Xaviera Evans se giró con confianza, solo para quedarse paralizada al ver al hombre erguido. Le tomó bastante tiempo convocar una sonrisa restringida y torpe.
La expresión de Caleb Mamet era suave. Aquellos ojos profundos se encontraron con la mirada sorprendida de Xaviera, y él la miró, sin sonreír ni fruncir el ceño, en silencio.
Los alrededores estaban aterradoramente tranquilos, dejando a Xaviera con una sensación de desesperación sin esperanza.
La mujer de mediana edad y su hijo retrocedieron con cautela. Sabían muy bien lo despiadado que era Caleb, por lo que solo se atrevían a hablar mal de él a sus espaldas. Si Caleb hubiera escuchado lo que acababan de decir, sabían que les esperaría un final atroz.
Desde el mismo momento en que apareció Caleb, estaban asustados hasta los huesos, sintiendo como si alguien los estuviera estrangulando, no podían decir una sola palabra.
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