En el balcón de la azotea del edificio de pacientes internos.
Feng Man llevaba a su niño mientras caminaba de un lado a otro sobre el borde del balcón del hospital donde una vez trabajó. Miraba hacia abajo a la bulliciosa calle y pensaba en el tiempo cuando la vida era buena.
Su familia había dado todo lo que tenían para encontrarle un trabajo estable. Con eso, un nuevo capítulo de su vida había comenzado.
En aquel tiempo, su Séptima Tía y su Octava Tía habían dicho que lugares como hospitales eran los más fáciles para conocer a los ricos. Después de todo, las enfermedades no discriminan entre ricos y pobres. Uno podría tener todo el dinero del mundo, pero no podría evitar enfermarse, ¿cierto?
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