En ese momento, varios haces de luz blanca de linternas se abrieron paso hacia arriba, proyectando manchas de luz superficial en el techo del gran salón. En la oscuridad, el opulento salón del banco se asemejaba a una cripta fría y escalofriante, y la estatua en su centro era aún más extraña, con una joven de aspecto pálido y aterrorizado mirando hacia la oscuridad, mientras el rostro de una mujer malvada llevaba una mirada de resentimiento, observando intensamente algo no muy lejos. Elvira levantó la vista hacia el segundo piso, que parecía un altar bañado en luz blanca, con personas que parecían ofrendas asustadas luchando en el borde de la muerte.
Subió corriendo por las escaleras, su mano deslizándose sobre el suave mármol del pasamanos, frío al tacto, haciendo que Elvira se estremeciera involuntariamente. Echando un vistazo atrás, con la ayuda de la tenue luz blanca, vio una sombra oscura y masiva saltar desde la oscuridad, elevándose hacia el alto techo.
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