—P-Pero, señora... 4 jade son demasiados. La economía anual de nuestro reino es de unos 50 oros cada uno.
—No somos reinos tan grandes... Infierno, puedes considerarnos dos pequeñas aldeas —Venar habló de inmediato.
—Entonces coloca el rastreador y vete... No estamos regalando nada gratis.
—Pediste ayuda, te ayudé pero no es gratis —Anon respondió con una sonrisa.
—Pero, señor... ¿Cómo podemos devolver una cantidad tan enorme? Quiero decir que podemos devolverla en pequeñas cantidades con el tiempo... Pero, la cantidad será tan baja que no importará en cientos de años —Zuka habló con una expresión confundida.
—Bien, bien... Entiendo que sois pobres. Llévatelo y deja a tus hijas aquí hasta que captures al incubo —Anon habló con una sonrisa mientras miraba a Venar.
—¿¡Qué!? Señor Anon... Mis hijas son mi orgullo, no puedo dejarlas aquí —Venar habló con una expresión seria.
—En cuanto Anon escuchó esta frase, algo se activó en su cerebro.
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