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Asalto a la mansión I

En un almacén donde normalmente guardan armas, se podían ver tres figuras: dos personas altas (fácilmente medían 1,90 metros) y una persona baja (al menos 1,60 metros). Una elfo de cabello negro azabache y ojos negros profundos habló:

"Señor, ese individuo se encuentra actualmente herido. Sin lugar a dudas, será una presa fácil".

Un anciano alto, de cabello blanco, escuchaba al elfo. Su apariencia era la de un humano común y corriente; sus ojos negros, aunque menos intensos que los de la elfo, emitían poder. Parecían los ojos de un pez muerto, sin vida. El hombre respondió en tono frío:

"¿Me estás diciendo que una presa fácil evitó que cumpliéramos nuestros objetivos?"

"Mis disculpas, no lo quise decir de esa forma."

"¡Todos ustedes son unos inútiles! Tuvieron muchas oportunidades de matar a esa plaga, pero no lo hicieron. Y ahora me mandan a llamar a mí para arreglar esta mierda. ¡Qué broma de mal gusto tener que recurrir a múltiples escuadrones para lidiar con un problema tan estúpido! No esperen clemencia; una vez que regresen, el castigo será severo. El fracaso de esta misión también caerá sobre sus hombros".

La elfo inclinó la cabeza. Su compañero hizo lo mismo; no podían ir contra el anciano. Él era superior en poder y rango. El hombre de cabello blanco habló de nuevo:

"Leonardo no era un don nadie; sus capacidades físicas eran excepcionales y abrumadoras. Su habilidad era muy poderosa. Sin lugar a dudas, no habría caído tan fácilmente si le hubiesen dado el apoyo que necesitaba. Eso, sin lugar a dudas, fue error de Aris. Bajaron la guardia; dejaron morir a un activo importante y, lo que es peor, ¡ni siquiera fueron capaces de recuperar el cadáver!"

"Lo sentimos", se disculpó la mujer, aunque sus rasgos faciales no demostraban arrepentimiento.

El hombre bajo permaneció en silencio. Sabía que si hablaba, podría morir. Su compañera tenía un respaldo fuerte, pero él no. El anciano era un sádico despiadado que escuchaba las excusas antes de matar. Después de las disculpas, el anciano observó el almacén y preguntó:

"¿Esto es un almacén de armas que utilizan los miembros de la realeza?"

"Sí", respondió la mujer.

"Entiendo. Utilizaré esto para acabarlos".

El anciano tomó la espada más desgastada, una espada larga oxidada.

"Es una falta de respeto que tengan estas espadas acumulando polvo. Sin lugar a dudas, no les tienen respeto".

De repente, sintió un frío en la nuca, una sensación que sentía cuando su vida peligraba. Se puso alerta, pero no notaba nada raro. Entonces, se escuchó el crujido de una puerta. Los tres voltearon y vieron al sujeto que habían venido a matar: el chico de cabello blanco y ojos azules, el mismo que había derrotado al grupo de Aris. Le faltaba el brazo izquierdo, aunque habían recibido reportes de que lo había regenerado rápidamente, lo que sugería magia ilusoria. El anciano caminó lentamente hacia él con la espada. El chico también caminó, sin miedo. El anciano habló:

"He escuchado muchas cosas de ti por medio de mis subordinados. Me parece que fuiste tú quien mató a Leonardo. Escuché que posees destrezas físicas y mágicas impresionantes. Espero que no te importe que las coloque a prueba".

El chico observó al anciano, notando su altura y sus ojos sin vida. El anciano le hablaba formalmente, demostrando respeto. El chico, que usualmente se reía de todo, respondió con seriedad:

"Puedo ver que eres completamente diferente a los tipos de antes. Eres más respetuoso y, sin lugar a dudas, eres poderoso. Puedo ver que estás por encima de esos dos que se encuentran detrás de ti, observando y esperando la oportunidad para atacarme desprevenido. Sin lugar a dudas, estás en una liga propia. Y, respondiendo a tu declaración anterior: sí, yo maté a Leonardo, pero te equivocas en una cosa: no solo lo maté a él, también maté a Eldarion, así que no se molesten en buscarlo, ya que no encontrarán nada".

El anciano contempló las palabras del chico; no encontró mentiras. Quería preguntarle cómo los había encontrado tan rápido, pero supo que no obtendría respuesta. En los ojos del chico, se sentía la intención de matar.

"Entiendo lo que tratas de decirme", dijo mientras apretaba el agarre de su espada.

El chico observaba a los tres individuos. Sabía que sería una lucha uno contra tres. El anciano parecía querer un uno contra uno, pero las cosas no serían tan sencillas. El anciano atacó primero:

"Empecemos".

Agitó su espada a una velocidad increíble. El chico le mandó un corte de viento, pero este se dividió al impactar con la espada oxidada. El anciano le cortó y le dio una patada, estrellándolo contra una esquina.

"¿Se supone que este individuo, carente de disciplina, fue capaz de matar a Leonardo?", preguntó el anciano.

"Sin lugar a dudas", respondió el elfo.

"Cómo lo hizo… Está más que claro que no es un espadachín, ni un luchador cuerpo a cuerpo. Parece que nunca ha entrenado adecuadamente. La única forma de que haya podido asesinar a Leonardo es que este haya estado desprevenido".

"Pienso lo mismo que usted".

De repente, el chico salió ileso de entre las cajas y armas.

"Sus heridas desaparecieron. Tiene que tener alguna clase de poder regenerativo… La ropa también está como si nada… La acabo de cortar… Estoy seguro, debe de estar utilizando una ilusión para hacer desaparecer sus heridas, pero de nada le serviría; después de todo, no desaparecerían en realidad", dijo el anciano.

"Buen corte, anciano. Sin lugar a dudas, eres un peligro con esa espada en tu mano, pero ¿no eres demasiado arrogante en pensar que me puedes matar simplemente utilizando un pedazo de hierro?"

"Basta de charla, continuemos".

El anciano volvió a atacar. El chico, con su brazo amputado, bloqueó un ataque con un muro de cristal, pero una cuchilla negra salió disparada de la espada del anciano, cortando la pared.

"¡Qué bárbaro eres! ¡Me quieres matar en toda regla, y yo aquí conteniéndome para no matarlos en un instante!"

La cuchilla era extremadamente peligrosa.

"Bueno, ya que parece que eres una especie de espadachín, corresponderé y usaré también espadas".

"¿????"

Las espadas de la armería comenzaron a flotar en el aire.

"Ya veo en dónde se encuentra tu fortaleza. Tu forma de luchar es bastante arrogante, y tu estilo parece ser el de aplastar a tus enemigos con tu absurda magia y cantidad de maná".

"No me elogies tanto, anciano, vas a hacer que me sonroje".

Las espadas comenzaron a caer del cielo a una velocidad vertiginosa.

'Idiotas'.