Su Qingmei y Prajna se miraron y suspiraron profundamente.
Sabían mejor que nadie la situación de anoche.
Para cubrir su huida, Xu Ying luchó solo contra muchos expertos.
Vieron con sus propios ojos que Xu Ying estaba gravemente herido y había caído en un charco de sangre.
Sin embargo, aunque sabían que Xu Ying estaba condenado, aún esperaban que Xu Ying siguiera vivo.
Los segundos pasaban.
Sin darse cuenta, había pasado una hora.
Esta hora fue sin lugar a dudas una tortura para Yang Luo, Su Qingmei y los demás.
En este momento, incluso Yang Luo se sentía inquieto.
Yang Luo gritó en su corazón:
—¡Xu Ying, debes regresar!
Después de esperar otros diez minutos...
De repente, se escucharon pasos desde el exterior.
—¡Alguien viene! —Prajna exclamó sorprendida.
Yang Luo y los demás se levantaron y corrieron hacia la puerta.
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