—¿De qué estás hablando? Anna no tiene idea de que siquiera tengo una caja fuerte llena de joyas y oro, solo tú lo sabes, Nari —Kate levantó las manos para golpear a la chica mentirosa otra vez y Nari lo esquivó esta vez—. Esta vez no dejaría que la mujer la golpeara y tampoco contraatacaría. Para ser libre, tiene que verse y parecer tan vulnerable como pueda.
—¿Puedes dar fe de Anna, pero no puedes creer ni una palabra de lo que digo? —preguntó Nari.
—La vi con mis propios ojos esa noche. Anna es la única que conocía la contraseña de la caja fuerte aparte de nosotros dos. La vi con una criada. Pero ella no se llevó nada esa noche, lo hizo esa criada.
—¿Por qué me tomas por Nari? ¿Un tonto? —Kate le agarró el cabello—. Esa caja fuerte tenía todos sus ahorros y posesiones adquiridas. Es una de las cosas que la hacen una Sui. Kate se sentía como un niño al que le han robado su caramelo más preciado e le irritaba que Nari aún le mintiera en la cara después de todo.
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