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—De hecho, quiero que me forjes una espada, Kaizen —dijo Salles.
Kaizen miró a Salles sorprendido. Aunque la propuesta era interesante, necesitaba saber más —¿Tienes algo en mente? ¿Algún detalle en particular?
En ese momento, mientras las jarras de cerveza eran colocadas en la mesa por el tabernero, Salles desplegó cuidadosamente un pergamino en la mesa, revelando el diagrama de una espada.
El pergamino estaba desgastado y un poco polvoriento, indicando que había sido encontrado en algún lugar. Sus bordes estaban deshilachados y amarillentos, pero el diagrama dibujado a mano en el centro aún era increíblemente detallado. Era una obra de arte en sí misma, con líneas perfectamente trazadas y símbolos entrelazados con el diseño de la espada.
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