[Mansión Principal de la Familia Real Silverlight - Oficina Personal de Angrod]
6 de la mañana. En una oficina finamente decorada con hermosos candelabros hechos de cristal y paredes adornadas con finos cuadros de criaturas míticas y legendarias, eran obras de arte que cualquier hombre mataría por tener en su poder, en la habitación yacía un hombre de cabello blanco y ojos agudos; sus ojos eran de color dorado. Frente al hombre yacía una figura imponente, pulcramente vestida con una armadura plateada.
"¿Aún no ha regresado?".
Se podía sentir un rastro de preocupación en la voz de Angrod. La figura que tenía adelante respondió con voz estoica e indiferente:
"No; ese ser salió a escondidas ayer y aún no ha regresado".
"Entiendo".
Para él, no saber el paradero de ese ser por sí solo era motivo de preocupación; una existencia tan poderosa, suelta y sin restricciones, era un peligro para todos; no saber qué estaba haciendo le causaba estrés. Una voz lo sacó de sus pensamientos; era la voz de Eru.
"¿Maestro, qué pretende hacer con ese ser?".
La pregunta que había hecho era una pregunta que él mismo se había estado haciendo hace mucho tiempo, pero no había encontrado una respuesta a esa pregunta tan simple.
"Nada; aunque debo admitir que me causa molestia no poder hacer nada".
"Maestro, no existe nada invencible; recuerde las palabras de aquella existencia".
Si bien había verdad en las palabras que le había dicho, eso no significaba que él estuviera dispuesto a arriesgarse a una confrontación, y menos en esta situación en la que requerían ayuda de ese ser.
"Eru, tú mejor que nadie deberías saber lo monstruoso que es esa cosa. Dijiste que eso no era un elemental; que era algo más grotesco y brutal".
"Sí, per-".
"Eru, eso casi mató a mi hijo como si nada, en cuestión de segundos y delante de la guardia real, delante de mis narices; eso no tiene respeto por el estatus, no obedece órdenes y parece no temerle a nadie".
"Entiendo, pero de igual forma no podemos dejar que un ser de dudosa procedencia nos supere; debemos tomar medidas de contingencia en caso de que se descontrole".
Al escuchar las palabras que soltó Eru, por un segundo pensó en reírse, pero al ver la seriedad de la otra parte contuvo la risa; después de todo, él no era capaz de imaginar un método que fuera efectivo para frenar a ese ser.
"Está bien, Eru ¿Y qué propones?".
Angrod preguntó; quería saber en qué pensaba, que tenía al respecto para lidiar con el problema en cuestión; aunque la realidad es que no esperaba mucho, solo preguntó por cortesía. Pero lo que soltó lo dejó sorprendido.
"Necesitamos analizar su magia; para eso debemos colocarlo en una situación en la que use constantemente su poder".
"Ya veo ¿Y cómo pretendes hacer que él te muestre sus poderes sin que sospeche?".
"Bueno, sobre eso…".
"??????????????"
"¿Qué le parece la idea de que ese ser le enseñe magia a la señorita Lía?".
Al escuchar esas palabras y entender por completo su significado, la sonrisa se le borró del rostro. La idea no sonaba descabellada; lo que sí sonaba descabellado era la idea de utilizar a su propia nieta para tal fin; eso no le gustaba para nada, ya que siempre había estado protegiendo a su nieta de todo peligro, y la idea de exponerla al peligro no le caía muy bien. En lo personal, consideraba que era una estupidez colocar a su nieta en peligro solo para saber de lo que era capaz ese ser, aunque debía admitir que era tentadora la idea.
"No".
Eso fue lo que salió de la boca de Angrod; no había mucho que pensar sobre la propuesta; la vida de su nieta valía mucho como para arriesgarla.
"¿Maestro, y si le pedimos a ese estimado ser que nos ayude?".
Una risa salió de los labios de Angrod.
"Jajajaja; no debemos meter a ese estimado señor en nuestros problemas".
"¿La razón?".
"Se molesta con facilidad".
Había una existencia a la que los reyes élficos le tenían respeto; se trataba de un ser extremadamente poderoso, al que nadie se atrevía a ofender, ya que ofenderlo significaba que estabas muerto; él lo sabía mejor que nadie, ya que sus antepasados le habían advertido y le habían explicado a detalle lo que ese estimado ser había hecho con aquellos que se atrevieron a faltarle el respeto.
Según las palabras que se habían estado transmitiendo de generación en generación, ese ser tenía el poder de borrar del mapa al reino élfico y a toda su gente; después de todo, había registros que indicaban que en una parte de la historia del reino, este estuvo a punto de ser aniquilado por una figura que parecía la representación del fuego mismo.
No había nada que pudieran hacer con ese ser de leyendas; después de todo, esa criatura formaba parte de la naturaleza misma del mundo, y el mundo mismo se rendía a sus pies. La raza de esa criatura está situada en el puesto número uno del mundo; no existen otras razas capaces de hacerle frente a tal ser.
Aunque en la actualidad la existencia de esa raza es solo una leyenda, se cree que están extintos. Pero, ¿cómo podrían estar extintos los seres más poderosos del planeta, la raza número uno del mundo? Si esa raza se extinguiera, ¿cómo sería posible que las razas de los elfos y de los humanos y las demás razas pudieran seguir existiendo?
"Eru, entiendo tus sentimientos, pero no podemos recurrir a fuerzas que no podemos controlar".
"¿Y qué hay de la bestia divina?".
"Está decepcionada con el talento de esta generación; hace años que no se deja ver la cara; aunque pronto mi nieta deberá presentarse ante ella para su evaluación de talento".
"¿Cree que lo logrará?".
"No lo sé; el talento de Lía es aún desconocido".
"Entiendo".
Actualmente el reino élfico está pasando por una mala situación debido al incidente anterior, en donde innumerables bestias controladas por un domador de bestias armaron un caos gigantesco y derribaron la barrera del reino de alguna manera que aún se desconoce. Las bestias que utilizaron para atacar no eran comunes; eran bestias muy bien organizadas; parecían hechas para matar elfos sin problema; algunas parecían estar potenciadas; eran más fuertes, ágiles y grandes que las bestias comunes. Gracias a los esfuerzos de Idril, que con su enorme poder de combate logró diezmar a la mayoría de las bestias, la mayoría de las bestias quedaron reducidas a cenizas por el implacable poder que ejerció sobre ellas.
Gracias a la demostración de fuerza que ella hizo, las demás casas de nobles no se han atrevido a protestar; ella les recordó por qué era considerada la maga más poderosa del reino élfico, un genio en su campo. El actuar de ella fue muy violento, hasta el nivel en el que quienes la miraban quedaban anonadados por el severo poder que poseía; cada bestia en el campo de batalla fue reducida a polvo; esa era la única manera que había encontrado Idril para lidiar con esas extrañas criaturas que parecían no morir con nada. El método que Idril encontró para lidiar con esas extrañas bestias fue reducirlas a polvo a todas, ya que si las cortabas parecían ignorar los daños y se levantaban; si las golpeabas, de igual forma se levantaban; si las aplastabas, de igual forma se levantaban. Lo curioso era que no parecían estar regenerándose; la cantidad de bestias que ella eliminó fácilmente excedía los tres dígitos, aunque fue una lástima y pérdida de dinero, ya que tuvo que reducir a polvo a tantas bestias inusuales y poderosas.
Para alguien de su categoría, reducir a tales monstruos a cenizas fue fácil; aunque después de luchar por cierto tiempo con esas bestias, había encontrado otros puntos débiles en ellas; no solo eran vulnerables a sus llamas, sino que también eran vulnerables a la magia de tipo luz. Los daños en el reino fueron sustanciales; los diferentes territorios que gobernaban los nobles habían resultado gravemente dañados por la repentina incursión de las bestias; y para empeorar el asunto, se había escapado el domador de bestias. Ese tipo había dejado severas heridas en la maga más poderosa del reino, a quien consideraban alguien intocable e invencible. Quienes presenciaron la batalla solo pudieron verla con la boca abierta y los ojos abiertos de punta a punta; un domador de bestias que, por lo general, solo debería poder controlar a las bestias con su poder, estaba luchando mano a mano con la maga más fuerte del reino; eso fue inaudito y difícil de creer, pero no podían negar la realidad que tenían delante de sus ojos. Cuando Angrod recibió la noticia, quedó impresionado por los acontecimientos.
Un domador de bestias le había plantado cara a Idril, que era conocida por sus increíbles habilidades mágicas que no tenían igual en el reino; no solo era buena con las artes mágicas, sino que también dominaba muy bien las artes de maná y el combate cuerpo a cuerpo. Pero ahí estaba el tipo que había aparecido de la nada con sus bestias, del que no sabían nada; luchó sin armas, solo con sus puños, y logró causar grandes daños a la maga más fuerte del reino; si bien la lucha cuerpo a cuerpo no era su fortaleza, seguía siendo impresionante que pudieran acorralar de esa forma a Idril. Estaba más que claro que sus enemigos estaban muy preparados y tenían muchas personas poderosas de su lado; esa era una situación muy preocupante, y para empeorar el asunto, habían desaparecido a varios guardias reales, a los más fuertes y letales.
"Muchas cosas extrañas han ocurrido en muy poco tiempo".
"Concuerdo; no es normal".
"Hay traidores entre las casas de nobles; de eso no hay la menor duda".
"Déjeme la ejecución a mí, maestro; les haré pagar".
"No; aún no es el momento; las aguas están muy movidas ahora mismo; hacer un mal movimiento puede causar un caos".
"Entiendo; pero si se presenta la oportunidad, déjemelo a mí".
"Está bien; si se presenta la oportunidad, no dudaré en darte la orden".
Al mismo tiempo, en una habitación finamente decorada en donde yacía una niña de cabello plateado que daba vueltas en su cama como una loca, se trataba de Lía la princesa, hoy se había levantado temprano, ya que desde el día de ayer había hecho una infinidad de planes para realizar el día de hoy. Cabe destacar que esos planes requerían de dos personas.
"Jejejeje; hoy jugaré con mi primer amigo".
Para ella significaba mucho esa palabra: 'primer amigo'. Era cierto que él era su primer amigo; había hablado con su madre con respecto al tema y toda su familia; al principio pensó que no la dejarían ser amiga de ese chico, pero extrañamente no dijeron nada; su madre le dijo que se alegraba por ella de que hubiera hecho un amigo; esas palabras la llenaron de felicidad; estaba muy feliz de que su familia aceptara que ella tuviera un amigo. Se dio un baño rápido, se cambió tan rápido como pudo y salió disparada hacia la habitación que se encontraba justo al lado de la suya; sin tocar la puerta, entró en la habitación en busca de su objetivo; escaneó de punta a punta la habitación, pero para sorpresa de ella, no había nadie en la habitación, lo que significaba que ese chico había salido. Sin perder el tiempo, se dio media vuelta y le habló al guardia real que siempre la estaba vigilando y protegiendo.
"¿Adónde fue ese chico?".
"No lo sé, señorita Lía; no le presté atención al momento en que salió".
"Búscalo".
"No puedo hacer eso, señorita Lía".
"¿Por qué?".
"Tengo órdenes de su padre de no dejarla sola".
"Entonces, usa un hechizo para encontrarlo".
"No funcionará".
"¿Por qué?".
El guardia real dudó en responder esa pregunta que le estaban haciendo; después de unos segundos de duda, decidió responder con sinceridad; sabía que ella no pararía hasta que obtuviera lo que ella quería; Lía, por lo general, era una niña muy obediente que no cuestionaba lo que su familia le decía; era raro que ella estuviera dando problemas; por lo general era tranquila y no pedía cosas fuera de lugar.
"Ese chico es muy hábil ocultando su maná; no me es posible detectarlo con un hechizo".
Al escuchar esa declaración, los ojos de Lía se iluminaron, y sus orejas se movían de alegría como si la estuvieran elogiando a ella.
"Claro que es hábil; después de todo, es mi amigo".
"Por supuesto, señorita; él es muy hábil e impresionante".
El guardia real notó cómo el humor de la pequeña princesa mejoraba entre más adulaba a ese ser que tantos problemas les había causado.
"Vamos a buscarlo".
"Entendido".
De esta forma salieron a buscar a la persona en cuestión; recorrieron los largos pasillos de la mansión para buscarlo; buscaron en toda la mansión: en todas las habitaciones, en todos los baños, en todos los vestidores, en la cocina, en todos los lugares posibles, pero sus esfuerzos fueron en vano, ya que no encontraron a la persona que buscaban. Al verse sin opciones, la pequeña princesa decidió ir a buscar a su abuelo para preguntarle si había visto al chico; se dirigió rápidamente, corriendo tan rápido como podía, hacia la oficina de su abuelo. Por lo general, casi nadie tenía permiso para entrar a esa habitación, pero su abuelo siempre la dejaba entrar; la restricción solo aplicaba a los trabajadores domésticos y guardias de bajo rango; esta restricción fue puesta para evitar que espías robaran información que el abuelo guardaba en esa oficina. Cuando estuvo frente a la puerta de la oficina de su abuelo, ella no llamó a la puerta; simplemente entró sin tocar. Al entrar en la oficina, lo primero que vio fue a su abuelo sentado detrás de un escritorio de madera finamente adornado y lleno de papeles; en el aire se podía sentir el olor a tinta, y justo frente al abuelo se encontraba el comandante de las fuerzas del reino élfico; se decía que era una de las personas más poderosas en el manejo de la espada.
"Abuelo".
"¿Qué pasó?".
"No está".
Angrod quedó confundido con la declaración de su nieta; no entendía a qué se refería; así que se dispuso a preguntar:
"¿Qué es lo que no está?".
Lía respondió rápidamente, sin dudar:
"Mi primer amigo; no está por ningún lado".
Angrod entendió de inmediato lo que estaba pasando.
"¿Lo buscaste bien?".
"Sí; no está por ningún lado".
"Tal vez salió a dar un paseo; espera a que vuelva".
"¿Y si le pasa algo afuera?".
Al escuchar la preocupación de su nieta, no pudo evitar soltar una carcajada; le hizo gracia lo que había dicho su nieta; después de todo:
"Jajajaja; no te preocupes, Lía; a él no le pasará nada".
"Prométemelo, abuelo".
"Jajajaja; qué desconfiada; está bien; te lo prometo".
Su nieta le había sacado una sonrisa; le había quitado varias preocupaciones de encima con su inocencia; él podía sentir cómo su estrés desaparecía poco a poco. La realidad era que no necesitaba hacer nada para buscar a ese individuo; no necesitaba hacer nada para protegerlo; él volvería solo, y estaba en lo correcto. El chico en cuestión apareció a las doce del mediodía, pero hubo algo que dejó a todos sorprendidos; ese ser había aparecido cubierto de sangre y le faltaba el brazo izquierdo.