Hoy en día el patio de la mansión de Hephaestus era un lugar ruidoso. Sonaban las risas y los constantes choques de espadas. Una porque Kain se divertía repeliendo los ataques de su joven aprendiz y otra porque la joven de larga cabellera rubia atacaba sin parar. Ais, después de estar un par de años bajo la tutela de Kain había progresado a pasos agigantados. Sin embargo, eso fue por su propio esfuerzo, en lo que la ayudo Kain fue en reparar su circuito mágico. Ahora mostraba más emociones que cuando la conoció y no parecía una muñeca asustadiza. Ahora estaba cargada de vida y motivación.
-Ariel- grito la joven invocando su poder recién adquirido y se lanzó hacia adelante como un flecha.
Por otro lado, Kain enancho su sonrisa y espero el ataque. Para él no fue nada del otro mundo, solo un estocada rápida sin la más mínima técnica, por lo tanto, la detuvo con un sutil movimiento de su espada.
Al verlo tan cómodo sosteniendo su ataque, Ais tomo la espada con ambas manos y trato de empujarlo. No obstante, la única que se movió fue ella mientras se resbalaba por la tierra hacia atrás.
Kain al verla molesta y tratando de ganarle en algo que nunca podrá, empujo su espada hacia delante y la lanzó dos metros hacia atrás, haciéndola caer de espadas y rodar dos veces como si fuera un pelota. Una vez que Ais se detuvo, quedo llena de tierra y el pelo desordenado.
-¿Qué te he dicho de ocupar tu fuerza de manera inútil?- preguntó Kain con los brazos cruzados y marcando un ritmo con su pie en una expresión de fastidio.
Ais se sentó en el suelo y agacho la cabeza sin responder.
-¿Te estoy preguntando algo, niña?-
Ais murmuro -el maestro dijo que me concentre en mi velocidad y técnica-
-Así es ¿Por qué te lo dije?-
-Porque soy una peleadora de técnica y velocidad, si no confió en mis fortalezas desperdicio mi potencial-
Kain torno los ojos al cielo y soltó un suspiro, después camino hasta donde estaba ella y le tendió la mano. Al mismo tiempo, Ais vio la mano cerca de sus ojos y levantó su rostro para ver al gran elfo de cabello blanco con el sol sobre su cabeza. Entonces ella asintió, poso su mano sobre la de él y se puso de pie.
-Eso es todo por hoy- dijo Kain -me alegro de que estés progresando a un buen ritmo pero ten cuidado con esos impulsos tuyos o algún día te vas a matar-
Ais asintió con la cabeza agachada y no se atrevió a mirarlo a los ojos. Este fue su último entrenamiento antes de poder introducirse de nuevo al calabozo. El año pasado había hecho una locura con la cual adquirió su poder y casi se mata en el proceso. De ahí que estuvo durante varios meses apartada de las pistas. Por otro lado, mientras pensaba en todas estas cosas, sintió que una gran mano le peinaba su cabello. Levantó su rostro una vez más y vio al gran elfo sonriendo con amabilidad.
-haré mi mejor esfuerzo, maestro- dijo Ais con una tierna sonrisa
-Eso espero, niña, puedes llegar muy lejos, pero eso no quiere decir que te apresures y te lastimes en el proceso-
Ais asintió y dijo -un paso a la vez, en vez de dar dos y verse forzado a retroceder cuatro-
-Así es, ahora ve con Riveria-
-Sí- respondió Ais y troto meciendo su larga cabellera rubia hasta llegar a donde estaba Riveria. En ese momento estaba sentada bajo la cúpula griega mientras Hephaestus le hacía compañía. Ambas tomaban el té de la mañana mientras conversaban de los por menores de la familia, de su real familia.
Por otro lado, los entrenamientos de Kain no habían terminado. Un joven pelirrojo no más alto que Elrond estaba esperando su turno. Iba vestido con ropa de aventurero y en sus manos llevaba unas especies de guanteletes con puntas en sus nudillos. Este era Marcus, un joven académico que solo el año pasado le encontró el gusto al combate.
Durante los años anteriores Marcus nunca se había interesado en ser aventurero hasta que su hermano menor le dio una pequeña lección. Marcus es más inteligente que la mayoría de los muchachos de su edad, así que tiene una actitud de sabelotodo y engreída. Por lo tanto, cuando Elrond le dijo que se había fortalecido después de entrenar en el calabozo bajo la tutela de Viggo, Marcus no le creyó. Le dijo que solo estaba fanfarroneando y dejara de decir estupideces. En ese momento Elrond se sintió ofendido y lo invitó a probar sus fuerzas. Cuanto corto, Marcus termino con los ojos negros como un mapache, un labio partido y la nariz chueca. Cuando los niños terminaron de pelear quedo el llanterío por parte de ambos. No obstante, ninguno se disculpó hasta un mes después. Dentro de todo, ambos se quieren bastante y nunca hubieran peleado si Marcus no fuera tan fanfarrón. El hecho es que al final terminaron tan hermanos como al principio, pero Marcus no se ha olvidado de su derrota. Así que para retomar su posición de hermano mayor, ha estado entrenando en secreto para poder retar de nuevo a su hermano.
Kain negó con un suspiro al verlo venir con esos grandes guanteletes para sus pequeñas manos y sonrió -espero que no hagas esto para vengarte de tu hermano, jovencito- dijo
Marcus le dio una amplia sonrisa y le dijo -jamás padre, tú me regañarías y mamá estaría muy triste. Esto lo hago para ser un digno hermano mayor, no solo Viggo es bueno luchando-
Kain sonrió al ver que este joven sin vergüenza se comparaba con su hermano mayor. Si supiera la realidad de su situación, no hablaría tan a la ligera.
-Bien, Marcus- dijo Kain -atácame-
-Espera y veras, viejo, hoy te daré la lección de tu vida-
Kain soltó una carcajada y recordó al revoltoso Jason en aquellos años.
Por otro lado, Marcus avanzó como un boxeador dando grandes zancadas mientras se cubría el estómago y la barbilla, solo asomando sus ojos por encima de sus nudillos. Llego frente a Kain y le lanzo dos puñetazos directos al estómago, los cuales fueron interceptados por Kain con sus manos desnudas. Al verlo soportar sus ataques de manera tan fácil y sencilla, Marcus se sintió abatido por dentro. No obstante, apretó sus dientes y puso más fuerza en sus golpes, uno detrás de otro, como si fuera una maquina imparable.
Por otro lado, Kain pensó que esto sería injusto para Elrond, ya que nunca podría igualar el pequeño circuito y núcleo divino de Marcus.
Mientras Marcus soltaba una ráfaga de golpes que producían poderosos impactos en los puños de Kain, Viggo salió de la mansión y los miró durante un rato. En ese momento iba con el torso desnudo y todos sus tatuajes rúnicos estaban a la vista. Asintió con agrado al ver a su hermano progresar de manera tan rápida y después se dirigió a la cúpula griega, donde su madre tomaba el té con Riveria y Ais.
Una vez que llego bajo la cúpula, subió dos peldaños y avanzo por el piso de cerámica blanca hasta llegar al lado de Hephaestus, le beso el cabello, saludo a Ais y Riveria con un gesto de la mano y dijo -Mamá, voy a salir por un tiempo-
Por su parte, Hephaestus sintió que le apretaban el corazón cuando lo escucho decir esas palabras. Este muchacho salía demasiado y volvia meses después. Ya era mayor y tenía una fuerza considerable a pesar de que nunca quiso aceptar la bendición del falna. No obstante, su corazón de madre nunca la dejo dormir tranquila por las noches pensando que le puede pasar algo.
Al ver a su madre dirigirle una mirada llena de preocupación, Viggo sonrió, le beso la frente y le juro -no te preocupes, no me pasara nada. Volveré después de ayudar a mi maestro con algo-
Hephaestus desde su asiento estiro sus manos y tomo la izquierda de Viggo, se la beso y le dijo -vuelve a mí, sabes que me preocupo cuando te vas por mucho tiempo-
-Es una exageración-
-¿Una exageración?- pregunto Hephaestus molesta -después de que entrenaste a tu hermano, te fuiste por casi un año y hace solo dos meses que volviste. Ahora de nuevo te vas a ir de viaje y quizá cuando volverás-
-Bueno, mamá, tratare de volver lo más rápido posible-
-¿Le avisaste a tu padre?-
-No, aun no, pero le iba a decir ahora mismo-
-Avísale, no seas poco filial, tu padre no lo demuestra, pero se preocupa por ti-
-Bueno mamá- respondió Viggo algo incomodo, por esto no le gustaba avisar. Su madre se volvía demasiado melodramática cada vez que se iba.
Después de eso, Viggo se despidió de todos y se fue a ver el combate de Marcus y su padre. Por su parte, su hermano menor seguía atacando a su padre con la misma fuerza que en un principio. Lo que le hizo pensar a Viggo que su hermano era un genio, ya que podía ver como de manera instintiva canalizaba la energía de su núcleo divino por todo su cuerpo.
Después de una larga acometida de quince minutos de no parar de atacar, moverse, esquivar y recibir ataques, por fin Marcus se cansó. Estaba jadeando mientras apoyaba ambos guanteletes en las rodilla. Viggo se acercó con una toalla mientras podía ver cómo le corría el sudor por toda la cara. Se agacho al lado de su hermano y le empezó a secar el sudor. Marcus se paró derecho y dejo que su hermano le siguiera limpiando la cara mientras trataba de tomar su segundo aire.
-¿A qué debo la agradable visita del Gran Viggo?- pregunto Kain en broma
Viggo sonrió y después de limpiarle la cara a Marcus, le coloco la tolla sobre la cabeza y alzo la vista para mirar a Kain a la cara. Este último era un palmo más alto que Viggo, pero su contextura física era diferente. Mientras que Kain tenía una musculatura firme y flexible, Viggo tenía una musculatura explosiva como su maestro.
-¿Qué pasa con esa cara, rojo?- pregunto Kain mientras estiraba su mano y le acariciaba la mejilla.
Viggo sonrió y solo se dejó querer, después se puso de pie y le dijo -voy a salir de viaje por un tiempo, tengo que ayudar a mi maestro con algo importante-
Kain bajo su mano y asintió con seriedad -ve, solo ten cuidado, muchacho- dijo -por otro lado, no te desaparezcas demasiado tiempo. Sabes cómo se pone tu madre-
Viggo asintió y le dijo -tranquilo, solo me iré por un par de meses. Si todo sale bien, estaré de vuelta para el otoño-
-Bien. Por otro lado, quería pedirte un favor especial-
-¿De qué se trata?-
-Son esos aventureros de mala muerte que quieren luchar contra la familia de tu hermano. A Elrond le falta un poco, así que mantén un ojo sobre él-
-¿Papá, puedo ayudar?- pregunto Marcus
Viggo le puso la mano en la mollera y le revolvió el cabello -estas muy pequeño- dijo -por ahora, preocúpate de entrenar-
-No estoy pequeño- dijo Marcus dando un paso atrás y mirándolo con molestia -además, sé pelear-
Viggo soltó un suspiro y le dijo con seriedad -solo porque estés entrenando con papá no significa que estés listo. Sigue entrenando-
Marcus agacho la cabeza y asintió con un gran puchero.
Viggo negó y miró a su padre -le pondré un ojo a Elrond, pero no te prometo nada. Tengo que irme en una semana-
-Está bien, muchacho- respondió Kain -ya sabes que estoy un poco atado de manos-
-Sí, viejo, no te preocupes. Por si acaso, le preguntare a Ottar para que le eche una mirada de vez en cuando-
-Bueno-