulo por ningún sabio. Todos ellos clamaban lo mismo que su sensei; él solo traería destrucción al mundo. Sin embargo, no entienden que la paz y la destrucción son dos caras de una misma moneda.
Similar a las reclamaciones de su hermano por la muerte de Izuna, el mundo no entiende que eso fue lo que gatillo el cambio. Ya que, si Izuna seguía vivo, hubiera aconsejado a Madara nunca rendirse y Konoha jamás hubiera sido posible ¿Cuál era la gran diferencia entre que él matara a Izuna y su hermano matara a Madara? ¿Acaso había que esperar a que Izuna trajera una gran destrucción como Madara para que fuera valido matarlo? No, uno siempre debe ser proactivo y buscar a los objetivos en lugar de que ellos lo encuentren a uno.
Tobirama soltó un suspiro, saltó a la copa de un árbol y se orientó hacia el Este, donde debería estar la fortaleza de la nación de los pastizales. Entonces él tomo su kunai con forma de tridente, miró al cielo, apunto con el kunai y lo lanzó a la distancia. El kunai voló a lo lejos alcanzando en tan solo unos segundo mil metros y cayó clavado en la rama de un árbol. Tobirama sintió como el metal de chakra con su firma de chakra había detenido su viaje. Así que él se concentró y se auto invoco donde había caído el kunai.
De esta manera, Tobirama viajo cientos de kilómetros con el mínimo esfuerzo y a los pocos minutos, llegó frente a la fortaleza. Los Hyugas y Uchihas estaban apostados en las murallas y vigilando a la distancia. Parece que su pequeño experimento los puso nerviosos. No obstante, a Tobirama no le importo su estado de ánimo y siguió avanzando hasta que su kunai cayó en la parte superior de la muralla, por donde se movían los shinobis.
Al mismo tiempo, Hyugas y Uchihas habían divisado un rápido movimiento que venía en su dirección y se prepararon. No obstante, al ver al hombre de cabello gris y protector metálico que enmarcaba el rostro, se relajaron.
-Hokage-sama, no nos asuste- dijo un Hyuga
-Lo siento- respondió Tobirama y pregunto -¿Dónde está Kain Uchiha?-
-Debe estar con Kasuhiko-sama, señor- respondió el Hyuga
-Entiendo- dijo Tobirama y siguió avanzando dentro de la fortaleza sin esperar a nadie. A los pocos segundos llego al distrito militar, que había sido reacondicionado para que pusieran sus carpas el ejército de Konoha.
Tobirama llego frente al campamento y sorprendió a los que deambulaban por las instalaciones. Los Hyugas fueron cordiales con él de principio a fin, realizando reverencias. No obstante, los Uchihas solo asentían con la cabeza mientras fruncían el ceño.
Tobirama sonrió por dentro, sintiéndose mucho más a gusto en este ambiente. Se sentía raro, casi alienado en Konoha. Uchiha y Senju jamás deberían juntarse, era antinatural, pensó.
Una vez que Tobirama llego al centro de mando, los guardias se hicieron a un lado y él entro. Dentro estaban todos reunidos alrededor de una mesa rectangular. Tobirama se enfocó en el niño de cabello blanco y vio de paso al joven patriarca Kazuhiko y Osamu, él hermano menor de Kagami Uchiha. Tobirama miró a Osamu e inclino su cabeza en forma de saludo. Era una gran pérdida lo de Kagami, pensó, era un buen elemento, igual que su hermano. No obstante, Kagami al "morir" provoco que Tobirama no pudiera poner sus manos en tal esplendido recurso. Si Osamu fuera entrenado bajo su estricto cuidado, podría alcanzar todo su potencial.
Por su parte, Osamu miró hacia otro lado mientras en sus ojos brillaba el desprecio y odio.
Tobirama se extrañó ante tal expresión y solo pensó que se debía a las rivalidades de Senjus y Uchihas, totalmente ajeno al resentimiento de Osamu.
-Kain Uchiha- dijo Tobirama sin prestar atención a los demás -ven conmigo-
Kain miró al resto y ellos asintieron. Entonces Tobirama salió del centro de mando y Kain lo siguió. Tobirama bordeo el centro de mando y avanzó hacia la parte trasera del campamento. Avanzó hacia las murallas que bordeaban la ciudad y dio un saltó que le hizo alcanzar la mitad de su altura. Después comenzó a caminar cuesta arriba y Kain lo imito hasta que llegaron a la cima.
Tobirama vio a diez guardias vigilando en la cima de la muralla y les dijo -vayan a otro lado, tengo asuntos-
Todos ellos se sintieron confundidos, pero como era el hokage, asintieron y se alejaron treinta metros de donde estaba Tobirama. Kain llego al lado de Tobirama y juntos caminaron hasta el borde de la muralla que daba al exterior. Entonces vieron las largas planicies con algunas rocas y árboles mientras que los bosques solo empezaban diez kilómetros más allá.
-Lo has hecho bien- dijo Tobirama con esa voz fría tan característica -sin embargo, aunque la guerra se acabó para tu amigo, no es lo mismo para ti-
-¿Qué es lo siguiente?- pregunto Kain sin irse por las ramas, ya había tenido suficiente elogio de parte de Tobirama con ese "lo has hecho bien".
-Debes ir a la nación de la Escarcha y barrer a las fuerzas de Iwagakure que están apostadas en una gran montaña, en el centro de la nación. No te preocupes, mientras ocupes un gran jutsu, ellos no podrán escapar. Solo debes derrumbar la montaña y ellos morirán por la simple caída. Son más de doscientos metros de precipicio-
-¿Qué más? Si es solo esto, no hubieras venido en persona. Saru ya llego a la nación del Trueno ¿no? ¿Quieres que avance y le dé apoyo?-
Tobirama negó mientras miraba los pastizales y dijo -no, yo haré eso. Tengo que ajustar algunos asuntos antes de terminar con ese lado. Necesito que vayas a la nación del Hierro y liberes su capital del dominio del Tsuchikage. Estamos vendiendo un gran favor que será devuelto con metal de chakra, así que trata de no causar destrozos-
-Es más fácil decirlo que hacerlo-
-Es una misión importante ¿Puedo contar contigo?- pregunto Tobirama mirándolo a los ojos
Kain negó ante su expresión, pensando que seguro este tipo no sabía pedir ayuda -está bien, haré mi parte, tú has la tuya- dijo dándole una mirada burlesca.
Tobirama asintió y dijo -eso es todo. Trata de llegar a la nación de la Escarcha antes del atardecer de mañana o Saru tendrá problemas con los shinobis de Iwa-
-Está bien, trataré de llegar lo antes posible- dijo Kain sin perder su sonrisa que no lo era
Tobirama entrecerró los ojos ante esos ojos azules que se veían demasiado astutos y afilados, pero asintió en un gesto lento. Después saco su kunai con forma de tridente y desapareció sin despedirse.
Tobirama viajo desde la nación de los Pastizales hasta Konoha, en la nación del Fuego, y reapareció en el cruce de dos puentes de metal. Las cuatro puntas de los puentes con forma de cruz llegaban a diferentes partes de las instalaciones y cada lado tenía veinte metros de largo. Por otro lado, el puente daba la impresión de estar en una caverna iluminada, pero la verdad era que estaban en un profundo agujero subterráneo, en la región del Bosque de la Muerte. Las largas murallas lisas hechas de piedra habían significado un gran esfuerzo que solo le daba el aspecto de espacioso, pero no tenía ninguna utilidad práctica. No obstante, Tobirama aceptaba que le daba un toque especial al lugar, como si el puente en el que estaba parado, fuera un limbo entre el cielo y el infierno. Solo se escuchaba el susurro de las corrientes que viajaban por el agujero.
Tobirama miró hacia delante y vio a una veintena de anbus de raíz arrodillados, todos vestidos con sus capuchas oscuras y máscaras de animales. No obstante, lo que más le llamo la atención fue Shiori Aburame, quien había sido despojada de sus ropajes de anbu y había sido vestida con un kimono verde, viejo y desteñido. Ella tenía las manos y pies amarrados mientras trataba de alzar su rostro desde el suelo.
-Señor- dijo un anbu levantando su rostro y mostrando una máscara de perro. Sin embargo, Tobirama alzo su mano y negó.
Tobirama miró a Shiori con desprecio y frialdad, le dio la espalda y camino hacia una puerta, en un extremo del puente -hagan lo que ya les había indicado-
-Señor, eso es demasiado suave- indico el anbu con mascara de perro
-No me…- iba a decir Tobirama, pero fue interrumpido por un grito.
-¡¿Por qué?!- grito Shiori desde el suelo con voz estridente -¿Por qué? ¿Por qué?-
Tobirama se detuvo, miró hacia atrás y vio a un anbu con máscara de pájaro avanzar y tomar la cabeza de Shiori y azotarla contra el suelo. De inmediato se extendió una mancha de sangre, pero el anbu iba a continuar hasta dejarla inconsciente.
-Suficiente- dijo Tobirama con voz calmada
El anbu que sujetaba la cabeza de Shiori se detuvo, levantó la cabeza y aguardo a la siguiente orden.
Tobirama le hizo el gesto con la mano para que se retirará y el anbu así lo hizo. Tobirama avanzó y se puso en cuclillas para mirar a Shiori. Estiro su mano, la tomo del cabello y le levanto la cara. Entonces notó que, con el golpe, la nariz de Shiori sangró y sus ojos se desorientaron como si ella estuviera drogada.
No obstante, pese a su lamentable estado, Shiori murmuro -¿Por qué? Kain, no ha, hecho nada, malo. La señora…-
-Esa es tu escasa visión- respondió Tobirama mirándola a los ojos -después de todo, no puedes ver al gran monstruo que se esconde bajo el aspecto de un niño tierno y amigable. Sin embargo, mi hermano tenía razón-
Los anbus y Shiori quedaron consternados ante sus palabras.
Tobirama continuo -aunque no me gusten, los Uchihas también son Konoha, así que no te preocupes. No estoy haciendo esto porque le tema o guarde viejos rencores, lo estoy haciendo por un bien mayor-. Después soltó el cabello de Shiori y el rostro cayó al suelo metálico. Tobirama miró a los anbus y continuo -que la sellen, le quiten sus credenciales y la tachen como traidora. Podrá vivir dentro de la villa, pero jamás volverá a ser shinobi-
-Sí- dijeron los anbus a coro. Tobirama se dio media vuelta y camino hasta llegar a la puerta. La abrió, genero un chirrido metálico y después entro. El eco de la puerta al cerrar lleno el espacio, pero como era tan amplio, se disipo casi al instante.
Los anbus tomaron a Shiori de los brazos y la arrastraron en la otra dirección del puente. No obstante, Shiori recordaba las últimas palabras de Naoko antes de que la secuestraran.
<<No te preocupes, Shiori-chan, Kain ya está trabajando en algo>>
Shiori no le creyó en un principio y lucho contra sus compañeros, por eso la apresaron. Sin embargo, ahora que lo piensa, Kain era un pequeño bribón. Siempre revelando su ubicación a pesar de que ella estaba en una misión especial. Llamándola por su nombre cuando no debía y molestándola cada vez que podía. A lo mejor, era como dijo Naoko, pensó Shiori, Kain ya estaba trabajando en algo.
La puerta en el extremo del puente se abrió y dejo ver un pasillo oscuro como la boca de un lobo, donde los anbus tenían prisioneros a aquellos que se oponían a los intereses de "Konoha".