Esta mujer podía ignorarlo toda la mañana y tener actitudes, ¿pero no puede asistir a una pequeña cena organizada para ella? ¿Adónde fue toda esa confianza? Él la miró mientras daba otra larga calada y lo soltaba todo lentamente. Sus ojos azules lo miraban inocentemente y él ya podía imaginarse su petición.
—Noah... —comenzó ella, mordiéndose esos labios cereza que lo vuelven loco cada vez.
—No. —dijo Noah sin dejarla decir una palabra. Anna miró al hombre con incredulidad, incapaz de comprender que él la rechazaría en el momento en que más lo necesitaba.
—Nadie se daría cuenta. —se defendió ella de su petición aunque aún no le había dicho nada.
Noah negó con la cabeza, su expresión inalterable. —Se darán cuenta, todos saben quién eres. Además, acabo de enterarme de que Padre hizo esto para usar tu fama para la publicidad que necesitaba para su nuevo negocio de yates. —Noah arrojó el cigarrillo al suelo y lo aplastó con el pie, terminando de fumar por la noche.
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