En el campamento…
Abi y Alex se alimentaban mutuamente con el pescado que habían asado. Ambos reían bajo el oscuro cielo de vez en cuando. Se veían extremadamente felices, satisfechos y contentos. Las luces en sus ojos eran más brillantes que las estrellas sobre ellos.
Se habían acercado mucho más en los últimos cinco días. No más contención, no más precaución el uno con el otro. Habían olvidado por completo cualquier otra cosa excepto ellos. Sus ojos estaban irrevocablemente encantados el uno con el otro y, en lo más profundo de sus conciencias, querían que este hechizo no terminara. Querían permanecer en este paraíso un poco más y disfrutar más de la compañía del otro. Querían que el tiempo se detuviera.
—Come más, Abigail —dijo mientras metía más comida en su boca—. Estaba comenzando a actuar como su estricto entrenador de dieta, pensando siempre en la nutrición y la energía, lo que realmente la divertía.
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