—¡Canallas!
*Crash*
*Clank*
El rey gritó de ira y frustración y arrojó un tarro de vidrio al suelo, rompiéndolo en pedazos.
Frente a él se arrodillaba un hombre vestido de ropa negra y al lado de él estaba otro hombre con la misma ropa de color negro.
—Keeve, ¿qué ha pasado? ¿Por qué todos tus subordinados se han vuelto tan inútiles? ¿He sido demasiado indulgente? ¿Es eso? —Ricardus, que estaba intentando contener su ira, preguntó.
—No es eso, Su Majestad —Keeve negó.
—Entonces, ¿qué es? ¿Qué pasó? ¿Acaso has empezado a reclutar inútiles pedazos de mierda en mi Unidad Sombra, por casualidad? —El rey preguntó de nuevo, mirando fijamente al hombre arrodillado frente a él con una ira no disimulada.
—No, tampoco es eso, Su Majestad.
—¡¿ENTONCES QUÉ ES?! —*Crash* *Clank* El rey lanzó otro tarro y rugió.
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