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Salvada Por El Alfa Que Resulta Ser Mi Compañero

—¡No aquí, débil! Nos encontraremos en el arroyo cerca de la frontera de la manada en una hora, entonces podrás mostrarme lo que tienes —le informó. —¡Bien, desafío aceptado! Pero si te derroto, dejarás de acosarme y me dejarás en paz —Aurora dijo entre dientes. —Claro —le respondió él. —El odio que tengo por ti se detendrá cuando dejes de existir. Allí, nadie vendrá a rescatarte y finalmente podré despedazarte. ¡Nadie falta al respeto a Dante y se va sin consecuencias! —Dante pensó para sí mientras se alejaba. La vida de Aurora se suponía que sería perfecta ya que era de un nacimiento noble, pero desafortunadamente, estaba lejos de ser perfecta. Su padre era el beta, el segundo al mando del Alfa de su manada y su madre era una de las guerreras más fuertes de la manada. Como era la primera hija, era tratada como una flor, protegida del daño, la tristeza, las perturbaciones y los problemas, y solo se le mostró la pura alegría, el puro amor, la felicidad y todo lo hermoso mientras crecía, ¡pero su vida no estaba llena de rosas, a medida que envejecía! Al crecer, había creído que sería normal como cualquier otro hombre lobo de su manada y toda la comunidad de hombres lobo, pero ay, era extrañamente diferente. Era la única hombre lobo en su manada que no tenía lobo, un animal interior, por lo que era tratada como una marginada. Mientras que otros hombres lobo obtenían a sus lobos en sus dieciséis cumpleaños, el de ella se negó a aparecer. Ni siquiera cuando cumplió los dieciocho. ¡Ni siquiera cuando encontró a su compañero!

ogunsuyigrace87 · Fantasía
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Dante - La vergüenza con la que vivo

—Feliz cumpleaños, hijo —repitió Alfa Esteban cuando Dante no se movió de su posición.

Dante se giró lentamente hacia él y lo miró con hostilidad. —¿A qué debo esto?

Su padre se levantó y se movió frente a la mesa, luego se sentó frente a Dante.

—Al hecho de que eres mi hijo —respondió imperturbable ante la hostilidad de Dante.

Dante soltó una risa seca. —¿Estás aprendiendo a bromear, papá?

—¿Por qué preguntarías eso? —Alfa Esteban fingió ignorancia.

—¿Estás bromeando? ¿Cuándo me has llamado hijo? ¿O cuándo me has deseado un feliz cumpleaños? —Dante escupió exasperado.

Alfa Esteban no dijo nada, pero siguió mirándolo fijamente.

Enfadado por el silencio de su padre, Dante golpeó la pared a su lado, dejando sangre en sus nudillos y la pintura de la pared comenzó a desprenderse.

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